Por Daniel Coronell - Todos estos actos de malevaje le sirven al
expresidente Álvaro Uribe para venderle a millones de personas la falsa idea
de que el año entrante Colombia está condenada a escoger entre quien diga él
y el caos.
Parece una entrevista con un medio internacional. Copia la iluminación, los
planos y la estética de un reportaje con una cadena de televisión. El
presidente Iván Duque habla en inglés y sobre su imagen aparece
sobreimpuesto un texto en generador de caracteres: Ivan Duque (así sin
tilde) y abajo “President of Colombia”. Allí, sin contrapreguntas, sin tener
que aportar una prueba, con toda comodidad, asegura: “Cuando gané las
elecciones el candidato que derroté aseguró que estaría en las calles
durante todo mi período, que protestaría durante todo mi período. Que su
propósito era no dejarme gobernar al país”.
Lo que sigue es una larga letanía, que nadie contradice, donde el mandatario
culpa al candidato derrotado –hace casi tres años– de la situación que está
viviendo el país. Un raro malabar que busca responsabilizar al que perdió de
las acciones y omisiones del que ganó. Sugiere también que Petro no quiere
que el país supere la pandemia y que para ser elegido nada le conviene más
que la enfermedad, la violencia en las calles, el desempleo y la pobreza
porque así se consolidará su causa. Ustedes pueden ver el video aquí.
Los hechos no respaldan las afirmaciones del presidente Duque.
Lo que dijo Gustavo Petro, por quien repetido sea de paso no voté en esas
elecciones, es algo totalmente distinto. Dirigiéndose al presidente electo y
en gesto de madurez democrática afirmó: “Aceptamos su triunfo. Es el
presidente de Colombia. No le vamos a pedir ministerios ni embajadas, ni
nada. Hoy somos la oposición a ese gobierno”. Y ante los llamados a hacer
trizas los acuerdos de paz por parte de los más recalcitrantes seguidores de
Duque, agregó esa noche con claridad pese a la confusa construcción
gramatical: “Esta inmensa fuerza ciudadana que hoy representamos y que nos
ha otorgado un mandato, (que) es la defensa a fondo de la paz en Colombia,
no vamos a retornar a la violencia”.
Más allá de poner palabras no dichas en boca de un contradictor, lo cual es
prueba de deshonestidad intelectual, me asombró que Iván Duque, en persona,
se prestara para imitar el formato de una entrevista donde hacía
señalamientos que jamás se atrevió a hacer en los verdaderos reportajes
internacionales que ha tenido en los últimos días. No se lo dijo a
Christiane Amanpour de CNN, ni a Ángela Patricia Janiot de Univisión, quien
específicamente le preguntó sobre el papel de Gustavo Petro en las
protestas. Y quizás no se los dijo porque cualquier reportero serio le
habría pedido pruebas de sus afirmaciones.
La falsificación resultó tan convincente que Caracol Radio, uno de los
primeros medios en retomar la pretendida entrevista, agregó una precisión
poco después de la publicación: “Caracol Radio habló con el equipo de
comunicaciones de Presidencia, quien confirmó que la entrevista fue hecha
por el equipo digital de Palacio para compartir la postura del presidente
frente a varios temas de interés nacional. Las piezas se publicarán a lo
largo de este fin de semana”.
Es decir se trató de una autoentrevista. Los subalternos del presidente
armaron un escenario para simular un encuentro con un periodista
independiente mientras ellos mismos actuaban como sparrings de su jefe.
Luego colaron el video en las redes sociales metiendo gato por liebre. Una
pieza de propaganda para suplantar al verdadero periodismo.
Esta no es la primera pieza de desinformación a favor del gobierno que
aparece durante el paro. Hace apenas unos días Laura Gil, en el portal La
línea del Medio, denunció otro acto de guerra sucia en cadenas de WhatsApp y
redes sociales. Varios empleados de la empresa Tecnoquímicas –propiedad del
esposo de la hasta hace unos días canciller Claudia Blum– recibieron un
video, también en inglés, junto con la instrucción de distribuirlo. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles