Por: Daniel Coronell - En Colombia nadie sabe más de política que Álvaro Uribe. Lleva 20 años
mangoneando, eligiéndose, reeligiéndose por sí mismo y en cuerpo ajeno. Por
esa misma razón, tiene claro que para 2022 no puede triunfar como lo ha hecho
hasta ahora, sino que debe disfrazar de centro a su candidato. La apuesta no
es mala: si logra anular al verdadero centro y se apalanca en el miedo a
Gustavo Petro, puede volver a ganar.
Mañana, mediante un enrevesado mecanismo de encuestas, será elegido el
candidato del Centro Democrático, lo cual no quiere decir que sea el candidato
definitivo de Uribe. La decisión del Centro Democrático, el partido de
gobierno, tiene tan indiferente a la mayoría de los colombianos como la final
del torneo del Olaya.
Si realmente este fuera su último juego, a Uribe solo le podría ir mal o
peor.
Mal si gana, como todo parece indicarlo, María Fernanda Cabal. Ella
representa, mejor que cualquier otro, los amores y los odios de la base
uribista. Esa masa supersticiosa que ve a Uribe como un ser providencial
perseguido por razón de su fe y no de sus faltas, que cree en teorías de la
conspiración contra el presidente eterno, que jura que no hay razón válida
para protestar en Colombia, que identifica cada voz inconforme con el
castrochavismo y que está firmemente convencida de que la solución pasa por
las armas públicas o privadas.
Esa fuerza que la señora Cabal tiene en el núcleo más duro del uribismo es la
misma que le impide ser candidata viable para el resto de los electores.
Nadie, medianamente sensato, votaría por una persona como ella.
Sin embargo, a Uribe le podría ir aún peor si el ganador fuera Óscar Iván
Zuluaga y su futuro dependiera de eso. Zuluaga no convence a los uribistas más
radicales que lo ven como un tibio.Tampoco ha podido lograr apoyo importante
en otros sectores que recuerdan las dudas sobre su campaña de 2014.
Resulta elocuente que Zuluaga, quien ganó la primera vuelta presidencial hace
siete años con casi el 30 por ciento de la votación, hoy alcance apenas un
lánguido 3 por ciento de la intención de voto según las encuestas.
Por eso el resultado que conoceremos mañana es apenas una estación en el plan
del expresidente Uribe. Él sabe que ahí no está su candidato a la presidencia,
como por ejemplo no era Ángela Garzón su candidata a la Alcaldía de Bogotá ni
José Félix Lafaurie a la Contraloría General.
La verdadera apuesta de Uribe está en la llamada centro derecha que
desesperadamente busca nombres para ocultar su rabo uribista: “Coalición de la
Experiencia”, “Equipo por Colombia”, por cierto le debían pagar derechos de
autor al condenado parapolítico Luis Alfredo Ramos.
Desde finales del año pasado, el periodista Lucas Pombo informó en la W acerca
de la realización de interesantes reuniones en El Ubérrimo. A la extensa
hacienda de Uribe fueron a buscarlo, entre otros, Dilian Francisca Toro y Fuad
Char, el padre del exalcalde de Barranquilla Alejandro Char.
Las juntas dieron su fruto esta semana cuando en cuestión de horas Dilian
Francisca Toro y Alejandro Char se sumaron a la llamada coalición de centro
derecha.
También aterrizó allá David Barguil elegido a dedo como candidato oficial
del conservatismo, un partido que hace tiempo no escoge seriamente a sus
candidatos presidenciales. Con Uribe descubrieron la fórmula perfecta de la
supervivencia: no aspirar a tener presidente propio sino endosar a tiempo
sus votos de maquinaria al ganador a cambio de puestos. Así han estado en
todos los gobiernos y alimentan con plata pública la subsistencia y
crecimiento de sus empresas políticas.
Los otros que están en la coalición son Enrique Peñalosa, Juan Carlos
Echeverry y Federico Gutiérrez, conocido como Fico.
Peñalosa, como Barguil, tampoco quiere ser presidente sino armar nuevamente
su campaña a la Alcaldía de Bogotá para seguir condenando a los ciudadanos a
sus buses cancerosos y a Carlos Fernando Galán a continuar eternamente en la
cola. Sobre el ahora vergonzante uribismo de Peñalosa dan cuenta sus
imágenes cargándole el megáfono a Uribe y viceversa.
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FUENTE: Artículo de Opinión –
Los Danieles