
Ana Ballesteros, de 18 años, relató que fue impactada el jueves pasado por una chispa mientras caminaba hacia el colegio donde estudia. Tras la descarga, la chica fue hospitalizada pero afirmó que desde entonces sufrió dolores muy fuertes en la espalda que le impedían caminar.
“Los médicos estudiaron la carrera, pero no los efectos secundarios de los rayos. Sé que metiéndome al hueco (…) pronto me voy a mejorar porque son cosas antiguas“, manifestó.
Familiares y vecinos de la afectada ayudaron a cavar un agujero en el patio de la casa de Ballesteros, que permaneció cuatro horas diarias con la tierra hasta el cuello. Blanca de la Rosa, abuela de la joven, explicó que decidieron enterrarla para que la tierra le saque “el fogaje de la candela“.
Pero Walter Gómez, médico de la clínica de Montería donde fue atendida la chica, declaró que no está comprobado científicamente que enterrar a un paciente al que le ha caído un rayo tenga “un efecto válido” para su recuperación.
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