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martes, 12 de enero de 2021

(Colombia) Virgilio Barco y el exterminio de la UP (+Opinión)

Por: Alberto Donadio - El célebre y premiado periodista investigativo revela un secreto que el Estado colombiano ha guardado celosamente durante 34 años: la propuesta de un agente israelí que condujo al exterminio de miles de militantes de izquierda y la aprobación que impartió el presidente Virgilio Barco al criminal proyecto.

A comienzos de 1950 Virgilio Barco Vargas todavía no se había casado con su novia gringa, Carolina Isakson. Él tenía 28 años y era representante a la Cámara por el Partido Liberal de Norte de Santander cuando mataron en Cúcuta, su tierra natal, a un amigo y copartidario suyo, Víctor M. Pérez.

Barco le escribió a su novia, que cursaba estudios en Estados Unidos: “He estado profundamente consternado. Este hombre que había hecho de su vida, sencilla y humilde, una continua faena de servicio de sus ideas, cayó vilmente asesinado por el único motivo de que en su condición de líder popular era incómodo para el partido de gobierno. ¡Eso es gangsterismo!”.

Como ha ocurrido con varias generaciones de políticos colombianos, Barco estuvo rodeado de violencia desde que empezó su carrera de congresista, tras el típico debut como concejal, hasta cuando la terminó como presidente de la república cuarenta años más tarde. Poco después del asesinato de su copartidario recibió amenazas de muerte y se marchó a Estados Unidos, donde obtuvo el título de economista. En los años 40 ya se había graduado como ingeniero en el MIT de Boston. Al regresar en 1954 le tocó el final de la violencia conservadora, el ascenso efímero del general Gustavo Rojas Pinilla y el nacimiento del Frente Nacional, un pacto de paz entre los dos partidos enemigos. A lo largo del llamado “régimen de responsabilidad compartida” fue senador, ministro, embajador y alcalde de Bogotá.

En 1986, al ser elegido presidente, la violencia seguía. Pero era otro tipo de violencia. Ya no se trataba del ajuste de cuentas entre liberales y conservadores, sino entre el Ejército y grupos guerrilleros de izquierda, y entre el Estado y los narcotraficantes. Durante los cuatro años de Barco se multiplicaron los asesinatos, combates y actos terroristas. En su mandato, según la Policía nacional, fueron asesinadas cerca de 78.000 personas; 250 policías cayeron abaleados; explotaron 19 carros bomba que dejaron 300 víctimas y se produjeron más de 125 atentados dinamiteros contra oleoductos.

Lo más siniestro fue la violencia política, que persiguió, acosó y prácticamente eliminó a la agrupación de izquierda Unión Patriótica (UP), firmante en 1985 de los acuerdos de paz con el predecesor de Barco en la presidencia, Belisario Betancur. Fueron más de 3.000 personas asesinadas, según el Centro Nacional de Memoria Histórica. Un fallo de la Sala de Justicia y Paz lo calificó de “genocidio político”.

Cómo surgió y se desarrolló la matanza gota a gota de la UP es uno de los más escondidos capítulos de nuestra historia reciente. Lo más grave es que hay razones para pensar que el presidente Barco tuvo un papel determinante en el exterminio de este conglomerado cercano al Partido Comunista.

Un espía llamado Rafi

Para descubrirlo es preciso unir una serie de claves que han permanecido hasta ahora bajo estricto secreto. Todas ellas conducen a un agente israelí que contrató Barco para combatir la violencia. Se llamaba Rafi Eitan y de su silencioso paso por Colombia quedaron nefastas consecuencias pero muy pocos rastros.

Nacido en la actual Palestina en 1926 y fallecido en Tel Aviv en 2019, fue político, burócrata, hombre de negocios y, sobre todo, espía: un espía legendario que comandó en 1960 la operación de secuestro del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann en Buenos Aires, realizada por el Mossad, agencia de inteligencia israelí. Llevado a Israel, Eichmann fue procesado y sentenciado a muerte.

Posteriormente Eitan se especializó en lucha antiterrorista y dirigió en su país la oficina de Relaciones Científicas, otra agencia al servicio del espionaje de Israel.

Su historial revela que fue siempre un espía con verdadera licencia para matar; no de los que en el celuloide se dedican a seducir rubias en raudos coches, sino de los que encuentran razones de Estado o sentimientos patrióticos para acabar con la vida de otros. En una entrevista con el Museo del Holocausto de Washington, D.C., precisó que si la captura de Eichmann hubiera fracasado él ya había decidido matarlo. “¿Entonces el comando iba armado?” le preguntaron. “No —contestó—, la manera más fácil de matar a alguien es desnucándolo”. Para él, “toda operación de inteligencia es una alianza con el delito”.

Eitan participó en la cacería y eliminación de los palestinos que asesinaron en Munich a los atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972.

Virgilio Barco conoció a Eitan cuando fue embajador de Colombia en Washington (1977-1980). Hicieron buena amistad. Barco se interesó en el tipo de trabajos que desarrollaba Eitan y el contacto se convirtió en una operación secreta cuando, en 1986, el cucuteño fue elegido presidente. (Para conocer detalles sobre la forma poco ortodoxa como se contrató y pagó al agente israelí puede consultarse un artículo que publiqué en El Espectador, 13-14 XII. 2020). ->>Vea más...

FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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