Por: Ana Bejarano Ricaurte - Álex Char hace campaña a la presidencia bajo, por lo menos, tres supuestos: que le basta con la fama que ha cultivado de ser el gran restaurador de Barranquilla, que no le conviene asistir a debates y que TikTok le sirve para conectar o hacer ruido, lo que se traduzca en más votos. En una de esas apariciones se ve a Char en arrojada caminata por una azotea, desde donde observa su ciudad cual conquistador boyante, al tiempo que un letrero preside la épica escena con el siguiente mensaje: “Cuando todos lo creían imposible, empoderamos a una ciudad y le brindamos muchas oportunidades”.
Ese mismo evangelio de transformación benevolente se ha impulsado frente a los supuestos logros de Char con la empresa de acueducto, alcantarillado y aseo de Barranquilla, la Triple A. Aunque lo cierto es que la historia de esta joya de la corona del Caribe y su reciente venta dan cuenta de un peligroso estilo de gobernar de este enigmático y ahora enamoradizo precandidato presidencial, consistente en prometer mucho, cumplir algo y favorecer siempre a los amigos. Aquí va la historia supuestamente milagrosa.
La Triple A fue creada en 1991, y desde 2016 es una víctima emblemática de corrupción transnacional, cuando se reveló el robo protagonizado por colombianos y sus socios españoles, los de la empresa Canal de Isabel II. Allá se llamó la Operación Blas de Lezo (tal vez porque así dejaron la empresa: tuerta, manca y coja) y acá el fiscal Néstor Humberto Martínez la denominó Operación Acordeón.
Almirante o caja de música, lo cierto es que el desfalco, perpetrado a través de un esquema de contratación ficticia, se estima en unos 260.000 millones de pesos. Aunque en Colombia ha sonado muy poco ese acordeón, la investigación salpica a la administración del entonces alcalde, Álex Char. Por ejemplo, en una conversación grabada en Madrid, Edmundo Rodríguez, le contó al megacontratista de Char, José Manuel Yuyo Daes, que el secretario jurídico de la Alcaldía, Jorge Padilla, era su abogado bajo la sombra para defenderse en Colombia. Rodríguez es testaferro de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, procesado y encarcelado por la corrupción que rodeó el caso Lezo.
La prensa española ha mencionado a Daes y al zar de las basuras William Vélez en el escándalo. Desde 1995 Vélez ha tenido contratos para manejar la recolección de basuras en la Arenosa y varios altos funcionarios de sus empresas en el Caribe terminaron asumiendo posiciones en la Triple A. Ni sobre Char, Daes o Vélez pesa investigación o señalamiento formal alguno.
Otra interceptación de la Guardia Civil española a Edmundo Rodríguez parece premonitoria del nuevo capítulo del negocio: “Estoy harto de decirle a Diego y a todo el mundo que la única manera de cerrar esta historia para siempre es con la venta... ¡Es la venta! Que vendan, concho, y nos olvidamos de todo”.
Y como que don Edmundo tenía toda la razón. Tras ese desfalco, la administración de Jaime Pumarejo, heredero político de Char, anunció un plan para devolverle el 100% de las acciones de la Triple A al Distrito. Los medios aliados, que no son pocos, vendieron esta movida como la salvación de la empresa. Borrón y cuenta nueva. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles