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martes, 19 de febrero de 2013

Sucesor de Benedicto XVI tendrá que poner orden en Banco del Vaticano

Cuando el Papa Benedicto XVI deje su cargo, el 28 de febrero a las 8:00 de la noche (hora local en Italia), detrás de si quedarán sin solucionar, aparte del complejo tema del abuso sexual de niños por parte de religiosos, los problemas que el Banco del Vaticano lleva arrastrando desde hace décadas.
Recientemente, el Consejo de Europa volvió a recordar a la Santa Sede que a pesar de las mejorías hechas en los últimos años su entidad bancaria (oficialmente Instituto per le Opere di Religione -IOR-) seguía sin cumplir la legislación europea sobre el lavado de dinero.

Benedicto XVI quiso haber hecho todo para que su ente entrara por fin en la "lista blanca" de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OECD). Su fracaso quedó latente cuando en mayo pasado el nuevo director del IOR, elegido por él, fue echado de su puesto.

El viernes pasado, el IOR nombró al alemán Ernst von Freyberg para este cargo. Su tarea será muy difícil porque se coloca entre el bando de los reformistas y aquella otra corriente dentro del Vaticano que quiere conservar la "soberanía" del banco, es decir, seguir más o menos como hasta ahora.

Hasta la renuncia del Papa, los problemas judiciales del Banco del Vaticano han sido de interés mediático pero desde entonces nadie ha querido indagar más este tema ni en la pugna por el poder en la Santa Sede.

Esta pasividad extraña porque hace tan sólo un mes hasta los medios de comunicación tradicionales informaron que desde enero los turistas tenían que pagar en efectivo las entradas y recuerdos que compraban en el Vaticano.

No podían usar ningún tipo de tarjeta de crédito porque el Banco Central de Italia había prohibido a la filial italiana del Deutsche Bank seguir ofreciendo este servicio al ente del Papa. La razón: la Banca d'Italia se está tomando muy en serio la aplicación de las reglas europeas contra el lavado de dinero. Sin embargo, y según sus criterios, el IOR seguía haciendo caso omiso a ellas.

Justo un día después de la renuncia del Papa se levantó la prohibición.

Este tipo de problemas, el IOR los lleva arrastrando desde los años 70. En plena Guerra Fría ayudaba a financiar la lucha encubierta de la CIA (Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas en inglés) contra el socialismo en Europa, en América Latina y en otros lares del mundo.

El dinero pasaba por el Banco Ambrosiano italiano y llegó hasta la oposición anticomunista en Polonia y a la Contra, en Nicaragua. Cerca estaba también la mafia italiana, que intervino para tapar un agujero del Banco Ambrosiano falsificando acciones.

Las investigaciones de la época conducían también a la anticomunista logia secreta P-2, cuyo miembro ha sido el primer ministro italiano, Silvio Berlsuconi. Tampoco faltaban los muertos ni y las muertes bajo circunstancias extrañas. Uno que entonces quería poner orden en el Banco del Vaticano era el Papa Juan Pablo I, quien murió en 1978, tan sólo 33 días después de haber asumido el cargo.

Al final, el IOR logró escapar del interés mediático pero no cambió sus dudosas prácticas, tal como lo señaló el periodista italiano Gianluigi Nuzzi en 2009. Sus revelaciones, hechas en dos libros, causaron una tormenta política en el Vaticano y le costaron el puesto al director del IOR, Angelo Caloia, quién durante más de 23 años había presidido el instituto.

Benedicto XVI destituyó a todo el consejo de vigilancia y nombró al banquero Ettore Gotti Tedeschi para que pusiera orden en el banco. Pero el exjefe de la filial italiana del Banco Santander, cercano al Opus Dei, tiró la toalla en 2012 porque la Justicia lo estaba investigando por supuesto lavado de dinero y después de haber recibido amenazas de muerte.

Según medios europeos, estas amenazas procedían de políticos y mafiosos que aún tenían cuentas secretas en el IOR. Su sucesor provisional, Ronaldo Hermann Schmitz, era un exdirectivo del Deutsche Bank en Italia, cuya central en Alemania sí cobraba los cheques del Banco del Vaticano que los entes italianos no podían aceptar por orden de la Banca d' Italia.

Entonces se habló de una pugna abierta del grupo del Papa contra aquel otro, encabezado por el secretario de Estado Tracisio Bertone, exconsejero del IOR y cesado en la purga que Benedicto XVI inició años atrás. Paralelamente se dio la filtración de la correspondencia confidencial de la Santa Sede, el conocido caso "Vatileaks". En este contexto, los medios alemanes e italianos reprodujeron un protocolo sobre unas declaraciones del arzobispo de Palermo, Paolo Romeo, quien en un viaje dijo que el Papa moriría antes de noviembre de 2012.

Este extremo no se ha dado, gracias a Dios, pero el Banco del Vaticano seguirá dando problemas no sólo a su futuro dueño, el nuevo Papa, sino también a todos aquellos que se verán afectados de alguna forma por su manera de actuar, a no ser que su nuevo presidente, von Freyberg, consiga hacer las reformas necesarias.

FUENTE: Ingo Niebel - AVN

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