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lunes, 15 de octubre de 2018

(España - Venezuela) Moncloa se desliga de la agenda de Zapatero: de la proximidad a Maduro a la cita con Otegi

"La agenda de Zapatero no es la del Gobierno. No tenemos información sobre sus actividades". Desde La Moncloa llega una respuesta diáfana. El Ejecutivo se desmarca de los contactos del expresidente socialista y sigue su propio camino. Contesta así a propósito de la cita que el mes pasado tuvo con el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, pero también valdría para otra cuestión sensible, la relación con Venezuela, pues ya ha advertido en otras ocasiones que José Luis Rodríguez Zapatero actúa en el país a título personal y "no representa" al Gabinete de Pedro Sánchez.

El diario vasco 'El Correo' adelantó este sábado ese encuentro entre el exmandatario y Otegi del pasado 8 de septiembre. La idea de la entrevista partió del exdirigente de Batasuna y tuvo un trasfondo sobre todo privado, ya que buscaba "conocerse en persona". Ambos se vieron en el caserío Txillarre de Elgoibar (Gipuzkoa), un escenario muy simbólico por cuanto allí se desarrollaron durante años las conversaciones secretas para que ETA abandonara la actividad armada. El rotativo intentó recabar la versión de la izquierda abertzale y del expresidente pero no fue posible. El diario El Confidencial también trató de conocer más datos a través del entorno de Zapatero, sin éxito.

La noticia sí pilló por sorpresa a algunos mandos y excuadros socialistas, que dijeron no tener "ni idea" del encuentro, ni de cómo se gestó. "Va por libre. En todo", confesaba un responsable de primer nivel de la cúpula del PSOE. En el equipo de Sánchez en La Moncloa imperaba la prudencia. Se limitaban a asegurar que "la agenda de Zapatero no es la del Gobierno", que no tenían "información" sobre sus actividades y que no tenían nada más que decir sobre esa entrevista con Otegi.

No obstante, hace casi dos años, el 17 de noviembre de 2016, una delegación de EH Bildu, que él encabezaba, se reunió con una comitiva del PSE, capitaneada por su secretaria general, Idoia Mendia. El anterior encuentro entre los dos partidos se había producido diez años atrás, en 2006, en plena tregua de ETA, cuando gobernaba Zapatero, y por él fueron procesados, y luego absueltos, los socialistas Patxi López y Rodolfo Ares. Otegi calificó la cita de 2016 como "importante" porque dotaba de "normalidad" a Euskadi tras el fin de la banda armada, mientras que el PSE la consideraba "positiva" y la encajaba en el "permanente intercambio de puntos de vista que debe presidir las relaciones entre formaciones políticas que cuentan con una importante representación en todos los ámbitos institucionales" de la comunidad.

Sin embargo, hay quienes en el PSOE advierten de que "no es lo mismo" una entrevista de Otegi con el PSE a una con Zapatero, por su condición de expresidente, justo por el riesgo de que se interprete como una forma de "blanquear" al exlíder de Batasuna, uno de los protagonistas de aquel proceso de paz, pero que no se despegó de la banda cuando rompió la tregua con el atentado de la terminal T4 de Barajas. Otros, sin embargo, consideran que el encuentro en sí es una "bobada" sin mayor trascendencia política. Sánchez y Zapatero lograron recomponer su relación hace meses, pese a que el exjefe socialista apoyó en las primarias a Susana Díaz.

El PP ya ha pedido a Sánchez que "desautorice" esa reunión de su predecesor con Otegi, un "líder proetarra que no ha condenado la violencia de la banda terrorista". Mantener un encuentro con él, señaló la dirigente Andrea Levy, supone una "humillación a las víctimas" de ETA y una "ruptura" del pacto antiterrorista suscrito por el PP y el PSOE, informa EFE.

