Empecemos por lo fundamental: ¿qué es? Una versión hindú de la mantequilla, hecha con leche de búfala y más ligera, por lo que es lógico pensar que se trata de un alimento más sano. A fin de cuentas, no hay muchos faquires gordos. En absoluto: el ghee es lo peor (y más delicioso) que se puede hacer con un lácteo. Es una versión de la conocida como mantequilla clarificada, en la que se separan los lácteos de la grasa, descartando todo menos esto último. En el caso de la mantequilla clarificada, el procedimiento es algo laborioso: se calienta hasta que se licúa y después se centrifuga para separar las partes según su peso. En el ghee, se calienta tanto como para empezar a quemar los lácteos sólidos que se precipitan al fondo del recipiente —lo que le da cierto tono marrón—, para separar la grasa después.
Podemos hacer hincapié en las propiedades nutricionales de la mantequilla, en sus posibles efectos positivos para nuestra salud. Pero da igual. Por muchos estudios que avalen alguna cualidad específica, al final del día la mantequilla es lo que es: un placer culpable, y todo parece indicar que en el caso del ghee, es lo mismo.
Es grasa pura. Según la base de datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, por cada 100 gramos de ghee, hay... 100 gramos de grasa, de los cuales 60 son saturadas, cuatro poliinsaturadas y 0,3 colesterol. En el caso de la mantequilla normal, según la Base de Datos Española de Composición de Alimentos, un 82% son grasas, un 16,9% agua y el 0,7% proteínas.
Su valor gastronómico se basa en su elevado punto de humeo. Este es la temperatura a la que un aceite o grasa empieza a humear, y por tanto a alterarse, cambiando su composición química y su sabor. Esto es importante en el caso de los sofritos o los fritos, en los que una elevada temperatura del aceite es importante. En el caso del aceite de oliva virgen extra, es de 217 ºC; el de girasol semirrefinado, 232 ºC, y el ghee, 250 ºC. Esto lo convierte en una buena opción para freír, y más ahora que las grasas saturadas de procedencia animal han dejado de estar tan mal vistas.
Aunque es cierto que ha cesado la demonización de las grasas, hay un tipo que no se salva, y con motivo: las trans. Estas grasas son muy comunes en productos procesados y están directamente relacionadas con problemas de salud. En el caso del ghee, no hay grasas trans si es de origen animal. Los investigadores A. Ascherio y W. C. Willett, de la Universidad de Harvard, explicaban en un estudio que "los aceites vegetales parcialmente hidrogenados (trans), llamados vanaspathi en la India, están reemplazando al ghee tradicional". De las pocas veces que la versión vegetal de un alimento es peor que la animal.
No vamos a mentir: la grasa está rica, desde la del aceite de oliva, que además es sana, hasta la de la chuleta de cordero. El sabor del ghee, junto con su alto punto de humeo y el bombo que se le está dando, podría justificar su precio, que ronda los 37 euros el kilo, cuando la mantequilla cuesta solo 6,64 euros. Al final, va a resultar que son el agua y las proteínas de la mantequilla los que la van a convertir en mala para la salud... ¡Todo porque nos encanta la grasa!
FUENTE: Con información de Álvaro Hermida - https://www.alimente.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)