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domingo, 28 de febrero de 2021

(Colombia) País de mentiras (+Opinión)

Por: Daniel Samper Ospina -
Aquejado por tantas y tan fatídicas primicias en la emisión del noticiero, decidí dar la espalda al país, tomar el control remoto y divagar sin rumbo fijo, como el gobierno Duque, por los canales de cable. Buscaba algún documental sobre la naturaleza que me diera sosiego: no digo un especial sobre los osos dormilones o la reproducción de los elefantes, porque precisamente quería descansar de los informes sobre políticos colombianos; pero sí algún programa sobre las águilas calvas que me permitiera, a lo sumo, suponer que estaba observando a Juan Lozano en su día final en Noticias RCN.

Para ir a la fija, entonces, abordé los canales culturales, Discovery Channel y sus laderas, y caí de bruces en un reality insólito que se llama Supervivencia al desnudo. Un hombre y una mujer, despojados de toda prenda, son abandonados en un selvático y agreste lugar remoto con la obligación de sobrevivir por sus propios medios, sin ningún tipo de ayuda, durante un par de semanas: deben hacer fuego con piedras, cazar con palos, pescar con las manos. Conciliar el sueño sin ver CMI. Dormir en cucharita. Y enfrentar ataques de enjambres y picadas de todo tipo, como si estuvieran en las redes sociales y se atrevieran a criticar a Petro.

Van al desnudo, pero les difuminan el articulito, con lo cual cualquiera se pregunta para qué van al desnudo. Y en caso de que se rindan, los rescata un helicóptero que, si tienen mala fortuna, puede terminar en Tranquilandia.

Imaginaba mi suerte como protagonista de uno de los capítulos. Rodeado hasta la médula por mi condición cachaca, podía verme a mí mismo con la nuca y los brazos rojos de sol, ardidos y ampollados; la retaguardia aturdida por picaduras de hormigas; los regordetes tobillos convertidos en manjar de mosquitos; el jején ensañado en la piel blancuzca y de venas azules; el sistema digestivo en colapso por la ingesta de las malas aguas: todo lo anterior antes de que comience la grabación, en el resort cinco estrellas en que se hospedan los participantes los días previos a la competencia.

¿Qué líder se le medirían a participar en aquel programa, aparte, naturalmente, de Antanas Mockus, que ha dejado observar dos veces que tiene lista la indumentaria? Únicamente quienes estén dispuestos a perder su investidura, porque si un político se desnuda muere un ángel. Sergio Fajardo podría inscribirse cuando lo graben en las selvas del Chocó, para poder ver ballenas. Le difuminarían el Hidroituango. La alcaldesa cuidadora chocaría las dos piedras que se le vuelan por día para hacer fuego con el Esmad: si sobrevive, será gracias a ella; si se rinde y la eliminan, le echará la culpa al gobierno nacional.

—Llamen al helicóptero, mi hermano, que a mi muñeca la picó un bicho y el gobierno no reparte las vacunas.

Lo cual nos lleva a una pregunta de fondo: ¿lograría terminar la prueba una pareja conformada por Marta Lucía Ramírez e Iván Duque, cuyo gobierno ha consistido, precisamente, en enfrentar la espesura de la selva política sin contar con experiencia? Imagino al presidente rollizo trepando como dios lo trajo al mundo por una cañada y me derrito:

—¡Estos mosquitos tienen las horas contadas! —dice.

—¡Haga algo, Iván, que esto no es acá de atenidos mientras yo pesco! ¡Agarre ese bejuco! –le grita la vicepresidenta.

—Ya me prendí del único bejuco que conozco: el presidente eterno de todos los colombianos.

Al final a Marta Lucía Ramírez la reemplaza Tomás Uribe, el tarzán que hace maromas legales para parcelar un pedazo de selva, volverlo zona franca y construir un centro comercial. ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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