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viernes, 5 de enero de 2018

(España) Puigdemont y ERC negocian en Bruselas la investidura con las espadas en alto

Las negociaciones para intentar aplicar en Cataluña los resultados electorales del pasado 21 de diciembre ya han comenzado. En Bruselas, lugar de residencia del candidato de Junts per Catalunya (JxCAT), Carles Puigdemont, y donde viven otros cuatro candidatos electos, huidos de la Justicia española: los exconsejeros Clara Ponsatí, Lluís Puig, Meritxell Serret y Toni Comín.
En la capital belga han comenzado a celebrarse 'cumbres' políticas para encauzar las negociaciones, que se prevén a cara de perro. No habrá cuartel para los rivales en esta negociación, en la que Puigdemont ya ha puesto sobre la mesa una verdad incuestionable: su candidatura ganó en votos y en escaños a las otras dos del bloque independentista. Por tanto, reclama ser el próximo 'president' de la Generalitat… si la investidura se lo permite. Las espadas están en alto.

Hasta la capital belga se desplazaron los representantes de ERC Roger Torrent, Pere Aragonès y Jordi Bacardit. Pero también una delegación de la CUP, con su candidato, Carles Riera, a la cabeza, acompañado de Núria Gibert, portavoz de la CUP (iba de número 10 por la lista de Barcelona), y Natàlia Sànchez, cabeza de lista por Girona. Puigdemont, por su parte, estuvo rodeado por personas de su entera confianza: su jefa de campaña, Elsa Artadi, Jaume Clotet, Eduard Pujol, Albert Batet y Miquel Àngel Escobar. “Son personas de la confianza de Puigdemont, no del PDeCAT”, subraya a El Confidencial un alto cargo de esta formación.

Los independentistas saben que el tiempo apremia y que antes de finales de mes tendrá que haber una primera votación de investidura del futuro presidente de la Generalitat. En las filas del PDeCAT se sostiene, no obstante, una verdad como un templo: "¿Quién sacó más votos y más escaños en las elecciones? Puigdemont. Por tanto, el único que puede ser presidente es él, como candidato más votado del bloque independentista, que es el que tiene la mayoría absoluta en escaños".

En ERC no se niega ese dato, aunque se duelen de que fueron los 60.000 votos de ventaja en Girona, el feudo del ‘expresident’ fugado, los que le permitieron superar a los republicanos (JxCAT obtuvo 10.000 votos más que ERC en toda Cataluña). Destacan, no obstante, que estos "fueron los peores resultados de la historia de Convergència: en el año 2010, Artur Mas tenía 62 diputados; luego, bajó a 50, y ahora tiene 34. Esquerra, en cambio, tenía 10 diputados en 2010 y ahora tiene 32. Lo que ha pasado es que la gestión de las expectativas hace que parezca que Puigdemont ganó las elecciones y que la gran derrotada haya sido ERC, cuando nosotros sacamos los mejores resultados de la historia". Así lo explica a este diario una de las fuentes consultadas.

Pero ante el resultado de ambas fuerzas (66 diputados entre las dos, frente a una mayoría absoluta de 68 y contando que la CUP tiene cuatro), los republicanos consideran que "solo pueden ser presidentes o Puigdemont o Junqueras [Oriol Junqueras, cabeza de lista de Esquerra, que se encuentra en la cárcel y sobre cuya libertad el Supremo seguirá hoy deliberando]". Los republicanos, no obstante, no quieren añadir leña al fuego y reconocen que Puigdemont ganó los comicios a Esquerra, por lo que “debe mover ficha y exponer tanto su propuesta de gobierno como el modo en que se puede llevar a cabo la investidura”.

Las objeciones de cada uno
Evidentemente, hay objeciones por ambos bandos: Junqueras, en prisión, y Puigdemont, huido en Bruselas, son circunstancias que dificultan las negociaciones, puesto que no está claro que la investidura pueda aplicarse al convergente. De hecho, no está claro que el reglamento del Parlament permita que sea investida una persona ausente. Bien es cierto que Junqueras, aunque siguiese en prisión, podría tener, excepcionalmente, un permiso para asistir a un acto tan importante como es la investidura de un presidente y, por tanto, al estar presente en el hemiciclo podría ser investido.

Pero no ocurre lo mismo con un candidato ausente. El reglamento del Parlament detalla que el candidato "presenta el programa de gobierno y solicita la confianza del pleno”. A continuación, intervienen los grupos políticos y el candidato “puede hacer uso de la palabra tantas veces como lo solicite”. No dice nada sobre la presencia física, aunque se sobreentiende que la sesión se realiza con el candidato en la sala. Al menos, es así como se ha interpretado siempre la norma y es la única interpretación lógica y sostenible en un sistema democrático.

De hecho, ni siquiera los republicanos tienen claro que a pesar de no especificarlo se pueda ungir a un ‘president’ telemáticamente. Y ello lleva a otra cuestión: Puigdemont prometió volver a Cataluña tras el 21-D. ¿Lo hará?. "Hasta ahora, ha cumplido todo lo que ha prometido. No tengo por qué dudar de su palabra. Volverá, pero hay que encontrar el momento", razona un cargo de su partido. Pero también esta situación da pie a los convergentes a insistir en que "Puigdemont tiene la misma legitimidad que Junqueras . Hoy por hoy, hay el mismo problema estando en Bruselas que en la cárcel".

El problema, con el Gobierno del PP
Las fuentes subrayan que “si no es un problema estar en prisión para ser investido, tampoco lo debería ser estar en Bruselas. Y hay más: imaginémonos que Junqueras es investido y que hay juicio dentro de un año y es inhabilitado. Pues se acabó ser presidente de la Generalitat. El Govern quedaría descabezado. Por tanto, la legitimidad de Puigdemont es la misma que la de Junqueras”.

El problema, señalan las fuentes, no es con la investidura. “Con ERC siempre podemos llegar a acuerdos. Siempre logramos entendernos aunque sea en la última hora, el último minuto y el último segundo”, enfatizan. El problema vendría después: “Más allá de la investidura, nos encontraríamos con que hay que gobernar, que gestionar. Y, evidentemente, plantearemos la bilateralidad, tal y como ya hemos anunciado y va en los programas. Pero resulta que el Gobierno central no la acepta. Y planteamos una nueva financiación. Pero resulta que el Gobierno central no la acepta. Y pedimos el cumplimiento de la cláusula tercera adicional del Estatuto. Pero el Gobierno central no lo acepta. Pues ya volvemos a tener el mismo problema”. Y zanjan el tema criticando que “el Gobierno del PP no está dispuesto a ningún diálogo, mientras que Montoro nos recorta incluso los fondos y nos aprieta las clavijas. Lo que está intentando hacer el Estado es conseguir de esta manera lo que no pudo en las urnas, y eso es solo a través de desgastarnos”.

FUENTE: Con información de ANTONIO FERNÁNDEZ - https://www.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ

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