Estaba en su celda, de pie contra un rincón y con el único ojo que tenía espantosamente abierto. No contestó la llamada de los guardias que tumbaron la reja porque, según ellos, había sido asegurada por dentro. Lo encontraron sin signos vitales, con las manos atadas y un nylon alrededor del cuello, según lo relata El Heraldo de Barranquilla.
Las manos amarradas no fueron inconveniente para que las autoridades carcelarias informaran en un comunicado: “El interno fue encontrado en posición de ahorcamiento, sujetado por una cuerda alrededor de su cuello, lo que permite, en prima instancia, inferir que se trató de un suicidio”.
Los investigadores forenses concluyeron otra cosa: “La muerte del interno JHON FREDY GONZÁLEZ ISAZA, no fue un suicidio (…). Por el contrario, se determinó por el INMLCF (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses) que la muerte fue de manera VIOLENTA – HOMICIDIO”.
Aunque la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín exhortó a la Fiscalía para investigar el crimen, el proceso no ha avanzado mucho en los últimos nueve años.
El 13 de agosto de 2010, alias Rosco había declarado en versión libre ante Justicia y Paz:
–La quema de la Hacienda Guacharacas fue un antecedente en la formación de grupos paramilitares en la zona.
–¿Esta finca Guacharacas –indaga el funcionario judicial–estamos hablando de la misma finca del expresidente Álvaro Uribe?
–Sí señor, la Hacienda Guacharacas que es por ahí por los lados de Providencia, al lado de San José del Nus.
Alias Rosco asegura también que en los predios de Guacharacas hay fosas ocultas con restos de las víctimas del Bloque Metro.
–¿Y enterraban víctimas en esa hacienda? –averigua el funcionario.
–Sí doctor, es que esa hacienda siempre la ha administrado un señor que le dicen Guacharaco y él es muy reconocido en San José del Nus. Guacharaco tiene dos hijos, que les dicen Guacharacos. Ellos siempre han sido de esa corte de Santiago Gallón y de los Villegas, y ellos siempre han sido de ese cuento del paramilitarismo. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles