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martes, 27 de junio de 2017

(Rusia) Los tres gais que lograron derrotar al Kremlin


Todo ha ocurrido contra pronóstico. Los “sodomitas” y “desviados” que la ley antigay rusa quería ‘enterrar’ han infligido su primera derrota a la ultraconservadora mayoría legislativa del país. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenó la semana pasada a Rusia por discriminación y vulneración de la libertad de expresión por la llamada "ley de propaganda gay", que prohíbe la “promoción” de la homosexualidad.
Los colectivos LGTB denuncian que desde su aprobación en 2013 la ley contribuyó a avalar los ataques contra los gais. Tres activistas del movimiento por los derechos homosexuales decidieron recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Nikolai Vayev, Aleksei Kiseliov y Nikolai Alekseyev son conocidos miembros del movimiento LGTB en Rusia. Los tres fueron condenados por proclamar que la homosexualidad es "normal" y "no una perversión". Antes de recurrir a la corte europea, los denunciantes habían perdido en Rusia todos sus recursos contra sus condenas.

Un 74% cree que gais lesbianas tienen un problema mental. Menos de la mitad opina que deben tener los mismos derechos que los heterosexualesEl Tribunal Constitucional ruso opina, igual que buena parte de la población, que la “prohibición de la propaganda homosexual está justificada por el riesgo de crear una impresión deformada de equivalencia entre las relaciones de pareja tradicionales y las no tradicionales" y orientar así a los niños hacia relaciones homosexuales. El tribunal europeo le ha contestado que tal postura es "incompatible con los valores de igualdad, pluralismo y tolerancia de una sociedad democrática".

Vitaly Milonov, diputado de la Duma (Parlamento ruso) y principal impulsor de esta ley, cree que el texto legal solo quiere proteger la moral del país. “No queremos que en Rusia haya propaganda gay en relación a los menores”, explica a El Confidencial en una cafetería del centro de Moscú. Rusia, recuerda Milonov, “es un país tradicional y es un derecho democrático de la sociedad escoger leyes para sí misma y nosotros optamos por una ley que dice que en relación a los niños pequeños no se puede utilizar propaganda sobre estilos de vida familiar no tradicionales”. La legislación rusa contempla multas que van desde unos 80 euros a 1.500.

La mayoría de los ciudadanos rusos, calcula este legislador, son creyentes “y todas las religiones representadas en el país, que atañen al 80% de la población, dicen que las perversiones no deben extenderse entre los niños”. De hecho, recuerda Milonov “entre los rusos lo que sorprende más es por qué está permitida en el resto de Europa”. Y como ejemplo se refiere a un caso añejo: “La permisión de la propaganda gay en Sodoma y Gomorra, que terminó no muy bien”. El mismo año en el que lanzó su ley contra los gais los estudios demoscópicos le dieron la razón. Según una encuesta del Centro Levada de 2012, un 74% de los rusos creen que los gais y lesbianas tienen un problema mental, mientras menos de la mitad opina que deben tener los mismos derechos que los heterosexuales. Su desprecio a los gais ha catapultado la carrera política de Milonov, que ha pasado de legislador regional a diputado nacional. Los programas de televisión se lo rifan.

Nikolai Alekseyev fue tal vez el primer ruso en desafiar esta ley, que antes de ser impuesta en todo el país fue avanzada por regiones y ciudades como San Petersburgo. Fue castigado para servir de ejemplo al resto. Su delito: protestar frente al Ayuntamiento de la vieja capital imperial. "La homosexualidad no es una degeneración. Degeneración es el hockey sobre hierba y el ballet sobre hielo", rezaba la pancarta que portaba. Alekseyev cree que “la forma en que se ha aplicado demuestra que su objetivo no consiste en proteger a los menores, sino en expulsar del espacio público a las gentes LGTB”. Aleksei Kiseliov huyó del país en 2012 tras haber participado en las protestas por el regreso al Kremlin del presidente Vladimir Putin.

El tercer ‘rebelde victorioso’ es Nikolay Vayev, que responde a las preguntas de ese medio mientras celebra el fallo. Fue arrestado en 2009 en Riazán, una de las regiones pioneras en la represión ‘legal’ de los gais. Su gran delito fue ponerse delante deuda biblioteca con un cartel que decía “soy gay, pregúntame sobre ello” y “la homosexualidad es una cosa normal”. Su intención, explica hoy este activista, era “iniciar un proceso legal para abolir estas leyes homófobas, “así que el Tribunal Europeo de Derechos humanos era mi última esperanza desde que registré mi queja en 2010”. Vayev, que actualmente vive en Moscú, cree que “el asuntos de la protección de los menores es un pretexto, el principal objetivo es acabar con la visibilidad del colectivo LGBT en Rusia”.

En efecto, el tribunal europeo ha sentenciado que "el mismo propósito de las leyes y la fórmula en que han sido aplicadas en los casos de los denunciantes han sido discriminatorios y no han servido a un interés público legítimo".

El viejo artículo 121 del código penal de Rusia, que sancionaba con penas de cárcel las prácticas homosexuales, no fue abolido hasta 1993, año en que también se dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental. La Iglesia Ortodoxa Rusa considera un "sacrilegio" las marchas del orgullo gay. El camino que queda por recorrer es largo. Y como explica Vayev “este primer fallo no cambiará nada porque Rusia no lo implementará”.

FUENTE: Javier C. Escalera - http://www.elconfidencial.com/

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