A Irina la enseñaron de pequeña a saludar a los desconocidos y a dar los buenos días. A mantener una buena actitud. Con tan solo 14 años, ¿quién iba a imaginar que su educación la pondría en peligro? Tampoco imaginaba que su pelo dorado sería un problema. Pero en su nuevo colegio, uno público en Panamá, sus actos no son tildados de amables, más bien de arrogantes. Es que ella no es cualquier estudiante, es extranjera. Tampoco cualquier extranjera, ella es “la venezolana”. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)
FUENTE: Con información de Agencias - http://www.venezuelaaldia.com