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domingo, 11 de diciembre de 2011

Nuevas pruebas en asesinato de 2002 en el Sur de la Florida

Yolanda Cerrillo le rogó a su ex novio que regresara con ella, y entonces lo ayudó a planear el asesinato de su nueva esposa.
Cerrillo lo ayudó a convertir píldoras del fuerte analgésico Percocet en un polvo para dormirla. Le permitió a golpearle la cabeza contra la bañera para practicar cómo ahogar a la joven mujer.
Y cuando el asesinato se consumó, Cerrillo lo llevó a la bahía para deshacerse de la ensangrentada palanca de metal que había usado para matarla a golpes.

La versión de Cerrillo de lo sucedido en una declaración a las autoridades recientemente dada a conocer, es un recuento paso por paso de cómo las autoridades dicen que Michel Escoto, de 40 años, planeó la desaparición de su nueva esposa, Wendy Trapaga, en un plan para cobrar un seguro de vida de $1 millón en el 2002.

“¿Así que no le importó si la mataba o no?”, le preguntó Gail Levine, fiscal de Miami-Dade, a Cerrillo durante la declaración en agosto.

“No ... no importaba”, respondió Cerrillo.

“Mientras lo tuvieras a tu lado, ¿estabas feliz?”

“Sí”, contestó ella.

La declaración de Cerrillo ofrece vívidos y abrumadores detalles, que fortalecen un sonado caso de asesinato en primer grado que se había basado en pruebas fundamentalmente circunstanciales. Sin embargo, su testimonio tiene riesgos: a los fiscales no les quedó más remedio que ofrecerle inmunidad, lo que pudiera dejarla vulnerables a críticas por credibilidad en el juicio.

Escoto, que se representa a sí mismo en el juicio, declinó comentar sobre las alegaciones de Cerrillo. Escoto está encarcelado y enfrenta la cadena perpetua. No se ha fijado una fecha para el juicio y es muy probable que el caso se escuche en próximo año.

Escoto expresó en una declaración: “Aunque sabemos que muchas de las alegaciones de la fiscalía no se basan en los hechos, y podemos probarlo, creemos que el juicio es la única forma de combatir esas alegaciones y demostrar mi falta absoluta de participación en este crimen horrible.

El cuerpo de Trapaga —ensangrentado, golpeado y estrangulado— fue descubierto en octubre del 2002 junto a un contenedor de basura en el estacionamiento de un almacén entre el Palmetto Expressway y Miami Springs.

Trapaga y Escoto vivieron juntos pocos meses en un apartamento de Miami Beach. Ese mes se casaron y se fueron a Cayo Hueso de luna de miel.

Posteriormente fiestaron en el club nocturno La Covacha, en Doral, antes de pasar la noche en el Hotel Executive Airport.

Escoto le dijo a los detectives que cuando los dos se fueron en carro a casa posteriormente, comenzar a discutir cuando él creyó que Trapaga le había mentido cuando le dijo que estaba embarazada.

Detectives de homicidio de Miami-Dade consideran desde hace mucho a Escoto como el principal sospechoso. Pero no tuvieron pruebas suficientes para encausarlo hasta el 2005, después que Escoto abandonó una demanda civil para cobrar el dinero del seguro.

Fue en un declaración jurada en el tribunal civil, afirman los detectives de Miami-Dade, que Escoto presentó testimonios poco coherentes sobre los hechos la noche del asesinato.

En otras pruebas, un investigador de Medicina Legal encontró restos de píldoras para dormir, analgésicos y ansiolíticos en el cuerpo de Trapaga, lo que significa que estaba tan drogada que no pudo haber escapado después de pelar con Escoto.

Varios detenidos también declararon que Escoto se implicó a sí mismo en los hechos durante conversaciones en la prisión.

Uno de los presos alegó que Escoto le dijo que necesitaba el dinero del seguro porque “quería reunirse con Cerrillo pero no tenía dinero para impresionarla”, según un informe policial. Escoto también supuestamente le dijo al otro prisionero que había “cruzado las piernas de la víctima” cuando se deshizo del cadáver como símbolo de que no podía tener relaciones sexuales con nadie más.

Pero fue la nueva declaración de Cerrillo a la policía la que ofrece un vistazo a cómo Escoto supuestamente planeó la muerte de Trapaga de una forma metódica y calculadora.

Cerrillo, contadora de 38 años de Homestead, conoció a Escoto en el Centro de Aprendizaje de Computación New Horizons en el oeste de Miami-Dade en el 2000, donde ambos trabajaban.

Al encuentro siguió un romance rápido. Escoto, pensó Cerrillo, era una excelente figura paterna para su hija.

Después de vivir juntos más de un año, la relación se debilitó por problemas financieros.

En junio del 2002, Escoto se mudó de repente. Cerrillo consiguió acceso ilegal a la contestadora telefónica de Escoto, donde escuchó a una mujer joven dejar un mensaje que decía: “Amor, ven a casa. El hombre del cable está aquí”.

Esa mujer era Trapaga. Cerrillo comenzó a abrumar a Escoto con llamadas telefónicas. Acordaron verse frente a un restaurante en agosto, según la declaración de Cerrillo.

