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lunes, 28 de mayo de 2018

(España) Obligados a emprender a los 50: "He estado años sin que me llamen para una entrevista"

Cristina Rubio tenía todo lo que podía desear laboralmente alguien de su edad. Coche de empresa, dietas, un buen sueldo, seguro privado… Era una de las principales directivas de una importante cadena de hostelería. Pero un día algo hizo 'click'. Tenía 44 años y se fue con una mano delante y otra detrás porque dejó de compartir la filosofía de gestión de la empresa donde llevaba 17 años. Ahora, casi 10 años después y tras intentar emprender, es locutora de doblaje, documentales y cortos. "Jamás habría imaginado dedicarme a esto, pero me encanta", reconoce ahora a sus 53 años, con los que ha ido sorteando prejuicios: "Ha habido quien me ha dado apoyo total, pero también he notado en mis padres y amigos el pensamiento ese de 'esta mujer está loca, a su edad'...".

La historia de Fernando Gil es parecida, aunque su periplo comenzó con una carta de despido a los 48 años. Ascendiendo desde botones, toda su vida había discurrido por la administración de empresas, pero cuando se vio en la calle, los recuerdos del trajín de camareros y comandas del bar familiar le devolvieron a la gastronomía. Con 55 años se encuentra desarrollando proyectos que aúnan la pasión por la comida con los temas sociales, aunque también ha intentado probar suerte, sin éxito, en volver a trabajar para otros: "Me he tirado años sin que nadie me llamase para una entrevista. Si la consigo sé que me vendo bien, pero sin ni si quiera esa oportunidad, es difícil".


Por voluntad o por necesidad, cada vez más personas deciden reorientar su carrera laboral rondando los 50. El modelo social actual está acabando con el mantra de "un trabajo para toda la vida" y la crisis ha empujado a muchos 'babyboomers' —nacidos entre 1945 y 1965— a reinventarse. Por el camino se encuentran el estigma de una sociedad que les considera demasiado viejos para abrirse nuevos caminos, pero también para seguir contratándoles en lo que mejor saben hacer.

Con 'la etiqueta' a cuestas
En lo peor de la depresión económica, el 21% de los mayores de 50 años estaba en el paro. Tras la crisis, solo un 5,3% de los desempleados de larga duración mayores de 45 ha encontrado un empleo temporal y un 0,6% indefinido. El 70% de los trabajadores mayores de 55 cree que no podrá volver a trabajar nunca... Los datos son abrumadores, pero las soluciones para dar salida a este problema social, dicen los expertos, han sido nulas y se han orientado sistemáticamente en ayudar solo a los parados jóvenes.

"Ahora mismo la discriminación por edad se hace abiertamente desde el Estado. Solo se contemplan medidas de empleo para los jóvenes, pero en España no hay discriminación a la juventud, porque no es por su edad que no encuentran trabajo, es por su falta de experiencia", denuncia Juan Antonio Herrero, presidente de la plataforma Edad sin Fronteras. "No se puede solucionar el problema del paro con medidas discriminatorias, porque lo único que consigues es precisamente perjudicar a otro secto

Eleonora Barone era arquitecta urbanista pero en 2011 la Generalitat de Cataluña recortó en trabajadores no funcionarios como ella. "Al principio pensé que no me costaría encontrar trabajo, con una carrera, un doctorado, 12 años de experiencia… Pero lo cierto es que nadie me llamaba". Solo tenía 38 años, pero ya era mayor para algunas cosas, como por ejemplo, zambullirse en el mundo del marketing, donde llegó a hacer un máster que no se tradujo en un puesto: "Las grandes empresas solo buscan millennials".

Por el miedo a acabar dependiendo de una empresa que pudiese dejarle de nuevo en la calle a una edad todavía más vulnerable, ha acabado montando mYmO, un laboratorio de innovación social centrado en el talento senior y los proyectos intergeneracionales. En esta aventura, en la que lleva tres años, tampoco ha encontrado muchos apoyos institucionales: "Los cursos o incubadoras de emprendimiento están pensadas para personas jóvenes, y claro yo no quepo", se queja. "Además, no todo el mundo tiene que emprender, tiene que haber otras opciones, más canales, y como sociedad no las estamos diseñando".

La experta en recursos humanos y en lo que se empieza a conocer como 'age management', Laura Rosillo, coincide en que la fecha de nacimiento sigue siendo un dato que pesa demasiado en los currículums. "España tiene una herencia muy mala que es la costumbre de los trienios. Las empresas tienen el prejuicio de que una persona mayor les va a costar más dinero y que va a ser menos productiva y eso no es así. Realmente es todo prejuicio, no hay nada que lo sustente".

Al llegar al INEM, muchos trabajadores descubren que el trabajo en el que han invertido toda su vida laboral, ha quedado obsoleto. Además, es habitual que no cuenten con estudios superiores, lo que complica todavía más su integración. Con la crisis aumentó la población universitaria de más de 30 años en un 167% y un 49,4% la mayor de 40. Sin embargo, al salir de esa segunda etapa de formación, ante la misma —nula— experiencia, la edad también es un grado diferenciador entre candidatos jóvenes y mayores. "No hay una edad determinada para aprender a volar un dron, ni lo hace mejor alguien de 25 que de 45. Ahora los trabajos cambian, hay nuevas profesiones y a la hora de aprender todos somos iguales", explica Rosillo. "Pero por algún motivo las empresas asocian 'talento' a joven".

Desde mYmO, donde acaban de poner en marcha una campaña de concienciación sobre este tema —'No Caduco'— creen que no se trata solo de un asunto de dígitos en el DNI. "Más que la edad, el problema es que se nos pone una etiqueta, pasas a ser 'algo': arquitecta, ingeniero, directivo… Y eso dificulta mucho cambiar de profesión", explica Eleonora "Y también parece que ya no sabes hacer nada más, como un estanco. Mi trabajo ahora mismo podría encajar más para una socióloga o antropóloga, pero lo cierto es que muchas cosas de mi labor anterior me sirven ahora, y eso es enriquecedor". Fernando asiente y coincide: "Sigue habiendo un tanto por ciento altísimo de personal de RRHH que tienen muy interiorizado lo de las etiquetas y las típicas preguntas de '¿por qué querrá dedicarse a otra cosa?', '¿Por qué lleva tantos años sin trabajar?' Visto desde el lado del desempleado son preguntas absurdas, porque no te dice nada sobre si está preparado para el puesto o no". En los parados de larga duración se da además otra circunstancia: a medida que se aleja en el tiempo el último empleo, es más complicado encontrar uno nuevo. La situación se 'enquista' en el prejuicio del empleador y las personas desempleadas a partir de los 50 —la edad crítica según los expertos— se encuentran en un limbo en el que la jubilación está demasiado lejos, el paro se agota y se deja de cotizar precisamente en los últimos años de vida laboral. Una situación más dramática —y con más cargas personales— que la que se da en el paro juvenil.

Desde Asempleo, la patronal de empresas de trabajo temporal y agencias de empleo, creen que es fundamental que los empresarios cambien el chip a la hora de contratar para revertir la tendencia. "Atribuyen inadecuadamente una serie de virtudes solo por tener menos edad. Los trabajos que requieren un esfuerzo físico han bajado drásticamente. Además, los mayores de 50 años demuestran una mayor responsabilidad y experiencia en el trabajo: son más puntuales, vigilan la indumentaria, responden mejor ante los jefes, tienen menos tasa de abandono... Y eso es lo que hay que tener en cuenta", apunta Andreu Cruañas, presidente de la patronal.

Algunas empresas ya apuestan por solicitar currículums ciegos o anónimos. Hasta el ministerio de Servicios Sociales ha hecho el intento con una iniciativa que se limita a apuntar compañías que se comprometen a hacerlo en una lista. Desde Asempleo advierten de que ese es solo el primer paso, pero que no evita el estigma: "Al final si hay prejuicio va a seguir ahí en la entrevista". Creen que lejos de evitarlo, tener empleados pasados los 50 debe ser aun atractivo para las empresas. "Transmiten buena imagen hacia dentro y hacia fuera, deberían aprovecharlo".

