La renuncia fue anunciada al término de una reunión que duró toda la semana y en la que participaron un centenar de obispos en activo y unos cuarenta ya retirados. El contexto de la reunión episcopal no sólo estuvo marcado, como en anteriores ocasiones, por el hecho de que uno de sus antiguos miembros, Jorge Bergoglio, sea el actual Papa y mantenga una relación más o menos cercana con el peronismo, la actual oposición al reformismo conservador de Mauricio Macri. La misa oficiada el mes pasado en Luján por el obispo Agustín Radrizzani, ante una multitud de sindicalistas frontalmente opuestos al Gobierno, avivó todos los recelos.
Hugo Moyano, líder del sindicato de camioneros y objeto de una investigación judicial, se pavoneó de que la misa multitudinaria no habría sido posible sin el respaldo tácito del papa Francisco. Los portavoces vaticanos hicieron lo posible por ahuyentar cualquier sospecha de partidismo por parte del pontífice, pero los roces entre el macrismo y Francisco vienen de lejos. La reunión entre el presidente y el pontífice, en octubre de 2016, fue gélida: los rostros de Bergoglio y Macri en la sesión fotográfica reflejaban todo menos cordialidad.
FUENTE: Con información de ENRIC GONZÁLEZ - https://elpais.com