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lunes, 28 de mayo de 2018

Villa Podemos por dentro: una columna del siglo XVI y un váter en una tinaja centenaria

La casa de los sueños de Irene Montero y Pablo Iglesias lo fue antes de otra pareja. Concretamente del empresario Julio Herrero y su mujer Ana Soriano. El matrimonio construyó el chalet desde los cimientos, entre 2000 y 2001, pensando y repensando cada uno de sus elementos, anteponiendo siempre la fantasía a la cartera. El resultado es un inmueble singular con una columna renacentista, un gallinero, las rejas de un convento, un huerto, lámparas fabricadas con cadenas de un ruedo taurino, ladrillo antiguo de tejar en la cocina, la puerta de un establo o un váter en el jardín. El 'collage' espanta y despierta pasiones, a partes iguales, entre los que lo conocen. De alguna manera, Villa Podemos se adapta como un guante a sus nuevos dueños: los que no la aman, la odian.

Los vecinos del chalet de Galapagar definen a los antiguos dueños como "una pareja sin hijos, y por lo tanto con ciertas peculiaridades que se podrían interpretar como excentricidad", según una mujer de mediana edad que pasó tiempo en la casa. Herrero procede de una familia con cierto prestigio en la sierra norte madrileña: su padre fue Julio Herrero Guisado, creador del parque Jotache de Torrelodones, un espacio público donde se expone parte de su obra escultórica. Cuando construyeron la casa, Herrero, el hijo, controlaba varias sociedades con buen desempeño, lo que le permitió acometer la millonaria construcción del chalet. Del pasado de Soriano se conoce menos en Galapagar, tan solo que la casa fue su gran proyecto personal y que, después, hizo de ella su modo de vida. "Entrabas un ratito y te explicaba los materiales de los que está hecha, al parecer los eligió todos ella. A menudo reprochaba a la gente no tener gusto suficiente para apreciarla ", comenta otro vecino. El Confidencial ha intentado ponerse en contacto con el matrimonio sin éxito.

La pareja estaba tan orgullosa de su creación que incluso acabaron abriendo las puertas a los fotógrafos y redactores de revistas de decoración y arquitectura. "Loa al buen gusto entre vestigios de otras épocas", titulaba la revista 'Chalet' un reportaje en su número del verano de 2009. La publicación encadenaba elogios, tanto al diseño del arquitecto, José Ignacio Rubio García, como a la decoración de sus propietarios. Entre otros agasajos, la publicación destaca en un sumario que "cada faceta de esta casa y su jardín están estudiados", que "no existe ni una sola fachada descuidada, ni una sola vista que se haya escapado al control de sus diseñadores". Y añadían que "un paisajista profesional ha obtenido extraordinarios resultados estéticos y funcionales"

Los propietarios explican en las páginas del reportaje que se utilizó "material de desecho" para construir la casa, seguramente en referencia a que obtuvieron varias piezas en derribos: la puerta de un establo, las ventanas de reja traídas de un convento, unas vigas centenarias "de origen desconocido", una columna palaciega del siglo XVI, losas de piedra antigua importadas de Portugal, lámparas hechas con un antiguo tiro de carro y con "cadenas originales de los ruedos taurinos".

Aunque levantada de cero, la vivienda trata de imitar una edificación antigua. El interior se diseñó combinando elementos rústicos con tecnología y materiales modernos, como un lucernario con control remoto, una "malla geotextil" que cubre la capa de grava o "gres porcelánico". Se habla también mucho de los 70 metros cuadrados de huerta "primorosamente organizada y regada por goteo" que "permite a los habitantes de este confortable hogar contar con excedentes alimentarios de primera calidad a lo largo de todo el año".

La casa también fue retratada en otro larguísimo reportaje publicado en el número 508 de la revista 'El Mueble' en el que se destacaban "los olivos centenarios traídos hasta aquí por la empresa que se encargó de acondicionar el jardín y construir la piscina". Entre los muebles, se habla por ejemplo de una gran cama con dosel, "una pieza de fuerte encanto colonial, importada de Tailandia, que Ana ha sabido combinar con una sencilla mesilla rústica, de anticuario". Se añaden otros muchos detalles de coleccionista de los que no podrán disfrutar los líderes de Podemos puesto que adquirieron el inmueble vacío.

Otra persona que pasó varios días en la casa explica que "ni la piscina ni la casa son tan grandes como parecen en las fotos". El espacio, dice, se podría quedar corto para una pareja con dos niños. "Van a tener que hacer obras o meter una habitación en el garaje para estar cómodos". La vivienda tiene dos dormitorios, uno que no llega a los 3x3 metros y otro "aún más pequeño". Entre medias se encuentra el vestidor, un pequeño aseo para invitados y el baño principal, decorado con un cristal que tiene grabadas las iniciales de la pareja (JA). Cruzando el recibidor, recuerda, está el salón con la cocina americana que "no llega a los 45m2", además de un pequeño cuarto con la lavadora y el garaje. "Debajo del salón y el garaje está el sótano, que tiene entrada independiente y donde están las herramientas de jardinería y la depuradora de la piscina", remata.

