El caso que dio origen al movimiento MeToo puede acabar diluyéndose a golpe de chequera. Harvey Weinstein, "todopoderoso productor de Hollywood" hasta 2017 y "depredador sexual" después, ha llegado a un acuerdo provisional con una treintena de presuntas víctimas de sus abusos.Los términos: 25 millones de dólares (22 millones de euros) y no habrá juicio ni reconocimiento de responsabilidades. ¿Tanta batalla, tantos pronunciamientos heroicos, tanta sororidad, para un final tan prosaico?No todavía. El acuerdo requiere la aprobación de todas las partes, incluidos los tribunales. El dinero cubriría, según The New York Times, todas las demandas por "conducta sexual inapropiada" y ni siquiera lo pagaría Weinstein, cuya compañía está en quiebra, sino las aseguradoras. Una decepción para quienes exigen su cabeza, pero pájaro en mano para la mayoría de las denunciantes, sobre todo después de que varias demandas hayan sido desestimadas. De cerrarse el acuerdo, el expediente Weinstein quedaría reducido a dos causas penales, una por violación y otra por abuso.Es posible que judicialmente el caso acabe siendo el parto de los montes, pero ha provocado un terremoto social que ha tenido réplicas planetarias gracias al movimiento MeToo. Para bien y para mal. Hizo estallar, por ejemplo, el escándalo de Larry Nassar, médico del equipo estadounidense de gimnasia, que acabó con el pederasta condenado a perpetuidad.Pero al mismo tiempo, lo que empezó como una rebelión contra el abuso sexual desde posiciones de poder ha derrapado en una cruzada que pisotea la presunción de inocencia y promueve un puritanismo paranoico. Kevin Spacey y Woody Allen han sido exonerados en los tribunales pero condenados por su gremio. Zarpazos retrospectivos sufre también Roman Polanski. Plácido Domingo resiste en Europa. Asesinato de la reputación y asesinato profesional: ni rodajes, ni estrenos ni premios. La muerte civil, como en tiempos de Stalin. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de MAITE RICO - El Mundo
