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lunes, 5 de noviembre de 2018

(España) Todo lo que Pedro Sánchez no quiso escuchar de la empresa familiar

Llegó tarde y se fue sin hacer casi corrillos. La visita de Pedro Sánchez el pasado martes al cónclave anual que organiza la patronal de la empresa familiar resultó tan sonada como infructuosa. Una asistencia de cortesía que dejó bien a las claras que al presidente del Gobierno le aburren (en general) los empresarios, que anda justo de empatía para este tipo de saraos (no dan votos) y que le incomoda hablar de números (pese a ser economista). Así las cosas, como ya demostró en citas anteriores con patronos del Ibex (Fundación Carolina o Casa de América), cuando el líder socialista no marca el guion tiende a salvar el expediente, pese a que ello suponga una honda decepción entre los asistentes. Su mundo (electoral) no está en la empresa.

Con un aforo récord (casi 1.000 registrados), el presidente del Gobierno dejó una imagen bastante negativa entre los Entrecanales, Barceló, Roig, Fluxá, Riberas… Hasta en detalles, Sánchez fue desabrido por donde antes habían pasado con oficio el rey Felipe o el propio Pablo Casado, que estuvo a un tris de no ser convocado en detrimento de Albert Rivera (se ve que los empresarios tampoco tienen claro quién es el líder real de la oposición). Además, en su breve intervención, como a la defensiva, el socialista recurrió a viejos tópicos (las grandes empresas no pagan casi impuestos) para devolver alguno de los dardos recibidos. Y como era de esperar, los asistentes le despidieron con un aplauso de cortesía, tan seco como el tono frío de sus palabras.

De poco sirvió que los anfitriones (Juan Roig acogió el evento y Francisco Riberas ofició de presidente) fueran dos empresarios antagonistas del clasismo del Ibex. Eso no impidió que el presidente de Gestamp fuera explícito a la hora de reprobar las políticas cortoplacistas (enfocadas a salvar los Presupuestos) y reclamar una visión de largo plazo y consenso para afrontar los retos (educación, innovación y competitividad) que pueden influir positivamente en el futuro de España. Mientras el ruido está en el Valle de los Caídos, las cintas de Villarejo o el conflicto secesionista de Cataluña, nadie pone el foco en el mar de fondo que nos rodea. Y el entorno es mucho más incierto y desfavorable ahora (paro y deuda) que el existente antes de la crisis de 2008.

“Hace mal en tomárselo como algo personal”, recuerda uno de los organizadores en referencia a Pedro Sánchez. “Cualquier exposición que no sea de adhesión se ve como una crítica abierta, pero nada más lejos de la realidad. Se dijo lo que se piensa con ánimo de construir”. Lo dicho estos días en Valencia no dista mucho de lo expresado en otro gran foro empresarial (Aecoc) días atrás. En esa cita del mundo de los fabricantes y distribuidores de productos de alimentación, su presidente, Javier Campo, inauguró la cita alertando del riesgo que tiene España de seguir los pasos de Italia. Es decir, de que exista una fractura insalvable entre la economía real y la vida política, una deriva que buena parte de la clase empresarial ve con auténtico pavor.

Los mensajes están siendo claros. Sin embargo, su llamada de atención parece caer en saco roto. Sin acceso a Pedro Sánchez, ocupado y preocupado en apuntalar su mandato, tampoco perciben pilares sobre los que confiar al otro lado del espectro político. Las relaciones con el PP están en plena reconstrucción, después de que Rajoy pusiera una cruz a la legión de influyentes que abogó por el rescate y con un Casado sin hechuras. Por el flanco naranja, la aparente sintonía con Rivera sirve de poco si sus escaños no son llave para acceder a La Moncloa. Y por el lado de Podemos, todo queda bajo un temeroso signo de interrogación. Por todo esto, Riberas apeló a un espíritu pactista como el que dio lugar a la Constitución… Pero de eso hace ya 40 años.

FUENTE: Con información de CARLOS HERNANZ - https://www.elconfidencial.com

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