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domingo, 2 de julio de 2017

(España) Confesiones de un buscavidas: Si queremos entrar, entramos"

“¡Todos esos consejos veraniegos no valen para nada, es todo una tontería!”, sentencia Ángel, alias el Oso, mientras le da vueltas a un licor de hierbas amarillo chillón que resbala despacio por las paredes de la copa. Se refiere a las advertencias que abundan en verano para evitar que los ladrones roben en las casas. Por ejemplo, que se instale un sistema de seguridad. O se deje encendida la radio. O programe un ingenio domótico de esos que enciende y apaga las luces aunque usted esté en Mallorca.

“Ahora hay cosas muy modernas, muy sofisticadas, y en los sitios con pasta, que son los que merecen la pena, más todavía, pero si queremos entrar, entramos”, sentencia Ángel con una sonrisa. Le gusta sonreír porque acaba de estrenar dentadura después de muchos años "sin piños" por el consumo de heroína.

“Las alarmas no te echan para atrás. Si hay cosas interesantes que llevarse nada te echa para atrás. Lo único que pasa es que estarás más tiempo dándole vueltas a cómo dar el palo. Pero, escucha, lo único que evita que te entren en casa es un vigilante las 24 horas del día. ¡Y si eres de una banda de rumanos, ni eso!”, explica este veterano buscavidas que ha pasado más de una década de su vida en la cárcel. “Al que le molesta que la alarma suene es al vecino. Un profesional sabe que al menos tiene quince minutos desde que empieza el follón hasta que llega la policía. Y si lo tiene bien pensado y calculado, es tiempo más que suficiente”.

Vigilas calles buenas, de gente de pasta, no pierdes el tiempo en Usera para llevarte una alianza cutre de casada

El Oso y sus colegas hacen las cosas con calma. Bueno, hacían, por que él ya no delinque. “Hay que estar entre dos días y una semana vigilando, depende de la casa”, cuenta. “Obviamente, vigilas calles buenas, de gente de pasta, no pierdes el tiempo en Usera para llevarte una alianza cutre de casada o una medallita de la Comunión”, dice como quien habla con un niño, con cierto aire pedagógico: “Ya sabes, el centro o Pozuelo, que ahí sí que hay unos chalés de puta madre que te puedes sacar más de 20.000 euros”.

Martín camina con una pierna arqueada hacia dentro, algo renqueante. Es un hombre muy menudo que bebe un botellín de cerveza apoyado en la pared exterior del bar. Pero, precisamente, Martín sabe cosas del asunto que nos ocupa. Durante años, dada su condición de barrendero municipal, avisaba a los colegas de las casas “interesantes que estaban vacías”. También reptó en ocasiones para colarse en alguna, pero “de eso hace mucho tiempo”, dice sin querer darse importancia mientras intenta cambiar de conversación y regresa al refugio de la pared.
El Spiderman

El que sí que sabe reptar “por los tubos esos naranjas del gas” es el Spiderman, que a ratos de la narración es vecino de Villaverde y en otros reside en Alcorcón. El Oso a veces pierde un poco el hilo del relato, pero lo sustantivo es que “el Spiderman, que es un canijo pelirrojo que se mete por el ojo de una aguja, es capaz de robar mientras la gente duerme y quitarle las cosas de las mesillas de noche”.

Las cajas fuertes tampoco son un impedimento. “Ramón en 10 minutos se hace cualquier caja fuerte”, asegura Ángel. Ramón usa dos taladros. Uno lo mete en la cerradura y el otro a una cierta distancia. Después escucha y por los ruidos sabe cómo va el asunto. Cuando ya está hecho el grueso del trabajo gira la rueda hacia delante y hacia detrás y ya está. Aunque Ángel concede que en ocasiones ni siquiera la pericia de Ramón es suficiente “porque son de esas cajas muy caras”. Entonces toca “pico y pala y a tomar por culo”. Eso quiere decir sacar la caja de la pared y cargarla en un toro mecánico para meterla en una furgoneta “porque eso no lo levantas ni entre diez, y menos si son yonquis”, precisa el Oso, que recuerda una ocasión en que tuvieron que hacer eso mismo en el polígono Cobo Calleja. Eso sí, el que haya cajas muy complicadas no quita para que Ramón sea “un maestro”.

“Los que se dedican a las casas son especialistas”, comenta Ángel, que vuelve a desmentir la creencia popular de que “la Policía tarda tan poco en llegar. Tarda lo suficiente para que te dé tiempo”. Los especialistas suelen ser gentes menudas y sigilosas que si se topan con el dueño "salen corriendo porque no quieren movidas". A no ser que seas un pandillero joven o un extranjero "del Este", en cuyo caso, según Ángel, prefieres que la gente esté dentro para que te diga donde guarda el dinero y las joyas rápido. "Eso implica violencia y a los de mi quinta no nos gusta", concluye moviendo la mano –adornada en varios de sus dedos con anillos de sello– como si barriera.

Lo normal es no entrar si hay gente, "al menos entre los ladrones de bien", pero si quieren entrar con usted dentro, tienen sus triquiñuelas

Así que, generalmente, menos los jóvenes, “que son unos animales”, procuran entrar cuando la gente no está en su domicilio. Al menos, “entre los ladrones de bien”. Pero si por algún motivo interesa entrar aunque haya alguien, también tienen sus triquiñuelas. “Una vez nos dieron el soplo de que una señora tenía guardados 2.000 euros y no había manera de que se fuera de su casa porque se pasaba la vida allí”, relata el Oso. Se pusieron sus camisas limpias y se peinaron hacia atrás. Llamaron al timbre y dijeron que eran del Canal de Isabel II. La mujer no se lo creyó y se negó a franquearles el paso. “Entonces cogimos cuatro cubos de agua y se los metimos por debajo de la puerta, cuando vio la inundación ya se lo creyó”. Lo siguiente fue que la señora abrió la puerta y mientras uno la sujetaba del cuello contra la pared el otro le robaba el dinero. “Pero todo sin hacer daño, con cuidado”, matiza.

El Oso se ha tirado más de diez años en la cárcel. Pero allí no te quedas desfasado. Al contrario, las nuevas generaciones te cuentan nuevos métodos. Sobre los temporizadores que encienden y apagan luces, el veterano buscavidas dice que “pillar eso por la noche está chupado, es ir tres noches seguidas y comprobar cuándo hay luz y cuándo no”. Sin embargo, concede, “por el día es más jodido”.
Las técnicas modernas

Las técnicas de robo más modernas, según la Guardia Civil, son las siguientes:

- Minicámaras para controlar el interior de la casa.

- Inhibidores para bloquear los teléfonos e incluso algunas alarmas.

- Con una fina lámina de aluminio moldeable sacan un molde la llave de la puerta.

- Taladro doble. Con una broca presionan la cerradura y con la otra moldean los pesos que la mantienen bloqueada.

FUENTE: Daniel Borasteros - http://www.elconfidencial.com

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