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martes, 4 de diciembre de 2018

(Francia) Macron cede pero no apaga el fuego: los sindicatos despiertan al olor de la sangre

Emmanuel Macron ya no es ni será un presidente diferente. Este martes ha cedido en su principio más firme: ha reculado ante la ira de la calle. Pero no ha apagado el fuego. La protesta continuará porque los “chalecos amarillos” consideran insuficientes las medidas.
Lo anunciado por el primer ministro, Edouard Philippe, van más allá de lo esperado en un principio. “Ninguna tasa merece poner en peligro la unidad de la nación”, ha manifestado. No solo se suspende el aumento de las tasas sobre el gasoil y la gasolina, también se aplaza la convergencia en los precios de los dos combustibles, y no se olvida el gasóleo utilizado por tractores y otros vehículos de trabajo. El Gobierno frena también durante todo el invierno el aumento de las tarifas de gas y electricidad que debía producirse a partir de enero. Por último, queda suspendido el endurecimiento del control técnico de vehículos, que iba a encarecer de forma considerable la operación.

La moratoria implica también el inicio del diálogo con todos los actores sociales y políticos para encontrar soluciones consensuadas, pero Philippe ha advertido también que, si los impuestos bajan, los servicios púbicos no pueden mejorar.

Las primeras reacciones de diferentes “chalecos amarillos” son negativas. La protesta que vive Francia desde el 17 de noviembre se ha gangrenado y da pie a que cada individuo que viste el chaleco fosforescente tenga su exigencia particular. En las rotondas o en los peajes que filtran el tráfico según el humor de los “chalecos amarillos”, se exigen medidas que van desde la dimisión del presidente y su sustitución por un general, la proclamación de la VI República, o la disolución de la Asamblea y el Senado. Los más moderados, piden que el gobierno recupere el impuesto a las grandes fortunas y aumente considerablemente el salario mínimo, y rechazan moratorias porque pedían la anulación pura y simple de los impuestos sobre combustibles. “Nos ofrecen migas, pero queremos la 'baguette' entera”, es la respuesta al Gobierno.

El Ejecutivo de Macron estaba ante un dilema grave: o se mantenía sin ceder un ápice en sus medidas reformistas, o cedía. Ha optado por la segunda opción, pero se le reprochará que ha dejado fermentar el cabreo pensando en que el movimiento se apagaría por cansancio. Los “chalecos amarillos” han pasado de representar una protesta por unos céntimos de impuestos a rozar la insurrección popular. Los individuos más radicales aplastan la voz del núcleo original de la protesta y se permiten amenazar de muerte al sector moderado que aceptaba negociar con el Gobierno.

París volverá a temblar el sábado
Así las cosas, se mantiene la agitación y no se desconvocan las manifestaciones del próximo sábado, incluida la de París, que es la que más temen las autoridades. El caos, los destrozos e incendios que vivió el centro de la capital el sábado pasado han dejado tocado a Macron y a la “marca Francia” en el mundo. El presidente espera que las medidas anunciadas convenzan a algunos a quedarse en casa u ocuparse de las compras de Navidad, pero todo parece indicar que París se vestirá de amarillo una vez más.

Philippe no ha obviado en su comparecencia ante la prensa las advertencias ante posibles disturbios. La manifestación del sábado deberá ser comunicada oficialmente. En caso contrario, la respuesta de las fuerzas de orden público puede ser más dura que la aplicada hasta ahora. “Los violentos serán buscados y perseguidos”, ha prevenido. El presidente quiso el martes apoyar a las fuerzas del orden que se han convertido en el objetivo de los más violentos y de los ultras especializados en el destrozo y el pillaje. El presidente filtró fotos en un almuerzo con gendarmes y policías. Los sindicatos policiales han mostrado su desesperación ante la falta de medios y las órdenes de mantener la calma cuando se ven apaleados o apedreados. Algunos de sus portavoces exigen la proclamación del “estado de emergencia”. Otros, que los militares se hagan cargo de la protección de edificios oficiales para aumentar el número de policías encargados de mantener el orden.

Emmanuel Macron ha dado este martes un paso atrás en su ambicioso plan de reformas, antes incluso de lanzar dos de las más ambiciosas: la de pensiones y la del desempleo. Los diputados de su formación parlamentaria, La República En Marcha, se lo pedían desesperadamente ante la presión de los ciudadanos que representan en cada departamento y región. El propio rodillo parlamentario comienza a agrietarse.

Y si los “chalecos amarillos” se sienten envalentonados ante la bajada de tirantes de Macron, la oposición y los sindicatos -hasta ahora en coma- han despertado con el olor a sangre y se preparan para amargar el fin de año al Elíseo. Una gran manifestación ha sido ya convocada por la CGT para el 14 de diciembre. Estudiantes y agricultores se han unido ya a la protesta. Todos temen que su legitimidad desaparezca ante un movimiento espontáneo y radicalizado que no acepta líderes ni representantes. La propia democracia representativa está en juego.

FUENTE: Con información de LUIS RIVAS - https://www.elconfidencial.com

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