Ni Cambio Radical -el partido que por acuerdo debía postular el candidato- ni los demás partidos, fueron capaces de preguntarse por el momento del país y por las calidades profesionales, morales y éticas de quien debe presidir el legislativo en un momento decisivo de la vida nacional.
No hay disculpa. Hay hechos inmediatos y públicos que obligaban a sacar a Arturo Char del llavero de los candidatos a presidir el Congreso. No era necesario remontarse a la historia familiar. El señor Char está señalado por Aida Merlano de participar en la trama de corrupción que la llevó a la cárcel y también de haber participado en la burlesca fuga que protagonizó la condenada.
Por estas acusaciones, la Corte Suprema adelanta una indagación. Es un impedimento ético indiscutible. Pero si esto fuera poco, está el impedimento profesional. La organización Trabajen Vagos le registra 149 asistencias al Congreso entre los años 2014 y 2018. Un vago metido en escabrosas investigaciones judiciales es quien va a orientar las labores del Congreso.
Sólo hay una explicación para este desafuero. El enorme poder acumulado por el Clan Char. Las elecciones parlamentarias y locales de 2018 y 2019, mostraron el vertiginoso ascenso de este clan político. Mal contados, el clan sacó seis senadores y tres representantes en las parlamentarias, y en las locales se alzó con la Alcaldía de Barranquilla y la gobernación del Atlántico; participó, además, en la mayoría de las coaliciones políticas ganadoras en los siete departamentos de la Costa Atlántica.
El emporio empresarial no es menor: la cadena de supertiendas y droguerías Olímpica ocupa el tercer puesto entre las empresas más poderosas del país, según la revista Dinero, en el segmento de alimentos; y en el segmento de televisión y radio la organización Olímpica ocupa el octavo lugar. Tienen además equipo de fútbol y banca propia, amén de otros negocios. Hay quienes calculan su fortuna en cerca de 500 millones de dólares. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - La Nueva Prensa de Colombia