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martes, 17 de octubre de 2017

(Panamá) La necesidad tiene cara de perro (+Opinión)

En Palacio no se les ocurría nada para parar la estrepitosa caída del presidente en las encuestas. Cierre de calles; reclamos por el deterioro de las escuelas y la falta de medicamentos en los centros de salud eran noticias diarias. Para colmo, las fuertes lluvias del tal Nate producían muchos damnificados e inundaciones.

El haber asistido al partido a Orlando resultó un fiasco. Le echaban la culpa al presidente por haber viajado; lo comparaban con un enorme saco de sal gruesa de Aguadulce. Nadie pensó que nos ridiculizarían con un infame 4 a 0. Nadie sabía dónde meter la cara. Al sala'o y al pobre Bolillo los querían freír vivos.

Las posibilidades de que llegáramos al Mundial se esfumaban. La gente empezaba a resignarse y a soñar con el Mundial de 2022 en Qatar. Los malabarismos que tenían que ocurrir ese día eran demasiados, comenzando con un improbable triunfo del colero Trinidad y Tobago sobre el favorito Estados Unidos y una difícil victoria sobre nuestro eterno rival Costa Rica.

Ante las reiteraciones del público de que no acudiera al partido para que no nos salara, el presidente dudo acudir. Hasta en las redes sociales le decían que el juego sería en el Rico Cedeño en Chitré para que fuera para allá. A última hora, el asesor mexicano lo convenció de que asumiera el riesgo, eso sí, preparado para la gran abucheada que le podrían dar al momento de que lo vieran allí. Asumió el peligro.

Vimos un buen fútbol en nuestros jugadores, pero no concretaban el gol. Los ticos partieron por delante y Panamá, sin saber cómo y por qué, empató con un gol que mundialmente lo apodaron ‘fantasma'. En el minuto 88, a escasos minutos del final del juego, se produjo lo inimaginable con el tremendo gol de Román Torres, a sabiendas de que los gringos ya habían perdido con los trinitarios. El estadio estalló en alegría y el presidente también.

La euforia se apoderó de muchos ante el tremendo triunfo. Le preguntaban al presidente si daría el día libre, pero dudó en hacerlo; hasta su hijo, el dj, se lo pidió. Vimos a un presidente ‘enfiestado' abrazando a la gente por la calle al mejor estilo de Martinelli; estaba en lo suyo, haciendo campaña. Pasaron más de dos horas ya en la medianoche, cuando el furor lo impulsó a dar el día libre. Era lo ideal para repuntar en la aceptación de la gente y que, de la noche a la mañana, cambiara su percepción de él, de lento a rápido, de detestado a admirado; de mal presidente a mandatario ‘cool'. Sin embargo, los peros afloraron, sobre todo del estudioso y capaz viceministro de la Presidencia, que advirtió que aquello sería ilegal, una irresponsabilidad mayor. En el rostro del ministro de Trabajo al firmar el decreto de día libre se le vio su disconformidad con el absurdo jurídico. Le faltó lo necesario para decirle a su jefe que no firmaba el irresponsable decreto. El asunto fue más grave porque fue publicado en Gaceta Oficial después de haber entrado en vigencia; algo verdaderamente infame.

Los parranderos, los ni-ni, los jóvenes fiesteros, los vagos, lo aplaudieron a rabiar. Ese era el ‘man' que ellos querían en la Presidencia; al país había que darle salsa: y de la buena. El que, además de los negocios de los Pub, facilitara a media semana una excusa para irse de parranda, era lo máximo. En las redes me acusaron de amargado porque con sentido de responsabilidad me opuse a tan flagrante violación de la ley.

El efecto ha sido desastroso, sobre todo en un país que ha bajado ocho posiciones en el Índice de Competitividad Mundial. Se perdieron 27 mil citas médicas, incluidas cirugías; las pérdidas económicas de ese día superaron 150 millones. Lo peor de todo es que quedamos con una fama de país poco serio. La decisión de Varela hizo recordar las decisiones inconsultas de los militares.

Primero fue la Cumbre de las Américas; ahora en 2018 es el Mundial de fútbol, más adelante la Jornada Mundial de la Juventud y a los días las elecciones de 2019. Mucha cámara. Mientras tanto el país sigue al ritmo del seco y del ron; de la cerveza y la fiesta, pero el presidente solo sigue preocupado por la necesidad de posicionarse mejor en las encuestas, aunque se olvide de las verdaderas tragedias de la población, que al paso que van también tendrán dolorosamente cara de perro.

ABOGADO Y POLÍTICO.

FUENTE: Con información de Guillermo A. Cochez - http://laestrella.com.pa

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