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miércoles, 26 de septiembre de 2018

China en la epidemia que arrasa EEUU

En medio de la guerra comercial que amenaza con tener consecuencias dentro y fuera de EEUU, el abuso de analgésicos opiáceos, la 'epidemia' que mata a 175 estadounidenses al día (siete cada hora), se ha convertido en un nuevo punto de fricción entre Pekín y Washington.

Uno de los protagonistas clave en esta “crisis de salud pública” que se extiende inexorablemente desde hace dos décadas -y que es responsable del brusco aumento en las tasas de mortalidad entre estadounidenses blancos de mediana edad- es el Fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, cuyo uso en EEUU está autorizado sólo en casos de dolor extremo relacionados, por ejemplo, con tratamientos contra el cáncer.

Donald Trump puso este lunes sobre la mesa en la ONU la crisis de adicción a los opiáceos, que en 2016 acabó con la vida de 42.000 norteamericanos. El presidente de EEUU pidió más cooperación internacional para “desmantelar la producción de drogas” y “cortar el suministro de drogas ilícitas”. Y China, según la Administración para el Control de Drogas (DEA), es el principal proveedor de Fentanilo ilegal y otros derivados a EEUU, una acusación que el propio Trump reiteró a finales de agosto.

No hay duda de que gran parte de estas pastillas opioides se producen en China, aunque es imposible conocer las cantidades exactas. El gigante asiático es un proveedor global de Fentanilo debido a la laxa regulación y el escaso control sobre sus grandes industrias farmacéuticas y químicas, según un informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre EEUU y China (USCC) difundido en 2017.

Mientras, Pekín, que niega las acusaciones y considera “inaceptables” los comentarios de Trump, ha emprendido algunas acciones para abordar el problema, como prohibir en marzo de 2017 cuatro componentes clave en la fabricación del Fentanilo, una decisión que la DEA celebró como “un punto de inflexión” en la lucha contra el tráfico ilícito de esta sustancia.

Baratos de fabricar, los opiáceos se venden por Internet y llegan a EEUU por correo postal o a través de narcos mexicanos. Una vez allí, pueden mezclarse con pequeñas cantidades de otras drogas, especialmente heroína, para aumentar su potencia. “El Fentanilo es potencialmente mortal, incluso en niveles muy bajos. El consumo de dosis tan pequeñas como 0.25 miligramos puede ser fatal”, advierte la DEA.

La crisis no es exclusiva de EEUU
El uso de de fármacos sin prescripción médica se ha convertido en una gran amenaza a nivel global, según el último Informe Mundial de Drogas publicado en junio por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Los opiáceos representan el 76% de las muertes asociadas a consumo de sustancias psicoactivas y, mientras el Fentanilo y sus análogos siguen agravando la crisis de salud pública en Norteamérica, el Tramadol supone una grave preocupación en zonas de África y Asia.

Nigeria, que se enfrenta a unos niveles catastróficos de adicción a los opiáceos y donde nadie parece saber cómo frenar la epidemia, sirve de ejemplo. "Tanto la Codeína como el Tramadol son relativamente baratos, pero el Tramadol es suministrado principalmente por el mercado ilegal. ¿Por qué tenemos esta crisis? En primer lugar, no es nuevo; en los 90 ya tuvimos problemas con el Pentazocine entre profesionales sanitarios, que tenían acceso a la sustancia. Pero la ola que estamos experimentando actualmente es resultado de una cada vez mayor disponibilidad de opiáceos en África Occidental y de la reacción de una creciente población joven a unas condiciones de vida muy difíciles”, explica a El Confidencial Isidore S. Obot, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Uyo y director del Centro para la Investigación e Información de Abuso de Sustancias.

Según este experto, la respuesta del Gobierno “era predecible”. Se prohibió la Codeína en jarabes para la tos y los fabricantes fueron obligados a interrumpir su actividad. “Lo que necesitamos son mejores controles, no privar a las personas de sustancias que se utilizan en la asistencia sanitaria”, concluye.

En cuanto a China, la gran pregunta es si Pekín puede regular una enorme industria farmaceútica que crece a un ritmo vertiginoso. "Su capacidad reguladora es limitada. Las brechas en el diseño legal, la división entre los gobiernos provinciales y el central y la ausencia de vigilancia y de responsabilidad de las empresas incrementan las oportunidades para la corrupción", explica Bryce Pardo, experto en políticas antidroga de la Rand Corporation, a la BBC.

FUENTE: Con información de ÁNGEL MARTÍNEZ - https://www.elconfidencial.com ->> Ir

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