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martes, 10 de mayo de 2022

(Colombia) Parir una nueva era (+Opinión)

Por: Daniel Samper Pizano -
Pudieron más tres meses de guerra que dos años de pandemia. Tras el anuncio de que la Unión Europea (UE) planea cortar por completo las compras a Rusia de petróleo crudo y refinado, se avizora la revolución histórica en materia energética por la que clama el mundo desde hace décadas. Al final, esa raza indolente y torpe que somos los terrícolas acaba haciendo lo que la ciencia pide. Pero es difícil saber si llegarán los remedios a tiempo.

Mientras tanto, en vez de retroceder, avanza por el planeta el fantasma del hambre. Hace dos años, la cifra de personas inmersas en serio déficit alimentario era de 150 millones. Hoy, después de la pandemia y el agravamiento de la crisis ecológica, suman 193 millones. Las estadísticas fueron suministradas hace pocos días por la red alimentaria global que integran la FAO (agencia de la ONU para alimentación y agricultura) y el PMA (Programa Mundial de Alimentos). Pero se quedan cortas, pues no alcanzaron a incluir el impacto evidente de la guerra de Ucrania en la producción de comida e insumos agrícolas. El mayor porcentaje de los ciudadanos con hambre se ubica en una manotada de países africanos, asiáticos y –como siempre— Haití. Es tan grave la situación, según el informe, que estamos a tiro de presenciar “muertes generalizadas” a causa de la hambruna. Sí: fosas comunes, cadáveres en bolsas de plástico, cuerpos tirados en la calle... Como en las guerras, pero no por disparos sino por falta de comida.

Y, hablando de guerras, la destrucción criminal de Ucrania que perpetra Vladimir Putin contribuye también al hambre, al provocar alzas inclementes en los costos. El gobierno de Estados Unidos considera que los precios actuales de algunos alimentos principales son los más elevados de la historia. Trigo, sorgo, maíz y cebada cuestan un 20 por ciento más que en 1990. En países como Egipto, cuyo trigo depende en un 85 por ciento de Ucrania y Rusia, el pan de cada día es un artículo de lujo.

Lamentable bolita extraviada en el espacio es este planeta donde Diosito santo, como dice el famoso vallenato, en un alarde de ignorancia aritmética, “a unos les diste tanto/ en cambio a otros no nos diste nada”. Poco les ha dado Dios a los niños wayús y chocoanos que no pueden levantarse de la hamaca porque están en los físicos huesos.

Mucho, en cambio, a las 2.668 personas con capital superior a mil millones de dólares que publica la revista Forbes. A la cabeza de ellos está un señor que en los últimos días se volvió famoso por haber adquirido la red de Twitter: Elon Musk, a quien es imposible comprar con menos de 219 mil millones de dólares. Detrás de él, en alegre caravana, suben al podio otros magnates entre los cuales ustedes y yo solo hemos oído nombrar, quizás, a Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft), Larry Page (Google) y Mark Zuckerberg (Facebook). El dueño de Louis Vuitton –cueros, carteras, maletas, zapatos de lujo—anda por los 158 mil millones. Al lado suyo, Zuckerberg es un patihinchado de solo 117 mil millones.

No soy capaz de calcular cuántos países subdesarollados se necesitan para igualar la renta de cualquiera de estos hipercapitalistas. Lo que sí sé es que es vivimos en un mundo despreciable, cuyas dramáticas desigualdades constituyen un agravio general y cuya gran masa de pobres es víctima de toda clase de males: ignorancia, enfermedades, violencia, ruina ambiental, explotación... ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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