Por: Daniel Samper Pizano - El gobierno de Iván Duque no quiere irse o, por lo menos, no piensa hacerlo de manera leal y legal, sino que acudirá a las míticas jugaditas del catálogo uribista para prolongar su influencia más allá del 7 de agosto de 2022.
A las ganas de quedarse —la quedanza— agrega otra actividad indigna: la desquitanza. Casi todos los jefes de oficina que llegaron en la mediocre caterva de Duque tendrán que irse sin remedio, pero no lo harán sin antes cobrar cuentas pendientes de tipo personal o demostrar que hasta el último día pueden hacer daño. Es el complejo de Sansón, que se suicidó derribando el templo y se cargó de paso a la gente inocente que allí oraba: “¡Muera Sansón, mueran los filisteos!”.
Sobre este asunto habrá que volver. Anotemos por ahora el recurso torticero (ya denunciado en Los Danieles por mi tocayo Coronell) gracias al cual el Gobierno alargó el periodo de la junta directiva de Ecopetrol para que sus delegados sigan controlando la política petrolera. Fue una ñapa tramposa de Duque a favor de Luis Guillermo Luigi Echeverri, su amigo, mentor, exjefe y rejoneador de cabecera, a quien él puso al frente de la junta directiva de la empresa. Ahora Luigi sigue hasta 2025 en un delicioso masallá que maniatará en materia energética al elegido en los comicios presidenciales.
Añadamos a estos atropellos la noticia que publicó hace un tiempo Semana acerca del formidable equipo (dream team, lo llama la revista oficial) que armó el embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón, para que lo acompañara durante su presumiblemente breve mandato de menos de un año. Montar un fugaz grupo de empleados significa desmontar otro, y todos los gastos los pagamos los contribuyentes. Uno entiende que los funcionarios aspiren a contar con lo mejorcito que vean en el mercado, pero en este caso la meta era recoger los platos que rompió el Gobierno cuando le dio por apoyar a Trump contra el vencedor de la contienda gringa. El dream team ya cumplió buena parte de su misión con la esquiva fotografía de Duque y Joe Biden. ¿Cuánto nos salió costando?
También el contralor, Felipe Pipe Córdoba, cuyo periodo está próximo a terminar, aprovecha las últimas luces del crepúsculo burocrático para su pasatiempo favorito: perseguir al exgobernador y exalcalde Sergio Fajardo. Así lo ha denunciado reiteradamente el propio candidato. Pipe no quiere irse sin hacerle este último favor al partido que lo respaldó y al jefe del club de amigos que se tomó los órganos de control. Otros funcionarios con fecha de vencimiento calculable también andan haciendo trizas los derechos de aquellos con los que han tenido desacuerdos. No voy a dar más datos, pero, dejémonos de vainas, sé bien por qué lo digo.
Me niego a aceptar que algunos alimenten la mala idea de garantizarse el futuro ordeñando un buen contrato de última hora. Sin embargo, ha sucedido con frecuencia en la triste y gruesa historia de la corrupción nacional que ciertos sinvergüenzas actúan según la filosofía del Me voy, pero salgo rico. Es el famoso último golpe, para favorecer compadres o agenciarse una mordida. Atención, pues es hora de cancelar las deudas de la campaña y muchos ponen sus esperanzas en asaltar el erario. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles