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miércoles, 2 de diciembre de 2020

(Colombia) Yo no me llamo Daniel (+Opinión)

Por: Catalina Botero Marino -
Yo no me llamo Daniel ni soy periodista. No soy tampoco promesa de un aumento en el número de lectores, y temo que parte de mi contribución puede ser ahuyentar algunos. La pregunta que me hago es por qué, si saben eso, me invitan a escribir en Los Danieles. O están muy aburridos de liderar la tendencia en Twitter todos los domingos, o se enteraron de que alguna vez fui hincha de Santa Fe (y me quieren rescatar) o realmente no toman decisiones basados en el rating. Las tres opciones los enaltecerían, pero me inclino más por la última. Coincidimos en el principio de no tener el rating como guía. Porque donde manda el like se pone en riesgo el buen periodismo.

El periodismo profesional e independiente, el que pasa a la historia, está atento a otras cosas: a descubrir aquello que el poder (cualquier poder) quiere ocultar, a mostrar la complejidad de lo que parece simple y la simplicidad de lo que parece complejo; a hacer preguntas incómodas y a encontrar (y encarar) respuestas aún más incómodas. Ese periodismo tiene menos audiencia que otras formas de comunicación, de la misma manera como la noticia sobre la mejor y peor vestida en un reinado de belleza tuvo más interacciones y circuló seis veces más rápido que la noticia sobre la muerte de nueve personas bajo custodia policial. Pero justamente ese periodismo es el que es indispensable para limitar los abusos de poder y para informar sobre lo que resulta verdaderamente importante en una democracia.

Un ejemplo de ese periodismo valiente, de reportería audaz y análisis sosegado e inteligente, está en los trabajos que ganaron los últimos premios de periodismo Simón Bolívar. En medio de las noticias desgarradoras de estas semanas; del mar que se tragó a varias islas del Caribe y dejó desolación y toneladas de plástico a su paso; de la impunidad por los asesinatos de quienes se atreven a reclamar sus derechos en territorios abandonados; del cinismo estatal frente a los graves abusos policiales; de los campesinos que regalan sus cosechas agobiados por una situación económica desesperada: en medio de este panorama doloroso, digo, fue emocionante ver que en la ceremonia de los premios, celebrada de manera virtual, se nombraba una a una a personas que de forma meticulosa y pulida, sin más expectativa que la de realizar bien su trabajo, hacen el periodismo que necesitamos. Se trata de periodistas que rescataron las historias de Dilan Cruz o Dimar Torres, que ya no están acá para contarlas. O que revelaron —a un alto costo para su propia seguridad— operaciones de macrocorrupción o violaciones de derechos humanos amparadas en la opacidad (y la soberbia) del poder. Historias de líderes y lideresas de comunidades rurales e indígenas que pocas personas parece querer oír en las ciudades. Entrevistas e investigaciones agudas e inteligentes sobre los impactos de importantes y complejas políticas públicas. ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión - Los Danieles

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