“Me dijo que me quería a mí, no a la mujer del teléfono, que sólo era parte de un plan, que iba a comprarle un seguro de vida y que ella iba a morir para que pudiéramos estar juntos”, dijo Cerrillo a los fiscales. “Me dijo que nos íbamos a casar”.

Y entonces planeó matarla durante Mardi Gras el año siguiente, agregó Cerrillo.

Entonces agregó: “No pensé que fuera verdad, pero estaba feliz porque iba a reunirse conmigo”.

Pero unos pocos días después Escoto fue a casa de Cerrillo, alegando que no tenía dinero y que necesitaba acelerar su plan de matar a Trapaga. De repente, , dijo Cerrillo a los fiscales, el plan se hizo realidad: Escoto le mostró varias píldoras de Percocet, un poderosos analgésico, envueltas en un papel.

Junto, aplastaron las píldoras hasta convertirlas en un polvo fino. “Le iba a dar el polvo en una bebida y después la iba a ahogar, para que pareciera un accidente”, dijo Cerrillo.

Entonces los dos se fueron a la bañera.

“El me mostró cómo lo iba a hacer y yo le dije que eso nunca funcionaría porque dejaría pruebas”, dijo la mujer. “Ella iba a tener marcas en la piel de cuando la empujara para ahogarla. Le sugerí que usara una toalla [colocándosela en el pecho].”

Practicaron junto y Cerrillo le permitió que le hundiera la cabeza en el agua. Después compraron un localizador para comunicarse, por miedo a que la policía pudiera escuchar sus conversaciones por teléfono móvil.

Poco después, Escoto llamó a Cerrillo para decirle que Trapaga estaba embarazada, pero alegó que era un engaño para que sus padres aceptaran un matrimonio rápido. Cerrillo aceptó cuidarle el perro mientras los dos estaban de luna de miel en Cayo Hueso.

Cuando él regresó a Miami-Dade al día siguiente, dijo Cerrillo a los fiscales, Escoto alegó que el asesinato no había salido bien porque “no le gustó la bebida por las pastillas”.

“Desalentador”, dijo Cerrillo al escuchar la noticia. “Yo me molesté que no hubiese sucedido”.

Al día siguiente, Escoto le dijo a Cerrillo que el asesinato sería en el motel, y Cerrillo terminó pagando la cuenta de la habitación.

Esa mañana, Escoto le avisó por el localizador (posteriormente le dijo a policía que quería saber cómo estaba la hija de Cerrillo, que estaba enferma) y los dos se encontraron frente a la casa de ella a las 3 a.m.

Escoto estaba manejando el Nissan blanco de Trapaga, dijo a los fiscales, y en el carro había otra persona. “Sólo vi una sombra. Supuse que era Wendy”, dijo Cerrillo.

Cerrillo siguió a Escoto en su carro a una zona donde se deshicieron del cuerpo. Escoto le ordenó manejar durante unos 25 minutos.

Se encontraron poco después. Según Cerrillo: “Tenía las manos y el cuerpo manchado de sangre. Vi una palanca de metal llena de sangre, los zapatos también. Los puso dentro de mi carro y yo le pregunté qué había pasado. El me dijo que ya lo había hecho”.

Cerrillo puso una chaqueta sobre el asiento del pasajero para que él se sentara y no lo manchara de sangre, afirmó.

Los dos abandonaron el lugar, dejando allí el carro de Cerrillo.

Cuando regresaban a su apartamento en Miami Beach, Escoto le dijo a Cerrillo que Trapaga se negó “a dejarse hundir” en la bañera y reconoció “que la golpeó una y otra vez hasta que dejó se moverse”.

Camino a Miami Beach, Cerrillo detuvo el carro en Dodge Island y escoto lanzó la palanca metálica al agua. Poco después, un policía uniformado se les acercó, pero Cerrillo le dijo que su novio estaba enfermo. El policía se limitó a ordenarles que siguieran su camino.

Cerrillo dejó a Escoto en el apartamento de Miami Beach. Un basurero de Miami-Dade encontró el cuerpo de Trapaga la mañana siguiente temprano.

En su declaración, Cerrillo admitió que inicialmente mintió a los detectives, y también durante el juicio civil. En el 2007, después del arresto de Escoto, ella dijo a los detectives que había ayudado a Escoto posteriormente, pero no mencionó que lo ayudó a planear el asesinato.

Cerrillo no reveló todos los detalles de su participación hasta que ofreció una segunda declaración este año bajo una citación judicial, que le dio inmunidad como testigo.

Sus abogados no devolvieron llamadas en busca de comentario. La familia de Trapaga, que ha demandado a Cerrillo por su participación en la muerte de Trapaga, quedó asombrada al conocer los detalles de la declaración.

“Creemos que ella participó desde el principio”, dijo el abogado de la familia, Jorge Borron. “Sabíamos que ella había tenido una participación, pero la declaración nos tomó completamente por sorpresa. Los detalles de la declaración son devastadores”.

FUENTE: David Ovalle - http://www.elnuevoherald.com

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