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miércoles, 21 de marzo de 2018

Klitgaard: "Lo que frena a Panamá es un mal Gobierno"

Una fórmula muy sencilla ayudaría a reducir significativamente los índices de corrupción en el país, mejorar la administración de justicia, la competitividad y atraer la inversión extranjera. La corrupción es resultado de la suma del exceso de discrecionalidad de un funcionario público más el monopolio y menos rendición de cuentas.

El autor de esta simple, pero contundente frase, es Robert Klitgaard, autor de nueve títulos y conocido en el mundo como el gurú anticorrupción.

En entrevista a La Estrella de Panamá , a propósito de su paso por el país como orador principal de la cena anual de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, Klitgaard reseñó cómo muchos países han logrado reducir drásticamente los índices de corrupción, y pasó la receta.

‘Es importante captar a los peces gordos del país. Los casos de éxito que he estudiado empiezan con freír peces gordos. En las sociedades donde hay mucha corrupción, la apatía y el cinismo es flagrante, por lo tanto hay que hacer algo para demostrar que se está hablando en serio'.

Pero ojo, añade, ‘la campaña contra la corrupción no puede percibirse como una campaña contra la oposición. Tienes que escoger algunos peces gordos de tu propio partido'. El consultor se muestra a favor de los acuerdos de colaboración que suceden entre el Ministerio Público y empresarios procesados durante el quinquenio pasado, a pesar de que estos acuerdos han causado rechazo en la ciudadanía. ‘Así es la vida, tienes que moverte, no puedes ir quemando todos los peces gordos del pasado, es un equilibrio donde todos tienen las manos sucias', indicó el también profesor.

Cuando el país decide afrontar la corrupción, es posible ver impactos significativos en 3 o 4 años. La estrategia, manifiesta, no es hacer todo a la vez, sino algunas cosas que logren recobrar la confianza de la ciudadanía. En este sentido, ejemplificó el caso de la República de Georgia. Un país harto del tema implementó algunas operaciones: hizo acuerdos de pena con algunos empresarios; despidió a todos los policías de tránsito por coimeros, les cambiaron el uniforme y los autos. Ofreció un número a la ciudadanía para que canalizara sus quejas y les dio respuesta. Como consecuencia, las unidades lograron el doble de su efectividad con menos personal. Las medidas adoptadas en ese país lograron que la inversión extranjera se cuadruplicara en solo ocho años porque hubo un cambio de mentalidad.

GOBIERNO INEFICIENTE

Klitgaard no emite concepto profundo sobre la corrupción en nuestro país. Podría interpretarse como un acto de caballerosidad hacia la nación que lo acoge por unas horas. Pero se desilusiona cuando analiza los índices que miden ciertos aspectos relacionados a la corrupción. Mira, relata a continuación, en el índice de competitividad que publica el World Economic Forum (WEF, en inglés), lo que motivó la caída de ocho escaños, es la percepción ‘de que en el gobierno hay que pagar por cualquier cosa'. En este tema se miden 110 variables. Algunas no cambian, pero otras, como las políticas públicas, se observan detenidamente en cuanto a la calidad y percepción del Gobierno.

Hace cuatro años (2013), Panamá estaba en el sitio 40 en esta materia, pero en la reciente medición (2017-2018) bajó 10 escaños. ‘Eso es enorme', exclama Klitgaard. Analizando algunos índices de macroeconomía, por la actividad financiera que destaca en el istmo, expresa que Panamá debería ser de los países más competitivos en el mundo. No obstante, detalla el también profesor de la Universidad de Harvard, que ‘todos los indicadores del Gobierno son débiles: en la medición de diversificación de fondos públicos calificó en el sitio 101 de 137 países; cuando se midió la confianza en los políticos o el desvío de fondos públicos resultó en el renglón 104 , y el más delicado es el de la administración de justicia, que se encontró en el puesto 120 en el mundo. ¿Cómo puede un inversionista llegar a Panamá y decir: adelante, es un sitio seguro de inversión?, se pregunta.

Los dos obstáculos más nombrados en Panamá que impiden hacer negocios son la burocracia ineficiente y la corrupción. ‘Se ve que lo que frena a Panamá es un mal gobierno', deduce el especialista.

CONTRATACIONES

Uno de los casos más frecuentes en Latinoamérica, en los que se detecta corrupción, es en el sistema de contrataciones públicas. No basta contar con un sistema modelo, como en Ecuador, donde solo logra implementar un 20%, recuerda Klitgaard. A veces las cosas son sistemáticas, figuran varios pasos y cada uno es una tentación para el funcionario público. Así se generan procesos paralelos corruptos, analiza.

‘Lo que he visto que tiene éxito en este caso es involucrar al sector privado con entrevistas confidenciales en las que se les pregunte cómo ha sido cada paso, en forma confidencial, para conocer las debilidades', sugiere. Esas entrevistas ofrecen un retrato del sistema paralelo. En dos semanas se convoca otra reunión con todos los contratistas entrevistados —tal vez no con el mismo interlocutor del gobierno—, se analiza este sistema paralelo y se buscan soluciones para reducir la tentación. ‘Eso funciona, lo he visto en Cortes, en aduanas y en contrataciones', asegura Klitgaard.

PROMESAS INCUMPLIDAS

Apunta el especialista que el enemigo del cinismo es el éxito. En este sentido, hay que buscar otros lugares donde han podido reducir la corrupción y aprender.

Muchas veces los políticos hacen promesas para combatir la corrupción, pero no tienen idea de cómo hacerlo. Piensan más en regulaciones, códigos de conducta, leyes nuevas. Eso no tiene ningún efecto, señala. Solo deben reducir el oligopolio y la discreción gubernamental e incrementar la rendición de cuentas.

‘La ley en algunos casos incrementa el monopolio y aumenta la discrecionalidad y reduce la transparencia. Por ejemplo, en muchos países latinos tenemos muchas administraciones que ponen pasos administrativos para cada cosa. Esto con la idea de controlar y vigilar, pero se crea un monstruo de falta de transparencia. En otros sistemas puedes reducir el monopolio. En estos casos la ley puede ayudar a reducir la corrupción. Pero en nuestros países el problema no es la ley de por sí', manifiesta.

—¿Es verdad que un buen salario inhibe a un funcionario de pedir coima?

Para Klitgaard, si el salario es tan bajo que no puede mantener a la familia, hay una gran tentación de robar. Si llega hasta cierto nivel de poder sufragar un estilo de vida, en algunos casos el funcionario no tiene claro si le conviene o no robar. Lo que más importa es que el salario esté vinculado con los resultados. ‘Un sistema muy bueno de manejo de los empleados públicos que sea efectivo funciona. A esto cabe agregar reconocimientos, capacitación, etc., todo eso es importante. Pero no funciona subir el salario un 30% y pedirles que no roben'.

FUENTE: Adelita Coriat - http://laestrella.com.pa - (PULSE AQUÍ)

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