Contra la jubilación forzosa
En Estados Unidos, el 'age managment' —la gestión de la edad en el entorno laboral— está más extendido, y la discriminación por edad, o "edadismo" más perseguida. Según la OMS, el país tiene uno de los sistemas antidiscriminatorios más sólidos, así como de los índices de personas de más de 65 años en el mercado laboral más altos. "Las inspecciones de trabajo van muy dirigidas a esto y en cuanto una empresa tiene un grupo de edad muy mayoritario ya sospechan que pueda haber un problema. Y lo mismo pasa con la apariencia física, hay muchas más multas por estos temas", explica Juan Antonio Herrero, de la plataforma de Edad sin Fronteras, que trabajó en la universidad de California durante 28 años. Al volver a España y buscar trabajo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, lo primero que le preguntaron no fue su experiencia, si no su edad.

A pesar de que la discriminación en el entorno laboral está penada en España, un paseo por algunos de los portales de empleos más conocidos deja clara la situación. Una famosa inmobiliaria, por ejemplo, busca asesores "menores de 30 años", a pesar de no ser necesaria experiencia previa en el sector. Una empresa de marketing quiere un auxiliar con la ESO e inscrito en el INEM, pero por debajo de los 30 años. Otra empresa busca comercial urgentemente, pero solo si es menor de 45 años. Hay incluso un máster del Círculo de Bellas Artes limitado a menores de 30.

Según la plataforma Edad Sin Fronteras, para que el puesto de trabajo deje de estar condicionado a la edad es importante que la jubilación empiece a ser voluntaria, como ya ocurre en muchos países. Es una de las medidas que la organización presentó al Congreso de los Diputados el pasado mes de marzo. "En países como Canadá, EEUU o Inglaterra entre el 15% y el 20% de la fuerza de trabajo sigue ejerciendo después de edad de jubilación, con lo que eso supone para la economía y las contribuciones a la Seguridad Social", explica Juan Antonio Herrero. También la OCDE ha recomendado la eliminación de las políticas de jubilación obligatoria como la que rige el sistema español. El objetivo es, según los expertos, poder seguir aprovechando la experiencia y talento de quienes quieran seguir contribuyendo, aunque sea parcialmente, mejorando además la economía. "En España se ha proyectado la idea de que la economía es rígida, que para que entren los jóvenes tengan que salir los mayores, cuando no es así. Cuanta más gente haya trabajando, mejor". Ahora mismo, para seguir en un puesto pasados los 65 en España solo existe la figura de la jubilación activa, con la que se debe renunciar al 50% de la pensión. "Al final tiene que compensarte para hacerlo", explica Laura Rosillo. "Ahora mismo vivimos 20 años más que hace cien, pero seguimos teniendo la misma edad de jubilación y eso no tiene sentido. Todas las etapas vitales se han retrasado diez años: el primer trabajo, el primer hijo… pero la jubilación no".

Por eso, tanto Laura Rosillo como Eleonora Barone apuestan por el equilibrio de personas de distintas edades para enriquecer el entorno laboral. "Por ejemplo, el Plan Relevo estaba muy bien pero las empresas no lo han puesto en marcha: incorporar un junior que aprenda de un senior mientras las tareas se van traspasando paulatinamente de uno a otro", explica Barone. "Los jóvenes tienen más habilidades con el teléfono pero no para desarrollar procesos cognitivos con ellos, lo bueno es complementarse. Y además es que no queda otra, al final hay que encontrar alguna solución, porque la realidad es que el futuro es de los mayores, la baja natalidad nos lleva a ello", reflexiona Rosillo. "Antes había 'baby boom', y ahora 'senior boom'. Y hay que darles trabajo", sentencia la fundadora de mYmO.

FUENTE: Con información de MARÍA ZUIL - https://www.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)

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