En algunos sectores la medida desató amenazas de violencia y, más grave aún, una pandemia de declaraciones prosopopéyicas de sus copartidarios. Encarnando ella misma la voz y los ademanes de la propia Policarpa Salavarrieta, Paloma Valencia declaró en un programa radial que el doctor Uribe era el Simón Bolívar de nuestros días, aunque omitió el detalle de que Simón Bolívar era guerrillero, y de que, en esa medida, si Uribe hubiera sido contemporáneo de Bolívar, seguramente lo habría mandado ajusticiar porque no estaría recogiendo café; se referiría a la batalla de Boyacá como un “asesinato aplazado”; diría que Antonio Ricaurte era un “buen muerto” e interceptaría la carta desde Jamaica del Libertador, porque la estaban leyendo esos hachepés.
Dentro del nerviosismo general, además, circuló un audio de la senadora Paola Holguín dirigido a las reservas del ejército en que por la vehemencia de sus palabras era inevitable no visualizarla apretada en el uniforme camuflado para comandar una milicia. Por un instante imaginé a la honorable parlamentaria trepada en la escotilla de un tanque, al mando de un pelotón de soldados fieles al doctor Uribe: la bandera de Colombia en una mano y el índice de la otra señalando en dirección a la sede de la Corte Suprema, para arrestar a los magistrados. La seguía una horda de fanáticos uribistas que, desplegados por las calles, con antorchas como logos de Olímpica en evidente guiño a los Char, harían con la ciudad lo que el propio Uribe con el equilibrio de poderes cuando fue presidente: volverla trizas. No puede ser que ahora cambiemos una guerrilla por otra, pensé mientras escuchaba el audio: ¿se desarman las Farc y entonces se arma el uribismo? ¿Quién de todos será el nuevo alias El paisa? ¿Regresará Pachito a reemplazar a alias Pacho chino? ¿Esa es la paz de Santos?
Para mayores convulsiones, Sandra Ramírez, ayudando al uribismo como nadie, aseguró que para el partido FARC los reclutamientos de menores eran pormenores; el representante Edward Rodríguez lanzó una vaca para pagar la caución del doctor Uribe, paradójicamente sin el apoyo de Fedegán; el abogado Jaime Granados estrenó tapabocas marca Polo; adeptos a Uribe protagonizaron caravanas de camionetas polarizadas y polarizantes; el presidente Duque renunció a ser jefe de Estado y se aplicó como compañero de bancada del hombre con quien antes compartía principios y mecato, y lo defendió como si fuera su abogado de oficio: por poco se pone él mismo un tapabocas marca Polo. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - Los Danieles