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miércoles, 27 de abril de 2016

(España) Jaime Bayly: "En América, la gente conoce más a Pablo Iglesias que a Julio Iglesias"

La historia del cuarentón que lo deja todo para liarse con una lolita veinteañera ha sido contada mil veces, pero hay que reconocerle a Jaime Bayly (Lima, 1965) sabrosos extras añadidos. Como que el cuarentón gaste novio argentino que le "encula" con alegría en el momento en que Cupido lanza su flecha.
Como que invite a la veinteañera a su programa televisivo en horario de máxima audiencia para contar a todo el país que acaba de dejarla embarazada. O como que todo eso coincida con su campaña para ser presidente del Perú con un programa electoral antimilitar, comecuras y partidario de la legalización de todas las drogas. Las encuestas, por cierto, llegaron a darle casi el 10% de los votos...

Jaime Bayly es Jaime Baylys en 'El niño terrible y la escritora maldita' (Ediciones B, 2016), una de esas novelas 'reales' en las que basta alterar mínimamente algunos nombres para contar con pelos y señales tu vida. Y la vida real del 'showman' más histriónico y brillante de las letras latinoamericanas es tan estrepitosa y delirante que... ¿para qué inventársela? A su paso por Madrid en la gira para vender su nueva obra, una gira que acomete con tanta animación como escepticismo, Bayly conversa con el periodista en el hotel Wellington un rato antes de largarse a ver al Real Madrid al Bernabéu, el plan que de verdad le interesa esta tarde. Ahora, disimula su prisa sereno, educado y tan divertido como siempre.

PREGUNTA. Una cita de Faulkner abre paso a su libro. “El artista es responsable solo ante su obra. Si es buen artista, será completamente despiadado”. ¿El escritor solo puede cumplir fielmente su tarea si, por así decirlo, pasa completamente de sus lectores?

RESPUESTA. Sí, el escritor piadoso, compasivo, el escritor en extremo cuidadoso, que no quiere dañar, afectar, lastimar a nadie, que no quiere incordiar... deja de ser escritor. Se convierte en un escritor minusválido. El escritor debe ser despiadado, sobre todo consigo mismo, con su propio sentido estético. Cuando el escritor elige la historia que quiere contar, no puede elegir la que conviene a su reputación sino la que de veras se sienta urgido a contar, la que el azar le impone. Cuando uno cuenta una historia más o menos personal como la mía, lo último en lo que debe pensar es en quedar bien, en maquillar sus rasgos grotescos.

"El escritor piadoso, compasivo, que no quiere dañar, afectar, que no quiere incordiar... deja de ser escritor. Se convierte en un minusválido"

P. Un escritor cuarentón “genéticamente bisexual”, con exmujer, hijas y novio argentino se enamora de una joven de apenas 20 años y la lía parda. Pero es que además no deja de contarlo en todas partes, en la tele, en la prensa, en los libros... Dijo Voltaire que él, como Don Quijote, se inventaba ficciones para ejercitarse. ¿Cuál es el ejercicio que más le adelgaza a Jaime Bayly? ¿Vivir o contarlo?

R. Lo interesante en mi historia es que el escritor que se ve a sí mismo como mediocre y fracasado es también un escritor terriblemente impúdico y exhibicionista. Y entonces la novela se va contando cada semana en la columna de un periódico y ahí él va ventilando estas refriegas y rifirrafes, lo cual a su vez altera bastante a ciertos personajes de la trama, en particular a su novio argentino y a su exesposa, que sienten que su privacidad está siendo violentada, saqueada. Y no tengo claro quién tiene la razón, si yo que, como escritor, tengo todo el derecho del mundo a contar las historias que he vivido, o si el otro, amante, pariente o amigo que dice: "No, tú no tienes derecho a contar mi vida privada".

P. Pero usted toma un partido claro.

R. Sí, sin duda.

P. Por cierto, ese recurso literario de alternar la narración con artículos reales publicados en la prensa de entonces, ¿es una manera de cobrar esos artículos dos veces?

R. Jajaja, ¡no lo había pensado! Sí, es posible, pero es que además funciona. Y por dos razones. Primero, cuando realizas un registro a diario tan minucioso de lo que ocurre, seis u ocho años después, la memoria te lo agradece. Aquello ha sido escrito en caliente. Así, la novela alcanza dos temperaturas, la más caliente, la que quema, y luego el recuerdo más sosegado y frío de años después. Y segundo, esas columnas funcionan porque unas son narrativas pero otras son más reflexivas. Y así, al narrador le ocurren un montón de calamidades y él a veces se detiene y vuelve a pensar, al modo de pequeños ensayos o desahogos, todo lo que le está pasando.

P. Una de las cosas que más me han intrigado del libro es su estrepitosa manera de darle grandes sumas de dinero prácticamente a cualquiera que pasara por allí. ¿Cómo ha logrado no acabar en la indigencia?

