
Los soldados soviéticos encuentran un cuerpo con un disparo en la frente. Es un hombre delgado y con el característico bigote del dictador alemán. Gritan de alegría, se fotografían junto a él y lo comunican a los periódicos y a las emisoras de radio, que a su vez lo trasladan al resto del mundo. Algunas horas después, deben admitir el error. Es un doble, no es Adolf Hitler. También comunican que el mismo, al momento de morir, estaba fuertemente drogado. (PULSE AQUÍ PARA VER COMPLETO)
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