La piscina, abundan, tiene varios escalones anchos que "ocupan más de un tercio de la superficie de la piscina". Al entrar, el agua apenas llega a la cintura de una persona adulta de tamaño medio. La parte más profunda es de unos 1,70 m, de tal manera que "estando de pie te queda la cabeza fuera". En diferentes puntos de la vivienda, recuerdan quienes la vieron por dentro, se pueden observar deterioros en la madera "y eso que lo pintaron hace poco". Los vecinos también se fijaron en la columna, que al parecer tiene rotulado en negro el número 39, "puesto al revés", lo que podría ser el identificador colocado durante el derribo. Los propietarios originales, por cierto, solían decir que las vigas de madera del techo y la puerta eran de un palacio y un convento, una información que no concuerda con la descrita por las revistas especializadas.

El sueño de Ana y Julio se esfumó con la crisis económica. Los ingresos de los negocios familiares cayeron en picado y el matrimonio se vio incapaz de mantener su tren de vida. Solo el IBI de la vivienda rondaba los 2.000 euros anuales. Vendieron terrenos familiares en Asturias e incluso las oficinas en Villalba y Majadahonda de Jotache Prolab, un negocio de venta de ropa para profesionales que aún mantiene, pero ni con eso pudieron hacer frente a las deudas: "Durante un buen tiempo no pudieron pagar a las personas que trabajan en la casa", comentan en voz baja los vecinos, "y muchos aguantaron por puro compromiso".

El matrimonio decidió mudarse a Marbella y poner en venta la casa de su vida en 2013. "Recibía muchas visitas, porque la casa es aparente, sobre todo la parte de la piscina, pero la dueña no permitía que se le discutiese el precio, es obvio que estaba demasiado encariñada con el inmueble", explica otro empresario que quiso comprarla. "Es un inmueble diseñado y decorado de un modo muy personal que a mí no me gusta. Hablamos de una casa de un importe elevado que tiene que inspirarte", continúa.

Maribel Gallego, dueña de una inmobiliaria y experta en chalets de la sierra norte de Madrid, considera que el inmueble siempre ha estado sobrepreciado. "No conozco el chalet por dentro, y está en una zona buena, pero no de las mejores. El terreno no es tan caro como para justificar el pago de 660.000 euros. Tendría que tener algo especial, que no es la decoración ni la piscina, sino estar construido con materiales de lujo o especiales, para aspirar a ese precio". "Por 500.000 euros se pueden encontrar inmuebles parecidos por la zona", relata la experta.

En realidad los dueños, al principio, pedían mucho más por la casa. Otra de las personas que se interesó por Villa Podemos fue el productor de vídeos porno Ignacio Allende Fernández, alias Torbe, que acudió con la idea de convertirla en una suerte de Mansión Playboy para sus películas. "Fue hace siete años y me pedían dos millones de euros, ha caído mucho el precio. Vi que estaba hecha polvo, tanto que habría necesitado tirarlo todo y hacer una pedazo de reforma. Era una cosa viejuna, gastada, de diseño muy feo. Lo que molaba era la piscina, el resto era un horror. Vimos varias casas por la zona y esa la descartamos enseguida. Además, queríamos algo más aislado para no escandalizar a los vecinos", resume Torbe.

Ante la imposibilidad de vender la casa, el matrimonio fue rebajando el precio hasta dejarlo en una tercera parte de la oferta de salida. Por el camino se la alquiló a dos personas: al fundador de una startup de software y a una concertista de piano serbia. Ambos estuvieron solo unos meses, ahogados por la exigencia económica del chalet. Los inquilinos pagaban 2.300 euros mensuales más otros 1.200, obligados por sus caseros, en concepto de limpieza, jardinería y mantenimiento de la piscina. La idea era mantener el inmueble en perfecto estado de revista para recibir a potenciales compradores, que realizaban visitas incluso con los inquilinos dentro.

Desde entonces Villa Podemos ha estado vacía, esperando la llegada de sus nuevos dueños y su proyecto de vida. Aunque no vacía del todo: "Estos llegan con dos perros, así que ver qué pasa con Pirata, espero que respeten su derecho a la vivienda digna", dice con sorna un vecino refiriéndose a un gato blanco y negro que vive de 'okupa' en el jardín de la parcela desde hace unos años. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)

FUENTE: Con información de ALFREDO PASCUAL - ÁNGEL VILLARINO - https://www.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)

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