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lunes, 11 de junio de 2018

Movimiento “realfooder” explica el costo de comer "comida real"

Toda la comida es real, existe, pero el término ‘comida real’ hace referencia a aquellos alimentos que apenas han sido procesados. Es decir, aquellos que mantienen la calidad de su composición y sus propiedades. Por contraposición están los ultraprocesados, que han sido alterados en procesamientos en los que han adquirido diversos añadidos, tales como azúcares, harinas refinadas o aceites vegetales refinados, entre otros aditivos. Todos ellos provocan que pierdan sus propiedades saludables y se conviertan en alimentos que pueden resultar nocivos para la salud.

En este sentido, el movimiento ‘realfooder’, encabezado por dietistas-nutricionistas, promueve que se conciencie sobre la importancia de identificar estos ultraprocesados para evitarlos en la medida de lo posible y así tratar de fomentar el consumo de ‘comida real’ para mejorar la salud de los consumidores. No obstante, muchas personas, por una parte, tienen la percepción de que este tipo de alimentos son más caros y, por otra, no conocen los riesgos de comer ultraprocesados.

No confundir etiquetas con 'real'
Carlos Ríos, creador de RealFooding y uno de los dietistas-nutricionistas y divulgadores con más repercusión en redes sociales gracias a su cuenta de Instagram, nos ha explicado que “los consumidores pueden creer que la comida real es más cara porque lo asocian al tema de la salud y a muchos productos que se han intentado vender como más saludables por llevar el sello ‘ecológico’ o ‘bio’; sellos que elevan el coste el producto porque están dirigidos a un público objetivo muy concreto”. Entonces, ¿qué alimentos forman parte de esta comida real? En la citada web de RealFooding los señalan así: Verduras y hortalizas, frutas, frutos secos, semillas, tubérculos, raíces, legumbres, pescados, mariscos, huevos, carnes, cereales integrales, aceites vírgenes, lácteos de calidad, café, cacao e infusiones, hierbas y especias.

“Todos ellos son productos de primera necesidad”, ha señalado Ríos para explicar que con estos alimentos se “puede hacer un menú asequible para todo el mundo y por un precio barato”. Y añade: “El problema es que los productos ultraprocesados, los que recomendamos evitar, tienen una mayor oferta, una mayor variedad y un precio más bajo. El consumidor, cuando observa que en esos productos hay tanta variedad y tanta oferta y son tan baratos, tiene la percepción de que la otra opción que le queda es que hay menos variedad y un precio mayor. La clave está en no compararlos con los ultraprocesados porque estos son más baratos al estar elaborados con materias primas más baratas y rentables para las empresas y con una serie de aditivos y conservantes que les permiten una vida útil más larga. No puedes compararlos”. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)

FUENTE: Con información de Sergio Gómez - (PULSE AQUÍ)

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