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domingo, 7 de mayo de 2017

(España) Desmontando a Martin Gruschka: así actúa el 'gran trilero' de los fondos buitre en España

El alemán Martin Gruschka se presentó aquella mañana de 2014 en la periferia de Madrid acompañado de sus hijos y prometiendo que iba a cuidar la fábrica de sobres como si fuese una empresa familiar. El misterioso fondo suizo que representaba, Springwater (literalmente “agua de manantial”), acababa de comprar Unipapel. Y los 123 trabajadores de Tres Cantos quedaron impresionados con el nuevo patrón, con su energía al caminar, con su porte de príncipe centroeuropeo, con sus aires de ganador… “Nos prometió que íbamos a vender nuestros sobres a todo el mundo y que hasta nos iba a llevar a Suiza a ver las vacas”, recuerdan.
Un mes después de la adquisición, Unipapel dejó de pagar a la Seguridad Social y a Hacienda. Poco después supendió los pagos a proveedores, cobró todas las facturas pendientes y prestó 8,9 millones de euros a otras compañías de su grupo. Antes de un año los suministros ya escaseaban. Los obreros, muchos con más de 40 años en el mismo puesto, se encontraron trampeando para seguir atendiendo los pedidos. "Si nos quedábamos sin un pegamento, poníamos otro que se le parecía. Si no había cuartillas de un tipo, poníamos otras parecidas…".

Gruschka tardó dos años exactos en ver como Unipapel iba a concurso de acreedores –el plazo ideal, explican en Comisiones Obreras, para minimizar responsabilidades laborales–. Durante los últimos tres meses, en Tres Cantos no quedaba ni un rollo de papel y la gente deambulaba entre máquinas mudas sin nada que hacer. “Fichábamos por las mañanas y jugábamos al fútbol en los almacenes, al 'ping-pong' en los despachos, a las cartas. Nos sentábamos a contarnos nuestras situaciones familiares y acabábamos todos llorando. Esto era una gran familia. Hay matrimonios, hermanos, primos trabajando juntos. Ha sido una tortura terrible”, denuncian.

El caballo de Atila

En menos de un lustro desde que se instaló en España, Springwater ha dejado un reguero de empresas en concurso, pactos incumplidos y alianzas rotas que han convertido su meteórica ascensión en la amenaza de una dura caída. Algunas de sus sociedades ya estaban en concurso cuando las compró, como electrodomésticos Miró; otras no, como Imtech o Unipapel. También las había que formaban parte de gigantes como Indra, caso de Delion; o Vocento, a quien estuvo a punto de adquirir Sarenet, aunque en el momento de hacerse firme el acuerdo “el comprador no cumplió con su obligación de formalizar la operación”, según denunció el grupo de medios.

Springwater ha dejado un reguero de empresas en concurso, pactos incumplidos y alianzas rotas

Mención aparte merece el caso de Daorje, grupo asturiano donde Springwater se alió con el expresidente de Deloitte, Miguel Zorita, para tomar el control de la compañía tras comprársela a la firma de capital riesgo 3i. La sintonía entre el matrimonio duró poco y Zorita, respaldado por la banca, consiguió hacerse con las riendas del grupo tras unas ampliaciones de capital que le dieron el control sobre el 65%. Más famoso fue el enfrentamiento que mantuvo Springwater con Javier Díaz, dueño de Gowaii, con quien se alió para comprar Pullmantur, pero frente al que terminó protagonizando una dura batalla que duró dos años, con denuncia por falsedad documental incluida, y que terminó zanjándose con un acuerdo extrajudicial.

Aunque sus detractores lo describen hoy como un encantador de serpientes, la realidad es que basta un rápido repaso a su pasado para comprobar que logró persuadir a mucha gente durante mucho tiempo –incluidos miembros de la primera fila empresarial española– de las bondades de sus proyectos. ¿Estaban todos equivocados o Gruschka realmente ofrecía buenas oportunidades que, como tantas aventuras empresariales, a veces salen mal?

“Yo lo conocí en una presentación que se hizo en el despacho de DLA Piper, rodeado de los socios. Si ves a una firma como esta respaldando a un inversor, das por hecho que es serio”, señala una persona que coincidió con Gruschka en el pasado y pide salvaguardar el anonimato. “Si empiezas a leer entrevistas en la prensa económica donde anuncia que va a invertir cientos de millones en España y, efectivamente, constantemente lees titulares con operaciones que está haciendo, pues confías”, explica otro.

Un 'yuppie' muy listo
Las aventuras de Gruschka no empezaron en nuestro país, ni se circunscriben a nuestro territorio. Llegó aquí hace solo un lustro de la mano de Sandra Macaya, exmujer del difunto Fernando Ballvé, con quien mantiene una relación sentimental. Antes de establecer las oficinas del fondo en la Gran Vía madrileña, su rastro ha ido dejando huella por medio mundo y su fotografía se ha convertido en recurso ocasional de las revistas del corazón alemanas. La foto no siempre aparece impresa en papel cuché. En Francia, Le Monde daba recientemente voz a directivos de BPIFrance prometiendo “perseguirlo hasta el infierno”, acusándolo de una operación parecida a la de Unipapel con la fábrica de celulosa Isère y en la que el banco público francés perdió todo lo invertido, alrededor de 11 millones de euros.

Hay registros anteriores, y bastante más explícitos, sobre la actividades pasadas de Gruschka. Se le describe como “un 'yuppie' muy listo” en 'Financiero Granuja: las aventuras de un capitalista atípico', libro autobiográfico e indescriptible escrito por Florian Homm, un inversor alemán que estuvo seis años en paradero desconocido y que fue arrestado en Italia en 2013, después de enfrentarse a una orden de extradición de EEUU acusado de fraude financiero. En un relato donde se habla sin eufemismos de estafas, burdeles de lujo, mansiones en Mallorca y asesinos a sueldo, Gruschka aparece descrito como uno de los cerebros de un pelotazo en Alemania que casi acaba en tragedia.

"Gruschka, a quien el 'Financial Times', edición alemana, definió después como un arribista, no tenía dinero para una transacción así"

“Pensamos”, dice Homm, “que trocear MW Zander –un gigante líder en la construcción, fábricas de chips y paneles solares– y vender sus partes sería pan comido y no nos llevaría más de 12 meses. Nos planteamos un rendimiento de muchas veces el 100% y de varios cientos de millones de euros”. Homm recuerda una reunión con su nuevo socio en su villa en primera línea de la playa. “Por supuesto Gruschka, a quien el 'Financial Times', edición alemana, definió después como un arribista, no tenía dinero para una transacción de este tamaño”. Al final, y siempre según la versión del libro, decidieron utilizar el fondo gestionado por Homm, pero hacer la operación a nombre de Gruschka, para evitar que diese la cara “alguien percibido como uno de los más prominentes parásitos de Europa”, como se autodefine el autor. “Pensamos que el elegante, incontaminado y zalamero Gruschka tendría más posibilidades que yo”, recuerda.

El libro relata cómo finalmente consiguieron hacerse con el control de MW Zander, pero el "aprendiz de trilero", junto a un socio siciliano, desaparecieron del mapa con el control de la empresa en el bolsillo. Unos matones enviados por Homm lo encontraron en Acapulco y le expresaron “su punto de vista durante un paseo por los acantilados”. Finalmente, cuando parecía que habían conseguido hacerle entrar en razón con las amenazas, Gruschka vendió la compañía a dos empresarios a quienes el libro conecta con oligarcas rusos.

"No somos un fondo"

Su sofisticada puesta en escena ha permitido a Gruschka, por ejemplo, formar parte de la asociación española de capital riesgo (Ascri) sin contar en España con ningún fondo ni gestora registrada. De hecho, consultados por este medio, desde Springwater han subrayado que no son un fondo, sino "un mero asesor de inversiones y Continuum es un vehículo donde sí hay inversores”. Esta sociedad, radicada en Luxemburgo, es la dueña de casi todas las empresas españolas donde está Springwater, con gloriosas y complicadas excepciones, como Aernnova.

Según puede comprobarse en el registro del pequeño país centroeuropeo, Continuum se constituyó en 2013 y sus accionistas son un rosario de sociedades radicadas en Delaware, el principal paraíso fiscal de Estados Unidos, con solo tres excepciones: Carbo Property, de Panamá; Pear Group, de Malta; y Springwater Capital LLC, empresa que aparece como “incorporada y existente bajo las leyes del Estado de Nueva York” y con oficina en el famoso Rockefeller Plaza.

Este medio no ha sido capaz de encontrar en los registros estadounidenses dicha sociedad, aunque sí existen varias Springwater Capital LLC, tanto operativas como inactivas desde hace años. Una de ellas está registrada en Delaware y, como puede comprobarse también en el registro luxemburgués, es la que se encuentra detrás de Aernnova. Sin embargo, sus oficinas distan mucho de ubicarse en el famoso rascacielos, y llevan a una humilde construcción de madera, parecida a los moteles baratos del Midwest (imagen que encabeza este párrafo), en mitad de la nada, donde se encuentra la firma IncServ, especializada en ejercer de agente de registros. En esta misma dirección de Delaware está también establecida SWC Property, otra de las firmas accionistas de Continuum y cuyas siglas son el acrónimo de Springwater Capital.

Los sindicatos y varios de sus competidores describen la actividad de Gruschka en España como la de una suerte de ladrón de guante blanco. El informe del administrador concursal de otra de las empresas en quiebra, Electrodomésticos Miró, describe prácticas increíbles. “Resulta evidente […] que la Deudora se dedicó a financiar la actividad de otras entidades del grupo, obviando sus propias necesidades”. Durante la gestión de Springwater, explica el informe concursal, Miró recibió cerca de 13 millones de euros de financiación externa (de un fondo desconocido: Gordon Brothers) a un tipo de interés superior al 20%. Según entraba el dinero, lo iba sacando en forma de préstamos a un tipo inferior al 3% hacia el resto de sus empresas. “La financiación externa al grupo obtenida se convierte, sin solución de continuidad, en crédito concedido a alguna entidad del grupo”. Y la estrategia acaba irremediablemente con la quiebra Miró.

"Springwater no existe"

En CCOO dicen que han tardado más de un año en entender el “método Gruschka”. “Son operaciones muy complejas en las que empiezan a ocurrir cosas raras y hay que estudiarlas a fondo para comprender lo que están haciendo porque al principio carece de lógica". Desde la empresa sostienen que siempre se han movido dentro del ámbito de la legalidad.

Springwater ya ha empezado a retratarse en los tribunales y a desatar inspecciones de Trabajo. En octubre de 2016, tras una demanda de CCOO, la Audiencia Nacional anuló el ERTE con el que pretendía dejar en la calle a los trabajadores de Unipapel. Los tribunales no estimaron, sin embargo, la responsabilidad solidaria de Springwater, ni la del propio Gruschka, de modo que por ahora seguirán eludiendo cualquier responsabilidad directa con los trabajadores, despedidos tras seis meses sin cobrar, ni indemnización. La sentencia fue recurrida por el sindicato y esperan una nueva resolución en tres o cuatro meses. Tienen esperanza, entre otras cosas, porque los juzgados de lo social del País Vasco han empezado a fallar a favor de los trabajadores en marzo de 2017, reconociendo la responsabilidad solidaria en respuesta a demandas particulares.

En el Ministerio de Trabajo tienen ya constancia detallada de sus acitividades en forma de un voluminoso dosier presentado por los sindicatos

Springwater no solo ha llevado a la quiebra a empresas, endeudado suministradores y dejado en la estacada a cientos de trabajadores en España, también ha generado un importante agujero en las arcas del Estado, con pufos a la Agencia Tributaria, la Tesorería General de la Seguridad Social, la Diputación Foral de Gipuzkoa y otros muchos agraviados públicos, según denuncian desde CCOO, sindicato que ha conseguido acreditar una deuda que supera los 15 millones, aunque calculan que la cifra final podría superar el doble.

La "impunidad" con la que ha actuado Springwater en España, dicen, es la parte de la historia que más indigna a los afectados. En el Ministerio de Trabajo tienen ya constancia detallada de sus acitividades en forma de un voluminoso dosier presentado por los sindicatos. Y el 16 de febrero de 2017, Izquierda Unida envió a la Mesa del Congreso una batería de preguntas sobre el “fondo buitre suizo Springwater”. La respuesta del Gobierno fue la siguiente: “No figura inscrita entidad alguna con la denominación Springwater, ni consta expediente administrativo en tramitación para la constitución de una entidad con dicha denominación”. El prestidigitador Martin Gruschka ha culminado su mejor número, enredando tanto la maraña de sociedades que ya ni siquiera existe. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)

FUENTE: Ángel Villarino - Ruth Ugalde - Unidad de Datos - http://www.elconfidencial.com

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