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domingo, 3 de junio de 2018

(España) ¿Deja Rajoy un país mejor que el que encontró?

“Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré": esta es una de las frases que el ya expresidente del Ejecutivo Mariano Rajoy ha pronunciado durante su último discurso, una despedida que llega tras la segunda moción de censura del popular gallego, la cuarta en la historia de la democracia española y la primera que prospera en el más alto nivel de gobierno de España. Durante sus últimos días como huésped de La Moncloa, tanto Rajoy como sus colegas de partido se han centrado en criticar, de antemano, las posibilidades de un Gobierno presidido por un político sin apoyos —el PSOE de Pedro Sánchez obtuvo en las últimas elecciones generales su peor resultado, a pesar de que sobrevivió al posible sorpaso de Podemos—, dando valor a lo que el Partido Popular, según su propia consideración, ha traído a España.

La estabilidad económica ha sido uno de los pilares fundamentales del discurso de Mariano Rajoy a la hora de afrontar el que ha sido su peor momento, y en eso se ha basado su más reciente argumentación. Tan es así que asegura que deja tras de sí un país en mejores condiciones de las que tenía cuando se lo encontró, allá por 2011, año que cerró con más de 4,4 millones de parados, cifra récord de ese año y uno de los peores momentos de la crisis económica, no solo para España sino para Europa. Analizando los indicadores de los últimos seis años, resulta complicado sacar de forma taxativa esta conclusión.

De la innovación al empleo
Como han dejado de manifiesto las polémicas tras los últimos Presupuestos, en cuanto a Investigación y Desarrollo (I+D), el Gobierno de Mariano Rajoy tiene poco en lo que destacar positivamente: en 2012, la inversión en I+D en España fue del 0,25% del PIB, cifra que ha ido cayendo a razón de un 0,01 anual —salvo en 2015, cuando se mantuvo igual al año anterior—, hasta alcanzar el 0,22% del año 2016. Según el último 'ranking' de Bloomberg, España se encuentra en una posición baja: en el puesto 29º, por detrás de países como Hungría, República Checa o Malasia. Si bien no es alarmante, sí está por debajo de lo que le corresponde según el nivel de desarrollo económico general del país.

Algo similar ocurre cuando se habla de población. En los últimos seis años, no se ha logrado frenar la despoblación, aunque sí existe una tendencia curiosa en cuanto a crecimiento poblacional en pueblos de menos de 100 habitantes: en la actualidad, hay 184 más que en 2012. No obstante, eso no implica que se haya detenido —o al menos, reducido— la despoblación de los pequeños municipios, ya que los tramos de tamaño que han sufrido más caída son, precisamente, los que tienen de 100 a 1.000 habitantes.

El escenario es aún menos halagüeño si nos fijamos en la deuda pública. Mariano Rajoy se encontró un país con una deuda del 69,5% del PIB, y solo durante su primer año, esta ascendió vertiginosamente al 85,7% y alcanzó su pico máximo en 2014, cuando superó el 100%. Fue la primera vez en la historia en que alcanzó las siete cifras, por encima del billón de euros. Si bien la tendencia en los últimos años ha sido la de disminuir, ha sido extremadamente paulatina, manteniéndose enquistada en torno al 100%, y en 2017 España repitió como el país europeo con más déficit público, según los datos adelantados del Ministerio de Hacienda que luego confirmó Eurostat. El último año se cerró con un desfase presupuestario del 3,1% del PIB, el triple que el conjunto de la Unión Europea.

Otro de los aspectos más oscuros del mandato y medio de Rajoy está en la tasa de personas que tienen dificultades a la hora de llegar a final de mes. Este segmento ha crecido del 34,7% al 35,6% en cinco años, casi un punto porcentual. La tendencia al alza de esta problemática se ve reflejada, además, en todos los tramos de edad a excepción de uno: entre los hombres y mujeres de 30 a 44 años que tienen mucha o alguna dificultad, donde ha bajado dos puntos. Sin embargo, es destacable el aumento, en cuatro puntos, de las personas de entre 45 y 64 años que viven en esta situación.

Eso sí, en el otro lado de la balanza, la gente que llega a final de mes con mucha o general facilidad también ha crecido, síntoma del aumento de las desigualdades: en 2012, eran el 10,7%; en 2016, el 12%.

¿Cuál es la percepción del español?
Mala. Es el resumen que se puede extraer de los datos de los últimos años. La cantidad de españoles que consideran que la situación del país es mala es hoy mayor que en 2012, sobre todo a raíz del aumento de tensión en Cataluña.

Y en este contexto de inestabilidad política ha crecido, precisamente, la preocupación de los españoles. En 2018 ya no es tanto el paro el principal problema percibido por el ciudadano, como fue en 2012. La suma de corrupción y la percepción de los políticos superan a la falta de trabajo —un 65% frente a un 61%, cuando en 2012 el paro preocupaba a un 83%— como principal problema. En este mismo escenario, los problemas del espectro económico también ocupan en menor medida la preocupación de los españoles y han pasado del 53,7% al 21%.

No todo es (tan) negativo
Algunos indicadores económicos del país, en concreto relacionados con el empleo, no son tan negativos. En cinco años de Gobierno popular, se ha pasado de tener una España con casi 16,4 millones de asalariados en 2012 a estar por encima de los 17,1 millones en 2016, según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). No obstante, esta tendencia, en lo que el Gobierno de Rajoy ha denominado como fase de recuperación económica, se encuentra al año siguiente con otra negativa: en 2017, el salario cae por primera vez en estos ‘tiempos de recuperación’. La creación de empleo se asienta entonces en contratos precarios, situación que provoca una caída en la retribución por hora trabajada.

En cuanto a los datos de la encuesta de población activa (EPA), los datos sí son positivos. Con un crecimiento de más de un millón de ocupados, 2012 cierra con 17,7 millones, mientras que 2018 lo hace con 18,8 millones. Al mismo tiempo, los empleados con contratos indefinidos pasan de los 11,2 millones a 11,6, lo que supone un incremento del 4%. Eso sí, los empleos temporales crecen aún más y pasan de 3,4 a 4,1 millones, es decir, el 19% del total. En este contexto, los que más han crecido han sido los contratos de prácticas, que han experimentado un crecimiento del 71%, aunque no representan más que el 5% de los temporales. Las contrataciones por obra y servicio siguen siendo las más comunes.

También son esperanzadores los datos de la España que deja Rajoy en cuanto al subempleo: de forma paulatina, se ha ido reduciendo la cantidad de trabajadores asalariados que ocupan un cargo por debajo de su formación: de los dos millones del primer trimestre de 2012 —Rajoy ganó las elecciones en noviembre de 2011— a 1,7 millones en 2018, según datos del INE.

A pesar de estas mejoras, no es oro todo lo que reluce en el panorama económico ‘favorable’ de Rajoy: la renta anual neta media de los españoles, también según datos del INE, solo ha crecido en un tramo de población: el de los mayores de 45 años.

¿Es la España que deja Rajoy mejor que la que se encontró? Quizá sí, si se habla única y estrictamente de empleo. Sin embargo, la situación general del país en 2018 no es, desde el punto de vista más amplio, la de un país sano. Si bien el número de manifestaciones ha ido cayendo de aquellas multitudinarias protestas que nacieron en la madrileña Puerta del Sol un 15 de mayo, España está todavía lejos de ser un país a la cabeza de los listados europeos en casi cualquier aspecto.

FUENTE: Con información de TAMARA FARIÑAS - DANIELE GRASSO - https://www.elconfidencial.com - (PULSE AQUÍ)

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