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miércoles, 17 de mayo de 2017

El rey del contrabando del Medio Oriente llega a Panamá

Desde Jebe Alí, la zona franca de Dubái en Medio Oriente, las redes de una fructífera operación apuntan hacia Panamá. ChalHoub Group, un emporio fundado en 1955 que se ha convertido en el zar de las marcas y productos de lujo en la región, ha empezado a reestructurarse.
Hace un año que Patrick Chalhoub, presidente ejecutivo de la impresionante compañía, confesó en la publicación Gulf News que la emergente y ambiciosa clase media china y el público ruso estaban cambiando sus hábitos de consumo, por lo que Chalhoub Group cerró unas 15 tiendas en Dubái y otras 25 en el resto de la región. Quizás esa situación los hace mirar hacia otros mercados, y todo indica que Panamá podría estar en la lista de posibilidades.

Son innegables las similitudes entre Panamá y Dubái, una coyuntura que seguramente también están viendo quienes lucran en las operaciones del contrabando y negocios ilícitos que subyacen junto al negocio de Chalhoub en Oriente Medio.

Es decir, de la mano de un imperio como ese, llegan también prácticas dudosas, secuelas y consecuencias.

Entre Dubái, Rusia e Irán florece una operación de contrabando intensa, controlando las diferentes prohibiciones y embargos internacionales. Se trafica con todo, también con los productores que distribuye Chalhoub, en una mezcla de actividades lícitas e ilícitas en las que no está claro quiénes juegan en qué lado de la ley. El volumen de actividad y los montos que se generan en Dubái ofrecen la fachada perfecta, el camuflaje ideal para cubrir el negocio real e ilegal que subyace en las mismas redes y con los mismos productos que Chalhoub negocia desde la legalidad.

Así que donde vaya Chalhoub, llegarán también los que olfatean el olor de los negocios ilícitos, irán tras sus redes de distribución y sus marcas de lujo. Pero, ¿cómo puede entrar Chalhoub en Panamá?

La fórmula ha sido siempre la misma y parece muy efectiva, porque no la han cambiado. Lo primero es encontrar una firma local, relativamente pequeña, y luego plantear algún esquema de asociación que aproveche el ‘know how' de los locales y a la vez canalice el impulso de la penetración de un imperio absorbente como Chalhoub.

En Panamá las opciones no son muchas, el mercado local de marcas de lujo ha estado entre los dos grandes locales Motta Int. y el Grupo Wisa, hoy desgastado tras un año de estar incluido en la ‘Lista Clinton'. Ninguno parece un buen candidato. Nadie va a comprar una firma desgastada tras un año de casi no operar por problemas con Estados Unidos, mientras en la otra esquina Motta Int. no parece tener ningún interés en vender, asociarse también se ve complicado, así que un imperio como Chalhoub está obligado a buscar más opciones.

Mientras eso sucede, un grupo panameño, confrontado a dificultades económicas importantes, lleva algunos años en proceso de reorganización y reestructuración. Se trata de la firma Saint Honoré, una empresa de casi cuarenta años de fundación que se dedica a la venta y distribución de perfumes y artículos de lujo, la misma actividad de Chalhoub.

La compañía nació en 1978 de la mano de José Viegas, quien la fundó en Zona Libre, desarrollándola durante 23 años, expandiendo sus actividades hasta Colombia y Costa Rica. Sin embargo, en 2001 la compañía pasa a nuevas manos que empiezan a redireccionar la actividad.

Fazal Abbas, banquero pakistaní, decide comprar Saint Honoré en 2001. Abbas llegó a Panamá de la mano del sulfuroso y polémico banco BCCI, del cual fue uno de los ejecutivos estrella durante varios años en la Zona Libre de Colón, encargado del manejo de los principales clientes del banco.


El BCCI se dio a conocer mundialmente por sufrir una estrepitosa quiebra en 1991. Se le asoció a diversas actividades delictivas, en particular al blanqueo de dinero procedente de los carteles colombianos de la droga y del general Manuel Noriega.

El banco BCCI tuvo que cerrar sus puertas en 1991, con varios de sus dueños y ejecutivos encarcelados. Abbas, milagrosamente escabullido entre las grietas del sistema judicial, decide cambiar de industria y empieza su nueva carrera de ejecutivo en el mundo de la distribución de perfumes y cosméticos, hasta que decide independizarse en 2001.

Para concretar la compra millonaria de la compañía de José Viegas, Abbas arma hábilmente un grupo de socios estratégicos. En primer lugar, Abbas incorpora dos socios estratégicos: un español establecido en Cuba, as del contrabando en La Habana, para contornar el estricto embargo americano, así como un misterioso belga viviendo en España y reputado en el contrabando de cigarrillos y licores.

Sin embargo, el socio principal es Arif Naqvi, un financiero pakistaní, residente en Dubái. Arif Naqvi es el cofundador del fondo de inversión ‘The Abraaj Group', con inversiones principalmente en África, Medio Oriente y Turquía.

El segundo cofundador de Abraaj es el ciudadano iraquí Hamid Jafar, el hermano y socio del polémico Dr. Jafar Dhiar Jafar, miembro del ‘círculo 0' del dictador iraquí Saddam Hussein y conocido como el ‘padre del programa iraquí de armas nucleares'.

En 1983, Crescent Petroleum, subsidiaria de Crescent Group, el holding de la familia Jafar, fue investigada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y la OFAC, bajo sospechas de ser una compañía fachada de Saddam Hussein.

En los últimos años, Abraaj Group ha sido involucrado en varios escándalos de corrupción en Karachi (Pakistán), y en Egipto, este último relacionado con la familia del dictador Hosni Mubarak.

Pero los problemas de Abraaj Group podrían rápidamente empeorar. Un cable de Wikileaks reveló que el grupo ha sido un donante de la Fundación Clinton, y fue luego el beneficiario de préstamos del Gobierno de Estados Unidos.

Adicionalmente, Crescent Group, empresa de la familia Jafar, fue otorgado en una concesión de 35 años para la explotación de un puerto de contenedores en Port Cañaveral, lo que generó una polémica en Estados Unidos. Una cronología de eventos que la administración actual de los Estados Unidos no debería tardar en investigar.

Con la compra de Saint Honore concretada en 2001, los negocios pueden empezar.

Fazal Abbas ejerce la presidencia de Saint Honoré desde 2001. A su lado, Naqvi es el científico de la mancuerna, no ejerce ninguna posición operacional en la compañía, y su papel consiste, exclusivamente, en proveer recursos económicos para la compra de la compañía y sus futuros desarrollos.

Pero tras 15 años de expansión, Saint Honoré está bajo recomendación de cambios urgentes, luego de atravesar unos profundos problemas económicos y financieros. Entre 2012 y 2014, sus ventas y su ebitda se han reducido en un 19% y 64%, respectivamente, mientras la utilidad bruta de la empresa cayó del 49% en 2011 a un tímido 35% a mediados de 2016.

La consecuencia directa de esos resultados negativos ha sido la acumulación de deudas bancarias superiores a los 36 millones de dólares, y la incapacidad de la compañía de cumplir con sus obligaciones la llevó al borde la quiebra. A principios del 2016, los bancos acreedores se reunieron a la iniciativa de los bancos más expuestos, preocupados por la situación financiera de la compañía y el maquillaje sistemático de sus reportes financieros.

El objetivo era analizar la situación financiera real de la compañía e imponer medidas drásticas para asegurar su supervivencia, tales como la venta inmediata de varias operaciones, y la reestructuración de las deudas.

¿Será la solución encontrar un socio con mayor capacidad de operación que les amplía las perspectivas? Un aliado en el que el perfil de Chalhoub encaja perfectamente, y a la vez Saint Honoré es la mancuerna ideal que el gigante de Dubái espera con paciencia, para poder repetir en Panamá sus prácticas dudosas experimentadas en Medio Oriente. Es solo cuestión de tiempo para que las cosas se den… recuerden: ‘Quien tiene paciencia tiene ciencia', reza el viejo proverbio.

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MERCADO E ILEGALIDADES

Patrick Chalhoub, presidente ejecutivo de Chalhoub Group, alega que el mercado chino y ruso cambió sus hábitos de consumo

Donde vaya Chalhoub, llegarán también los que olfatean el olor de los negocios ilícitos, irán tras sus redes de distribución y sus marcas de lujo.

Su posible socio en Panamá podría ser la firma Saint Honoré, una empresa de casi cuarenta años

FUENTE: http://laestrella.com.pa

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