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Los seguimientos habrían arrancado en julio de 2013, justo después de que Bárcenas fuera enviado a prisión provisional por el juez Pablo Ruz. Interior contó presuntamente con la ayuda decisiva del chófer del extesorero, Sergio Ríos, que había sido captado como confidente meses antes por el antiguo jefe de seguridad de María Dolores de Cospedal, el comisario Andrés Gómez Gordo, también implicado en la trama. Durante los meses que se prolongó la operación, Ríos fue recompensado con fondos reservados y, ya una vez terminada, en 2015, se le regaló una plaza en la Policía.
El dispositivo tuvo una motivación exclusivamente política. Moncloa quería conocer los movimientos del extesorero y su entorno por temor a que filtrara información sobre Rajoy y otros dirigentes del PP para forzar una solución negociada a sus problemas con la Justicia. El miedo aumentó aún más cuando, solo dos semanas después de que Bárcenas entrara en Soto del Real, El Mundo publicó los mensajes que el exsenador del PP por Cantabria se había cruzado con el presidente del Gobierno.
Inspectores de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Comisaría General de Información han reconocido ahora en el marco de las pesquisas sobre la operación Kitchen que se les encomendó controlar los desplazamientos de la mujer de Bárcenas, así como varias citas que ésta mantuvo con amigos y colaboradores de su marido. Algunas de esas personas ya eran conocidas para los mandos que lideraban este dispositivo sin control judicial, pero otros fueron seguidos para averiguar su identidad. Así lo han declarado varios jefes de grupos operativos de la UCAO. En total habrían intervenido una docena de funcionarios. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de JOSÉ MARÍA OLMO - BEATRIZ PARERA - El Confidencial