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domingo, 12 de noviembre de 2017

(Cataluña - España) Puigdemont, Forcadell y la comedia catalana de los Monty Python (+Opinión)

Por: José Antonio Zarzalejos - Carles Puigdemont reclama desde Bélgica una “lista del presidente” que agrupe a todas las fuerzas políticas y sociales independentistas que se presente bajo su liderazgo a las elecciones del 21 de diciembre. Este propósito hubiese tenido alguna posibilidad –aun siendo remota- si la todavía presidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, hubiese ingresado en prisión provisional y su situación fuese ahora como la de 'los Jordis' y la de Junqueras y los exconsejeros privados cautelarmente de libertad.
Sin embargo, el carácter simbólico y sin efectos jurídicos que, tanto la expresidenta de la ANC como demás miembros de la mesa del Parlamento, atribuyeron a la declaración unilateral de independencia y su acatamiento al 155 y, también, su disposición a retirarse de la política o a continuar haciéndolo en los márgenes legales, desmotiva al independentismo a agruparse bajo el dudoso liderazgo del huido Puigdemont y le condena a la fragmentación.

La comparecencia judicial de Forcadell y demás miembros de la mesa del Parlamento resultó desmovilizadora y –se reconozca o no- decepcionante para la parroquia secesionista en la que, como escribe en su auto el magistrado Pablo Llarena, la anterior responsable de la ANC ha tenido una “intervención medular… por la intensa repercusión de su propio liderazgo…”. Cuando se aplicó el 155, la activista y presidenta del Parlament lanzó la consigna: “Ni un paso atrás”. Ella, sin embargo, dio varios el jueves en el Tribunal Supremo.
En las actuales circunstancias, ERC no quiere desaprovechar la histórica ocasión de hegemonizar el nacionalismo en Cataluña, sobrepasar –vapuleándolos- a los exconvergentes y colocar a su líder –Oriol Junqueras- en la presidencia de la Generalitat. Puigdemont ha entrado en una fase megalómana y no se conforma con ser el cabeza de lista del PDeCAT al que las encuestas auguran un cuarto o quinto puesto en el ranking del 21 de diciembre, es decir, una auténtica hecatombe electoral.

Puigdemont o es cabeza de lista de una ruinosa y tumultuaria agrupación de electores –ya se ha sobrepasado el plazo para presentar coaliciones- o no concurrirá como candidato de su partido. Y es muy probable que suceda esto último, es decir, que en Cataluña se elija a un nuevo presidente de la Generalitat mientras el cesado y fugado político de Girona sigue en Bruselas o en prisión, en donde ingresará de inmediato cuando sea devuelto por Bélgica.
Puigdemont o es cabeza de lista de una ruinosa y tumultuaria agrupación de electores o no concurrirá como candidato de su partido
La lucha en el secesionismo, transido de contradicciones, deslealtades, astucias frustradas y expectativas incumplidas, tiene naturaleza cainita como ha escrito nada menos que Felip Puig en 'La Vanguardia' el pasado día 6. El que fuera uno de los hombres fuertes del “pujolismo” y del “masismo” ante el panorama que observa en Cataluña, escribe: "Veo pasar en mi imaginación los hilarantes, aunque reales y trágicos, fotogramas de la lucha partidista tan bien retratados por Monthy Python en `La vida de Brian´”.
Es más: Puig augura que el secesionismo representará (ya lo hace) esa performance del grupo humorista británico si no hay lista única que agrupe a todos –desde Puigdemont a ERC pasando por 'los Jordis'- para alcanzar “el 60% de los votos y 90 diputados en el Parlament de Catalunya. Mayoría y legitimidad. Mayoría absoluta indiscutible en el Parlamento, gobierno de unidad hasta alcanzar el referéndum legal, consecuente lista unitaria a las elecciones a las Cortes españolas. Síntesis y unidad, o Monty Python”. La impresión en este momento –insisto: mucho más después del auto del magistrado Llarena- es que en Cataluña se va a producir una tragicomedia al estilo de “La vida de Brian”. No lo digo yo, lo dice Felip Puig.
La lucha en el secesionismo, transido de contradicciones, deslealtades, astucias frustradas y expectativas incumplidas, tiene naturaleza cainita
El proceso independentista ha sido un inmenso fiasco. Pero no un fiasco inocuo sino de gravísimas consecuencias. No son las menores los sentimientos de frustración que ha sembrado en la sociedad catalana que le atribuyó viabilidad. Cuentan, y mucho, las desastrosas consecuencias económico-empresariales que ha comportado, la fractura social en la sociedad catalana, el ridículo internacional del expresidente de la Generalitat, solo secundado por los sectores más atrabiliarios y radicales de la Unión Europea, la emergencia de la identidad española en Cataluña que ha bajado a la calle impulsado por el autoritarismo autocrático del independentismo y la rehabilitación del Estado de derecho respaldado inequívocamente por el PP, el PSOE y Ciudadanos, con el consecuente castigo al Podemos de Iglesias por su oportunismo prosecesionista.
Es muy probable que los últimos recursos de la fraudulenta narrativa secesionista –ahora, los presos- se agote a no tardar mucho. El Tribunal Supremo acumulará todas las causas y resulta muy verosímil que tanto los presidentes de ANC como de Òmnium Cultural, Junqueras y los exconsejeros salgan de la cárcel y los separatistas se queden sin discurso y, sobre todo, sin credibilidad. O solo con una proclamación simbólica de la república catalana y una intensa sensación de ridículo sólo a ellos atribuible. Y que unos Monty Python contemporáneos podrían utilizar como guion para una de sus tragicomedias.

FUENTE: Con información de JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS - https://blogs.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)

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