Pero, ¿en qué consiste esta ceremonia y qué tienen que ver los sapos? Empecemos por el principio. El Bufo alvarius es un sapo nativo del continente americano que vive en el desierto de Sonora, México, y en el sur del desierto de Arizona, Estados Unidos. Pasa gran parte del tiempo bajo tierra en estado de hibernación. Pero durante la estación de reproducción se vuelve muy activo, en especial por la noche, y cientos de sapos salen a pasear por el desierto.
Este anfibio tiene unas glándulas cutáneas que segregan una sustancia de color lechoso que contiene 5-MeO-DMT, una potente sustancia psicodélica que altera la percepción de la mente y que se utilizan en rituales chamánicos. No hay que confundirlo con el DMT, el principio activo presente en la ayahuasca.
Según explican desde ICEERS (International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service), una organización con sede en Barcelona que investiga las plantas psicoactivas, los sapos siempre han desempeñado un papel importante en prácticas médicas y artes de curación de diferentes civilizaciones antiguas. Las culturas maya y azteca tienen representaciones iconográficas y mitológicas de sapos que datan del año 2000 a.C. Por ejemplo, las esculturas aztecas ponen gran énfasis en las glándulas parótidas de los sapos, donde se encuentran las secreciones psicoactivas.
"Hoy en día, algunas prácticas tradicionales de uso de sapos psicoactivos sobreviven entre los curanderos de las tribus mesoamericanas y sudamericanas", señala ICEERS en su web. Pero su uso se ha extendido en los últimos años entre turistas y curiosos que lo toman de forma recreativa, para explorar los límites de la percepción, o por su supuestos efectos terapéuticos para combatir adicciones. Según cuenta Nacho Vidal en un vídeo, el veneno del sapo ayudó a un amigo suyo a dejar la adicción a las drogas. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de A.M. - El Español