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martes, 1 de marzo de 2022

(Colombia) Aborto laico (+Opinión)

Por: Ana Bejarano Ricaurte -
En 2017 en Colombia existían más de 2000 religiones reconocidas por el Estado. La inscripción de cada Iglesia se hace ante la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior. Para completar el trámite deben brindarse información sobre la creencia, su cosmogonía, líderes y muchos datos legales. No se entra a estudiar la cordura, sustento científico o verosimilitud de la doctrina. Es, más propiamente, un tema administrativo.

El asunto está dispuesto así para proteger el principio constitucional de la libertad de cultos. En resumen: que cada quien crea en lo que mejor le parezca y le rece al Dios que más le convenza. Entre todos esos dogmas de fe hay una cantidad de creencias, de explicaciones sobre lo que es la vida y para qué venimos a este mundo. Por ejemplo, los católicos y otras denominaciones creen que la vida −y por tanto las protecciones jurídicas que se desprenden de ella− se inicia desde la concepción. Es su derecho y lo seguirá siendo mientras exista libertad de cultos en Colombia. 

Pero cuando el Leviatán se viste con una sotana específica está privilegiando ese culto y, por tanto, manda el mensaje a los demás de que son menos valiosos o creíbles y merecen menor protección. Para que los distintos tipos de fe puedan coexistir en una misma sociedad es necesario que ninguna se imponga sobre otra, y en especial que el Estado no privilegie a nadie. Ni siquiera si esa creencia es mayoritariamente compartida. Por eso las leyes o instituciones públicas no pueden reflejar un credo específico: es sinónimo de preferencia y de exclusión de otras confesiones. En últimas, el Estado laico es la garantía de la fe, de la diversidad de cultos: no existe un Dios oficial para que los ciudadanos puedan elegir con libertad a quien prenderle velas, o no, y para que todas las deidades puedan compartir mesa en el olimpo de la democracia. 

En nada resulta relevante que en Colombia haya una mayoría católica para la determinación de las leyes, que son para todos. Por eso la despenalización del aborto hasta la semana 24 de gestación, el pasado 21 de febrero por la Corte Constitucional, además de un triunfo histórico para el feminismo colombiano, es un paso trascendental para la consolidación del Estado laico y, por ende, la libertad de cultos. Precisamente porque la idea de que la vida inicia en la concepción es de origen religioso, algo así como un pequeño dogma, y de este mismo modo ha sido reproducido en las leyes, como la que tumbó parcialmente la Corte.    

Por eso los reclamos del presidente de la República, Viviane Morales y la Conferencia Episcopal Colombiana en el sentido de que la decisión de la Corte contraría los deseos de la mayoría no tienen ninguna trascendencia jurídica. Así como los derechos religiosos no se determinan por números, la neutralidad del Estado en esta materia tampoco puede tambalear según lo pidan las masas. ->>Vea más... 
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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