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martes, 18 de junio de 2013

El Papa "interviene" el banco vaticano

El origen del cura al que el Papa ha colocado por sorpresa en la cúpula del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el controvertido banco vaticano, lo dice todo: es el director de la residencia de Santa Marta, el hotelito del pequeño estado que Francisco ha elegido para vivir.
Es decir, su principal cualidad es que es un hombre del que se fía, al que ha conocido bien estos meses en que desayuna, come y cena allí con quien se encuentra en el comedor. Battista Ricca, de 57 años, que sale por tanto de un puesto secundario aunque pertenece al servicio diplomático, es ya el nuevo prelado del IOR. El cargo es muy particular. En esencia es una especie de intruso calzado en todos los órganos de decisión.

Al margen de la persona elegida, y Ricca tiene fama de serio e íntegro, el propio nombramiento ha sido sorprendente. El Vaticano lo ha anunciado con uno de esos breves comunicados donde se debe leer entre líneas. Dice expresamente que ha sido elegido «con la aprobación del Santo Padre», por si quedaba alguna duda de que es una decisión personal, añade que es 'ad interim', provisional, dando a entender que el organigrama se va a mover, y concluye diciendo que la decisión tiene «efecto inmediato». Como con prisa, y eso que hay muchos otros puestos importantes en la Santa Sede que deben ser asignados. Tal vez es casualidad, pero están aumentando los rumores sobre una nueva acción de los tribunales italianos contra el IOR, tras un bloqueo de cuentas de 2010 y el apagón de los cajeros vaticanos en enero.

En la práctica el Papa casi ha intervenido el IOR, metiendo un informador de primera mano, para ver qué se cuece dentro. El prelado del IOR tiene acceso a su documentación, asiste a los consejos de administración y a las reuniones de la comisión cardenalicia de vigilancia.

Luchas intestinas

La historia del cargo lo dice todo. Durante los ochenta, en el escándalo de las finanzas vaticanas, el prelado era Donato De Bonis, uno de los oscuros personajes de esas tramas. El caso sacó a la luz que el IOR era usado para blanquear dinero, entre otros por la Mafia y la corrupción política italiana. Apeado del cargo en 1993, no le sustituyó nadie.

En 2006 resucitó el puesto el anterior secretario de Estado, Angelo Sodano, poco antes de dejarlo, para meter como infiltrado en el IOR a su secretario personal, Piero Pioppo. Pero el nuevo 'número dos', Tarcisio Bertone, en guerra con Sodano por el poder, se hizo con el control del banco y en 2010 a Pioppo lo largaron de nuncio a Camerún. El puesto quedó vacante hasta hoy.

En los últimos años el IOR ha sido escenario de otra batalla entre Ettore Gotti Tedeschi, el presidente nombrado por Benedicto XVI para hacer limpieza, y Bertone, que se resistía. La pelea salió a la luz con los papeles de 'Vatileaks' y Gotti Tedeschi fue defenestrado en mayo de 2012. Igual que Sodano, Bertone colocó un nuevo presidente del IOR en febrero, cuando Ratzinger estaba a punto de irse y sus días como secretario de Estado estaban contados. Nombró al alemán Ernst Von Freyberg, que entre otras cosas fabrica naves de guerra. Francisco, que ya ha dicho que «San Pedro no tenía una cuenta en un banco», aún no le ha recibido.

Hay incluso rumores de cierre y en el IOR están muy agitados. Desde luego deberá abandonar sus tapujos históricos, como sus cuentas secretas. Por eso han emprendido en las últimas semanas una acelerada campaña de transparencia, que incluye identificar a los titulares de sus 19.000 cuentas, con más entrevistas de Von Fryberg en la prensa que las de todos los anteriores presidentes del IOR juntos en toda su historia. Justo el día antes de la designación de Ricca, se publicó otra del director general, Paolo Cipriani, que hasta parecía llevar la contraria al Papa: decía que la entidad es «esencial» y «obligada» para la libertad de la Iglesia.

Más trapos sucios

Pero siguen pasando cosas raras. Un asesor de Cipriani y muy vinculado al IOR, el abogado Michele Briamonte, está siendo investigado por movimientos ilícitos de capital en la entidad. En febrero hubo una escena de película en el aeropuerto romano de Ciampino: Briamonte aterrizó en un avión privado con monseñor Roberto Lucchini, secretario personal de Bertone, y la Guardia di Finanza les paró para registrarles los maletines. Ellos exhibieron pasaporte vaticano y lograron salvarse, pero se rozó el incidente diplomático. Con todo, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, apuntó con malestar que Briamonte no debía tener ese pasaporte.

El último escándalo es de estos días. La Fiscalía de Salerno investiga por blanqueo de dinero a Nunzio Scarano, responsable del servicio de contabilidad del APSA, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, el ente que gestiona el inmenso capital inmobiliario del Vaticano. Se trata de cheques justificados como donaciones de origen poco claro, un total de 580.000 euros. Todo empezó con una denuncia de robo del propio Scarano en su casa. Vaya casa: una mansión de 400 metros cuadrados en el centro de Salerno, un antiguo convento comprado a unas monjas, donde atesoraba cuadros, joyas y muebles valiosos. Ha resultado ser socio de inmobiliarias y constructoras. Naturalmente, tiene cuenta en el IOR.

FUENTE: ÍÑIGO DOMÍNGUEZ - http://www.hoy.es

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