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lunes, 29 de agosto de 2022

(Colombia) Tómese su juguito (+Opinión)

Por: Daniel Samper Pizano -
 Al presidente Gustavo Petro, que tiene fama de hábil orador, le hemos oído en los últimos días dos buenos discursos. El que pronunció en la escuela de cadetes de Bogotá durante su primer contacto masivo con los militares fue aplaudido por los propios uniformados.Unos días antes había demostrado de manera convincente a los alcaldes de la zona del Pacífico que el atraso comparativo de esta región respecto a otros países es producto del sometimiento y postración de la población negra.

Los que saben de campañas y gobiernos sostienen que hay discursos que se prestan para improvisar y otros que conviene preparar a fondo, escribir con esmero y leer con estudiada voz. Por las circunstancias especiales entre Petro y el estamento militar —al que ha querido envenenar la derecha, empezando por los ataques soterrados de Iván Duque y los halagos excesivos que paga con nuestro dinero— las palabras presidenciales pertenecían quizás a la estirpe del discurso leído. Improvisar era un riesgo, pero salió bien. Si el estado del orador hubiera sido semejante al que exhibió durante el famoso discurso ggggojo de Girardot, el resultado seguramente habría sido otro.

El tema es ineludible: cada vez se cuchichea más que el presidente no domina del todo su animus potandi, latinajo de cosecha propia que se refiere a las ganas de tomarse unos tragos sabrosos. Cierto calumniador profesional del laureanismo tilda ya al jefe del Estado de “guerrillero borracho” y, más delicada pero más perversa, la pre-pre-precandidata presidencial María Fernanda Cabal le aconseja que se someta a un tratamiento contra la dipsomanía.

Por unas escenas en que la primera ministra Sanna Marin bailaba alegremente en una rumba privada, los laureanistas de Finlandia (en todas partes se dan) la acusaron de consumir drogas. Un examen de laboratorio demostró que la joven política estaba libre de toda sospecha química. Ignoro si cuando Petro incumplió hace poco un par de citas importantes habría podido superar un desafío parecido en materia etílica. Para evitar calumnias, rumores y decisiones erradas, todo gobernante debería hallarse siempre en posibilidades de aprobar con nota intachable la prueba de alcoholemia. Si no puede manejar un carro, no puede manejar un país. En esta columna escribí hace seis meses acerca de los resbalones y caídas de algunos gobernantes aficionados a empinar el codo. Digamos que era una señal de peligro.

Gustavo Bolívar aclaró que el día del discurso gggojo, su tocayo no estaba beodo: solo “entonadito”. Por inocentes que sean algunas alegrías alcohólicas, el presidente tiene que contrarrestar con su conducta las consejas y temores acerca de su autocontrol. No puede dar papaya. Resulta insensato sembrar incertidumbre entre los ciudadanos y entregar a sus rivales, por cuenta de unos guaros, armas tan poderosas como la insidia y la murmuración.

Amigos y familiares de Carlos Lleras Restrepo reconocen que su espíritu bohemio era propenso a las buenas compañías, las buenas charlas, los buenos poemas y el buen vino. Pero el 7 de agosto de 1966, cuando se terció la banda tricolor como presidente de Colombia, se recetó a sí mismo una fórmula que mantuvo durante cuatro años: fuera el alcohol, bienvenidos los jugos. Así fue. A lo largo de su mandato solo consumió zumo de guayaba, hasta el punto de que una empresa de bebidas aprovechó la ocasión para lanzar una campaña publicitaria que preguntaba: “¿Y de la guayaba, qué?”.

Pásese a la guayaba, presidente Petro. Para los colombianos esta fruta es símbolo de templanza y nostalgia. Además, deja la piel tersa, estabiliza la función estomacal (que, según la Casa de Nariño, se le desordenó hace unos días), rebaja el peso, provee vitamina C, combate la anemia, disminuye el colesterol malo, perfuma el aliento, regula la presión arterial, previene el cáncer y, como si fuera poco, inyecta ganas de leer a García Márquez. ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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