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lunes, 11 de noviembre de 2019

(México) La drástica decisión que tomó la mitad del clan LeBarón tras la masacre que marcó para siempre a la comunidad

Familiares de los niños y mujeres asesinados en una emboscada en el norte de México pidieron el jueves justicia para hallar a los culpables del hecho, así como de las muertes y desapariciones de decenas de miles de mexicanos “sin voz” en los últimos años.

Tres mujeres y seis niños de una comunidad mormona mexicano-estadounidense fueron atacados el lunes cuando viajaban por un camino sin pavimentar en el fronterizo estado Sonora para reunirse con familiares en el vecino estado Chihuahua y en Phoenix, Arizona.

El ataque a los miembros de las comunidades mormonas disidentes que se asentaron en México hace décadas llevó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a instar a México a librar una “guerra” juntos contra los cárteles de la droga.

La noche del miércoles, docenas de vehículos y camionetas escoltados por efectivos de la Guardia Nacional llegaron desde los Estados Unidos al remoto municipio Bavispe, en el norte de México, donde se realizaron los funerales.

“Lo que estás viendo aquí, Ejército, Guardia Nacional, está bien, pero está pasando porque tenemos doble ciudadanía”, dijo Kenneth Miller, quien perdió a su nuera y cuatro nietos en la emboscada. “Me gustaría que les llegue la justicia a los que no tienen voz, a las mujeres que no pueden encontrar a sus maridos”, subrayó.

Más de 500 sillas fueron colocadas en filas para los dolientes, quienes viajaron en convoyes desde ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos para el funeral de Dawna Ray Langford, de 43 años, y sus hijos Trevor y Rogan.

Sus cuerpos yacían en simples ataúdes de madera construidos por miembros de la familia. Otro evento para honrar a las víctimas tendría lugar más tarde el jueves.

En la última década, más de 25.000 personas desaparecieron en México en medio de una cruenta lucha entre la fuerza pública y grupos del crimen organizado. Además, decenas de miles han perdido la vida desde que, a fines de 2006, el expresidente Felipe Calderón lanzó lo que se ha conocido como la “guerra contra el narcotráfico”.

Autoridades y familiares de las víctimas aseguran que el ataque sería obra de los cárteles de Juárez y Sinaloa, que se disputan el control del territorio para el envío de droga hacia Estados Unidos.

El presidente, Andrés Manuel López Obrador, insistió el jueves en que seguirá enfocando sus esfuerzos para combatir la violencia en las causas que la generan, como la pobreza y la falta de empleo.

Las víctimas provenían de prominentes familias locales -incluyendo a los LeBarón y los Langford- con ciudadanía tanto de México como de Estados Unidos, como la mayoría de los residentes de los pocos asentamientos mormones en el área.

La familia LeBarón, que llegó a México a principios del siglo XX, afirma que ahora está compuesta por más de 5,000 miembros.

“Venimos preparados para dormir en el piso, en casas de campaña. Lo que sea necesario para apoyar a las familias que murieron en el acto terrorista que tuvimos hace unos días”, dijo el miércoles a la cadena Televisa Alex LeBaron, exlegislador mexicano y primo de una de las mujeres asesinadas, Rhonita Miller.

Ella y sus hijos, cuyos cuerpos fueron calcinados cuando el auto en el que viajaban fue tiroteado y luego ardió en llamas, fueron recordados en una ceremonia en otro pueblo.

Enclavadas en los fértiles valles de las montañas de la Sierra Madre, a pocas horas al sur de la frontera, las comunidades más antiguas se remontan a finales del siglo XIX, cuando la convulsión por la poligamia en la iglesia con sede en Utah llevó a su fundación.

“Hemos platicado con varios; dicen que se van”, confesó Dave LeBarón, cerca a los ataúdes.

“Desde antes que pasara esto, dado que ha habido muchas amenazas aquí. Estamos pensando que al menos la mitad de la gente que vive aquí se va”, agregó.

FUENTE: Con información de Reuters - Lizbeth Diaz - Infobae

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