Ruptura del proceso de Santo Domingo
La labor de mediación del expresidente en Venezuela, reclamada por Unasur, y luego apoyada por el Vaticano, el Ejecutivo de Mariano Rajoy y Washington ha sido objeto de controversia mucho más prolongada. Especialmente desde que en febrero se rompiera en Santo Domingo el enésimo intento de diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición. Zapatero defendió las presidenciales que el régimen convocó para mayo y que no respaldó el bloque contrario. Ya entonces el diputado opositor Julio Borges rechazó la presencia del exlíder socialista como observador de unos comicios calificados como "fraude" y le catalogó como "enemigo" del país. Una vez que los rivales de Maduro descartaron a Zapatero como interlocutor, este no ha podido escapar de las críticas por su mayor aproximación al chavismo.

El Gobierno de Sánchez no ha validado sus últimos posicionamientos, aunque ha intentado equilibrar para que no se sienta como un desaire hacia él. El mes pasado, Zapatero, en una entrevista con EFE, vinculó la intensificación del flujo migratorio de venezolanos a varios países de Latinoamérica —Acnur, la agencia de la ONU de ayuda a los refugiados, calcula que, al menos 2,3 millones de ciudadanos han salido de su país como consecuencia de la crisis política, económica y social— se debe a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos.



Aquellas palabras no fueron secundadas por el Ejecutivo. "El señor Zapatero está haciendo una labor de mediación a título estrictamente personal y no representa al Gobierno español, como tampoco lo representa el señor [Felipe] González [auténtico látigo de Maduro]", aseguró el titular de Exteriores, Josep Borrell. En ese momento, el ministro subrayó los "éxitos notables" conseguidos por el expresidente "en el terreno de liberación de presos políticos", pero se negó a comentar sus "puntos de vista", porque son "suyos". España, dijo, sí ha aprobado sanciones contra el Gobierno de Maduro pero "es muy cuidadoso en materia de sanciones que puedan afectar a la población", dicho esto "de forma general".

El rifirrafe con Almagro
Las valoraciones del expresidente levantaron aún más polvareda. El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, le pidió que no fuera "imbécil" en su labor de mediación, tras acusarle de hacer "favores a la dictadura venezolana". "El señor Zapatero tiene un problema muy grande de comprensión", sentenció. El Ejecutivo respondió enviando una nota verbal de protesta ante la OEA por la "ofensa" de Almagro al exmandatario socialista.

Esas declaraciones "afectan gravemente a la imagen de España", ya que cuestionan a quien estuvo al frente del país entre 2004 y 2011 por la voluntad de los ciudadanos y "merece el debido respeto a su persona", alegó el Gobierno. El PSOE no consiguió, sin embargo, que el Senado defendiese a Zapatero ante los "intolerables" comentarios de Almagro. "Cuando se pierden las formas y se deriva en el insulto —replicó el exlíder socialista días después del choque con el secretario de la OEA— es mejor no responder, sobre todo porque estamos en un mundo donde el respeto y la diplomacia debe primar, sobre todo en los temas internacionales serios".


Este sábado, el Gobierno expresaba su satisfacción por la liberación del opositor venezolano Lorent Saleh, que llegó por la mañana a Madrid acompañando al secretario de Estado para Cooperación y para Iberoamérica y el Caribe, Juan Pablo de Laiglesia. Saleh fue galardonado en 2017 por el Parlamento Europeo con el Premio Sajarov y desde 2014 se encontraba detenido en las dependencias del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, SEBIN.

Para el Ejecutivo, era el mejor broche al viaje de De Laiglesia, quien estuvo en Caracas en viaje de trabajo desde el martes 9 hasta este viernes 12, y en el que mantuvo encuentros con todos los sectores: miembros del Gobierno venezolano, representantes de la oposición, organizaciones de la sociedad civil, la colonia española, la Iglesia o empresas españolas. El Ejecutivo de Sánchez juzga que esta liberación del opositor va "en la dirección correcta para contribuir a generar un clima de confianza que permita una salida democrática, pacífica y negociada entre venezolanos".