R. Sí, sí, sí, es verdad. Supongo que es un rasgo mío botarate más que generoso... Pero es que mi personaje es un poco esquizofrénico. Hay al menos tres Baylys: uno es el político que quiere ser presidente desde niño alentado por su madre, otro es el que vive en la televisión, se lucra de ella y gracias a ella puede ir haciendo esas obras de caridad que menciona, y el tercero es el escritor. Este último es el que se siente más menoscabado, cada vez más irrelevante. Sus libros ya no interesan, nadie los lee, ya no existe la crítica literaria y la literatura está en vías de extinción. Menos mal que están las giras...

"Hay al menos tres Baylys: el que quiere ser presidente alentado por su madre, el que vive en la televisión y el tercero, que es el escritor"

P. Sí, porque usted tiene pinta de pasárselo bien en las giras...

R. ¿Yo? ¡Bomba, me lo paso bomba! Porque soy un charlatán, un exhibicionista... Pero te preguntas: voy a ir a presentar mi novela... ¿y eso va a multiplicar las ventas o es un puro ejercicio de la vanidad?

P. Los españoles nos ufanamos de nuestra tolerancia, fuimos uno de los primeros países donde los homosexuales se pudieron casar, el racismo parece mínimo, etc. Y miramos a Latinoamérica como un subcontinente de rígida y atrasada moral… Y sin embargo, es difícil de imaginarse aquí a un hombre de letras medio gay yendo a la tele a presentar a su pareja femenina de 20 años embarazada… ¿Cómo se lo montó en Perú para evitar ser linchado?

R. Fue una provocación y pagué caro por ella. Al final me echaron del canal, aunque también por apostar por la candidata izquierdista... Es verdad lo que usted dice, pero en América del Sur quizá ya no estamos tan atrasados. Mire, en estos tiempos, las series de Netflix que ustedes ven aquí también las vemos en Lima, en Santiago, en Buenos Aires y en Miami. Los grandes escritores de nuestro tiempo ya no quieren escribir en papel, quieren escribir guiones para series. Es una consecuencia de la globalización que nos ha acercado bastante a Europa. Le sorprendería cuánta gente conoce allí a Pablo Iglesias, diría que más que a Julio Iglesias. Ya España no queda tan lejos, el mundo se ha hecho más pequeño. Por ejemplo, amigos míos que no viven en Estados Unidos me dicen que deberían tener derecho a votar contra Trump porque, si gana, va a provocar un cataclismo mundial.

"Los grandes escritores de nuestro tiempo ya no quieren escribir en papel, quieren escribir guiones para series"

P. ¿Y si el que gana es Bernie?

R. Coño, si gana Bernie sería genial, que aunque en Estados Unidos parece radical, aquí estaría a la derecha de Pablo Iglesias. Yo voy a votar por Bernie o, si no puede ser, por Hillary.

P. “La política es una enfermedad, los políticos son gente enferma”, escribe, para luego contarnos la increíble historia de cómo quiso ser candidato presidencial. Política ficción: imagine que Jaime Bayly logró finalmente presentarse y arrasó en las presidenciales. ¿Cómo sería Perú hoy?

R. Sería un país fabuloso, jajaja. En serio, sería el mejor país de América. Para empezar, no habría militares, porque esos 120.000 hombres de las Fuerzas Armadas Peruanas no sirven para nada, no nos protegen de nadie. Esa gente tiene que ganarse la vida de alguna manera honrada.

P. ¿Los militares no se ganan la vida de una manera honrada?

R. ¡No! Andan por los cuarteles emborrachándose, conspirando golpes militares... ¡no sirven para nada! Y la segunda idea irrenunciable de mi programa electoral era dejar claro que los curas son nuestros enemigos. Yo creo en la libertad personal. Me parece sublevante que el Estado peruano subvencione a la Iglesia católica y pague sueldos de ministros al cardenal, a los obispos... ¿Por qué? Así que esas cosas al menos habrían cambiado si yo hubiera ganado las elecciones. Y luego otras pequeñas cosas que aún sueño con alcanzar a ver. Como poder ir a una farmacia y elegir una buena marihuana y una buena y refinada cocaína de alta calidad.

P. Por cierto que al antifujimorista furibundo que usted fue, ¿qué le parece la posible victoria de Keiko?

R. Keiko va a ganar. Fujimori fue un dictador tremendo y es justo que haya pagado con cárcel sus crímenes. Pero ella tiene 40 años, es muy lista políticamente, ha sabido capitalizar esa 'marca Fujimori' que en provincias funciona porque allí lo recuerdan como el único político que fue a su aldea a construir una escuela. Ella pertenece a una derecha popular. Ahora, el otro, Kuchinsky, también es de derechas, pero de una derecha empresarial, tecnocrática, ilustrada.

