El líder chino era un hombre muy complicado que entendía bien el poder. Por eso, nunca confió en nadie, solo al final de sus días se convirtió en un viejo egoísta que se dejó llevar por las ambiciones de su mujer y sus ideólogos. Nunca sabremos el coste real, pero lo que sí queda claro, cuando se contempla su cadáver embalsamado en la plaza de Tiananmen, es que el triunfo de la revolución cultural radicó en que, después de tantos excesos, Deng Xiaoping impuso su idea de dos países, un sistema, y China inició el camino para ser uno de los países más desarrollados del mundo y la primera economía junto a Estados Unidos.
FUENTE: Con información de Antonio Navalón - https://elpais.com