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viernes, 4 de mayo de 2018

(España) ETA se va sin pedir perdón, sin hacer autocrítica y sin colaborar con la Justicia

ETA se ha ido sin pedir perdón a las miles de víctimas causadas, sin hacer autocrítica por su actividad y sin mostrar ninguna intención de colaborar con la Justicia para esclarecer los cerca de 400 asesinatos sin resolver. El epitafio de la banda terrorista, al que ha puesto voz el histórico terrorista Josu Urrutikoetxea, 'Josu Ternera', no deja de ser una mera justificación a lo que ha hecho en el pasado y en la que en cierto modo viene a reclamar a todos aquellos a los que infligió dolor y sufrimiento un reconocimiento por la decisión adoptada de desaparecer.

No hay nada en el escueto comunicado con el que se despide ETA de lo que se le había demandado. Solo, y forzada, ha asumido el término “disolución” para su final, una palabra que no entraba en su diccionario y que la banda terrorista se ha visto obligada a utilizar a instancias de los mediadores internacionales que han ejercido de 'jueces morales' de este proceso y que habían puesto la exigencia de que la declaración fuese clara e inequívoca como condición para avalar su adiós definitivo. "Desmovilización" -término utilizado por las FARC para su final- o "desmilitarización" eran los términos que la banda terrorista pretendía asumir en un inicio para formalizar su adiós, algo que no encajaba en la "desaparición unilateral, efectiva y definitiva" que se le reclamaba.

La banda terrorista no ha querido proyectar una sensación de derrota y ha desterrado en su declaración final cualquier expresión que proyecte fracaso. No hay nada en sus escasas 30 líneas de despedida más allá de su habitual retórica. De hecho, ETA dice más en su anterior comunicado del 20 de abril en el que pidió un perdón selectivo a las víctimas, a aquellas que “no tenían participación directa en el conflicto”, o incluso en la carta de carácter privado remitida hace unos días a agentes políticos, institucionales y sociales, y cuyo contenido fue conocido ayer, en la que reconocía su parte de culpa en el “sufrimiento provocado”.

El mensaje final de ETA va en la línea de esta misiva, fechada el pasado 16 de abril, y utiliza prácticamente las mismas expresiones para comunicar que “ha desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras” y que ha "dado por concluidos el ciclo histórico y la función” de la banda terrorista. “ETA da por concluida toda su actividad política. No será un agente que manifieste posiciones políticas, promueva iniciativas o interpele a otros actores”, asevera. Esto es, rechaza ejercer un papel político, algo a lo que nunca había renunciado tras declarar en 2011 el fin de su actividad armada.

ETA viste el comunicado de ahora que certifica su final, bautizado como ‘Declaración final de ETA al pueblo vasco’, como “la secuencia lógica” de la decisión adoptada hace seis años y medio. Y defiende que haya adoptado esta “decisión histórica” porque “no tiene miedo alguno a ese escenario de democrático (sic)” y “para que el proceso a favor de la libertad y la paz continúe por otro camino”. Pero el camino que ahora hay que emprender exige verdad, justicia y reparación, tres máximas de las que se desentiende la banda terrorista en el certificado de su defunción como organización a futuro (que no a pasado).

Porque ETA, como bien deja constancia en el comunicado, quiere permanecer en el recuerdo como un agente que cumplió su función para 'la liberación del pueblo vasco' y quiere pasar a la historia como el artífice de una nueva etapa hacia la paz y la convivencia en el País Vasco. “Esta última decisión la adoptamos para favorecer una nueva fase histórica”, resalta.

La banda terrorista, como era de esperar, se va con reproches y con exigencias. Reproches a los gobiernos español y francés por la “utilización de la violencia política”, por su “obstinación en perpetuar el conflicto” que les enfrenta con “Euskal Herria”. Y exigencias a los demás, a quienes no ha podido vencer con las armas, a quienes le han forzado a dimitir en su loca y sanguinaria trayectoria que ha dejado a lo largo de casi 60 años más de 850 víctimas mortales. “El principal reto será construir un proceso como pueblo que tenga como ejes la acumulación de fuerzas, la activación popular y los acuerdos entre diferentes, tanto para abordar las consecuencias del conflicto como para abordar su raíz política e histórica”, señala.

Apagadas las armas, ETA apunta directamente al "derecho a decidir" del pueblo vasco, la que va a ser la gran reivindicación nacionalista de cara a ‘la lucha política’ de los próximos años. La banda terrorista deja especialmente esta tarea en manos del que ha sido su brazo político. “Materializar el derecho a decidir para lograr el reconocimiento nacional será clave. El independentismo de izquierdas trabajará para que ello conduzca a la constitución del Estado Vasco”, expone. No hay, por el contrario, ninguna alusión a sus cerca de 300 presos repartidos en las cárceles de España y Francia, y cuya cuestión ya está en la agenda prioritaria del nacionalismo, que va a presionar al Gobierno de Mariano Rajoy a nivel político e institucional con un cambio en la política penitenciaria.

ETA no admite que se va por su debilidad, ahogada por la presión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FSE) y repudiada por la sociedad vasca de forma mayoritaria, y, por el contrario, atribuye esta "debilidad” a España y Francia, que están “temerosos a la situación que provocaría una resolución integral del conflicto”. No reconoce la verdad de las causas de su final como tampoco asume la vía de la reparación y la justicia. No hay ni una sola palabra dirigida a sus víctimas ni referencia alguna a una hipotética colaboración con la Justicia para esclarecer los cerca de 400 crímenes que permanecen sin esclarecer. Aunque esta última era una cuestión que ya se daba por segura. Más dudas existía, en cambio, sobre el reconocimiento a las víctimas tras el perdón selectivo dado hace apenas dos semanas y tras las posteriores exigencias de la sociedad vasca a la que dice deberse para que extendiera este perdón a todas las víctimas en su último pronunciamiento.

Sin este perdón, sin este reconocimiento del sufrimiento acusado, sin está falta de autocrítica y con esta burla a la Justicia en su epitafio, ETA deja claro que se siente orgullosa de su trayectoria. Es más, en su lápida de defunción deja escrito que la sociedad vasca le debe un doble reconocimiento: por la lucha llevada a cabo en el pasado y por su contribución presente al proceso de paz y convivencia. “ETA nació cuando Euskal Herria agonizaba, ahogada por las garras del franquismo y asimilada por el Estado jacobino, y ahora, 60 años después, existe un pueblo vivo que quiere ser dueño de su futuro, gracias al trabajo realizado en distintos ámbitos y la lucha de diferentes generaciones”. Sin palabras.

“ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él”, se despide de su ‘pueblo’, no sin antes dejar constancia de que la lucha continuará a futuro aunque no sea como organización. Porque la banda terrorista no se quiere ir sin señalar nuevos objetivos. “Los exmilitantes de ETA continuarán con la lucha por una Euskal Herria reunificada, independiente, socialista, euskaldun y no patriarcal en otros ámbitos, cada cual donde lo considere más oportuno, con la responsabilidad y honestidad de siempre”, testimonia para elevar por última vez su proclama por la que ha luchado durante casi seis décadas. “Gora Euskal Herria Askatuta! Gora Euskal Herria Socialista! Jo Ta ke independentzia eta socialismo lortu arte!”

FUENTE: Con información de JOSE MARI ALONSO - https://www.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)

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