P. ¿Pero me parece detectar que a usted le gustaría que ganara Keiko?

R. Sí. Lo que dice Vargas Llosa es una exageración. Gane uno u otro, va a ser igual. Humala hizo también una política de derechas y a mí nunca me gustó. Pero gane quien gane, yo estaré siempre en la oposición, es lo que nos toca. Ahora, cuando don Mario dice que si gana Keiko será el fin del mundo y que va a instaurar una dictadura y sacar de la cárcel a los siniestros Montesinos y compañía y que todos van a volver a robar..., yo, la verdad, creo que eso no va a ocurrir. Vargas Llosa puede exagerar en sus novelas pero no en política. Si gana Keiko, ella tiene que demostrar que no es como el padre. Más vale que no me equivoque...

P. Por cierto, en Perú se enfrentan dos candidatos de derechas, pero en toda América Latina hay un claro reflujo de la izquierda que ha dominado los últimos años.

R. Sí, creo que estamos ante un cambio de ciclo. A fines de los noventa, Chávez capturó la presidencia de Venezuela. Y lo hizo democráticamente, porque le votó la mayoría. Chávez era un político formidable, un gran seductor que tenía además todo el dinero necesario y fundó una escuela o, más bien, una religión itinerante. Y esa religión se difundió por Nicaragua, casi en Honduras, en Ecuador, en Bolivia, en Argentina... Y Chávez era el mandamás. Pero muerto Chávez, esa iglesia pierde su personalidad magnética y, con el petróleo a 40 dólares, se ve diezmada. Y así, la iglesia chavista está batiéndose en retirada. Los chavistas pierden las elecciones legislativas, Evo pierde su referéndum, pierden en Argentina, Dilma va a caer en mayo... Esa izquierda populista, autoritaria, corrupta, está viviendo un tiempo lánguido, toca un cambio.

Chávez tomaba 30 tazas de café al día, diría que nunca se hizo un tacto rectal y por ahí se murió, por ahí le vino... ¡la revolusión!

P. A propósito, si cuando en 2008 le preguntó a Jiménez Losantos en aquella sonada entrevista en su programa que quién prefería que muriera antes, si Fidel o Chávez, le hubiera dado un toque por la espalda un viajero del futuro y le hubiera dicho que ocho años después el primero seguiría vivo mientras que el segundo no… ¿habría pedido que lo encerraran inmediatamente?

R. ¡Se armó una bataola! Oye, es que Fidel va a cumplir en agosto 90 años. Chávez se murió muy joven, con 58. Pero qué ocurre, que Fidel está obsesionado por la atención médica, todos los días andan los médicos chequeándolo. Y Chávez no. Chávez tomaba 30 tazas de café al día, diría que nunca se hizo un tacto rectal y por ahí se murió, por ahí le vino... ¡la 'revolusión'! Jajaja. Es que estos grandes caudillos latinoamericanos son muy machistas. El comunismo es machista y homófobo y, desde ese punto de vista, muy reaccionario. Así, al gran caudillo socialista, bolivariano, nadie le puede tocar el culo. Pero al final del día, todos somos humanos y la próstata es la próstata.

P. ¿Usted es más de Iglesias o de Errejón?

R. A mí me gusta más Errejón, soy errejonista. Pablo es muy divo, está enamorado de sí mismo. A Errejón le veo más circunspecto y cerebral pero, claro, el poder lo tiene Pablo.

Vargas Llosa escribió 'La civilización del espectáculo' para enamorarse después de la reina del espectáculo. Eso le pasa por pontificar...

P. ¿Cómo ve la situación política española?

R. No la entiendo, y créame, leo todos los días varios periódicos españoles. Y no veo la salida. Va a haber elecciones el 26 de junio, va a salir más o menos lo mismo y nadie va a querer pactar con nadie. En América, que somos más primitivos, el que saca más votos gana. Y ya está.

P. Una última cosa para terminar. ¿Cree que con sus líos de faldas ha logrado darle envidia a su amigo Vargas Llosa y que eso explica su pasión adolescente por Isabel Preysler?

R. Jajaja. Es curioso lo que pregunta. Cuando éramos cercanos, cuando éramos amigos, a mí me parecía que su mirada era un poco anticuada, la típica mirada del viejito cascarrabias sentado en el banco de un parque leyendo el periódico del día anterior y exclamando: "¡Cuando yo era joven todo era mejor, la cultura era cultura, el amor era amor de verdad... y ahora todo se ha prostituido!". Hasta que de pronto pasó a su lado la señora Preysler y ocurrió el milagro: todo aquello él lo deploraba y ahora está semana a semana en el '¡Hola!'. ¡Yo lo sé porque el '¡Hola!' en Miami se vende muchísimo! Y ahí don Mario no falta, estamos todos fascinados viendo cómo da entrevistas en la biblioteca de Miguel Boyer. A veces sospecho que incluso alguna de las prendas que viste Mario pueden haber sido de Boyer. Es jodido. Escribió un libro titulado 'La civilización del espectáculo' para enamorarse después de la reina del espectáculo. Eso le pasa por pontificar...

FUENTE: Daniel Arjona - http://www.elconfidencial.com

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