La posición del Gobierno socialista estaba contenida en ese breve comunicado lanzado por Exteriores, y que no es la misma que la defendida por Zapatero. Como ya planteó el presidente durante su gira por Latinoamérica, a finales de agosto, el Gabinete quiere que se alumbre esa salida "negociada y pacífica y entre venezolanos", no impuesta desde el exterior. Fuentes de Exteriores subrayan que la posición de "alta exigencia de respeto a los derechos humanos" al régimen de Maduro es "compatible" con ese ofrecimiento a ayudar a que se generen las condiciones de diálogo entre los propios venezolanos.

Diferencias con el caso Albán
Desde el ministerio que dirige Borrell se remitían a lo ocurrido esta misma semana y a la contundencia empleada: el martes el jefe de la diplomacia española convocaba al embajador de Venezuela en España, Mario Isea, para pedirle explicaciones por las extrañas circunstancias en que se produjo la muerte del concejal opositor Fernando Albán mientras se encontraba detenido por el SEBIN y acusado del atentado fallido contra Maduro del pasado 4 de agosto. Borrell le expresó a Isea su "más profunda preocupación" por el fallecimiento de Albán y exigió una investigación "independiente" para esclarecer las causas del suceso y, en su caso, depurar responsabilidades. El embajador dijo no tener más información aunque se comprometió a proporcionarla lo antes posible.

Zapatero, a diferencia de Exteriores, mostró más tibieza, al asegurar que había que esperar a los resultados que arrojase la investigación de la Fiscalía venezolana. El responsable del ministerio público del país, Tarek Saab, había afirmado que Albán se había arrojado al vacío desde el décimo piso del SEBIN. Que se había suicidado. Para Borrell, los datos de la muerte del concejal "nos traen recuerdos de otros tiempos, como los últimos tiempos del franquismo".

Fuentes gubernamentales consultadas por este diario admiten que el expresidente está "quemado para una parte muy importante de la oposición, que no le reconoce capacidad de interlocución porque lo cree próximo al chavismo". "Quizá él no sea muy consciente de eso", añaden.


El Ejecutivo insiste en que lleva adelante su propia agenda, y se reivindica como un interlocutor entre las partes, en la medida en que es un agente institucional y representa al conjunto de España. También cree que es un agente respetado por la UE. De hecho, el ministro "ha insistido en que se va a trabajar para que haya una vinculación más constructiva que declarativa de la Unión en la solución de la crisis y en la generación de un clima de confianza".

Es más, este lunes se reúne el Consejo de Asuntos Exteriores en Luxemburgo, el órgano que reúne a todos los ministros del ramo europeos, y a instancias de España se hablará de Venezuela. El Gobierno de Sánchez quiere que la UE ratifique su posición, que asuma que la única salida es una solución "negociada y pacífica", que se rechace cualquier alternativa "no pacífica o contraria al Derecho Internacional", que se comprometa con la crisis migratoria que afecta a varios países de la región y que estimule a Maduro para que recupere la "institucionalidad democrática", el respeto a los derechos humanos y el ordenamiento legal venezolano. Sánchez ya ha recalcado que "no se puede llamar democracia a quien tiene presos políticos, encarcelados por sus ideas". No obstante, rehúye el uso de términos muy gruesos y no se alinea con los países latinoamericanos que defienden mano dura con Caracas.

El Ejecutivo socialista se ve a sí mismo como en un punto medio entre las tesis de Zapatero y las de González. El primero, más conciliador con Maduro. El segundo, implacable con él. Una necesidad de "equilibrio" que a veces resulta "incómodo" de gestionar. "El Gobierno está convencido de hacer lo que hace. Nuestro papel no es tomar partido. En todo caso, tomamos partido para que sean los venezolanos los que hallen su solución", rubrican a este diario fuentes de Exteriores.

FUENTE:  Con información de JUANMA ROMERO - https://www.elconfidencial.com ->> Ir

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