PUEDE LEER TODAS LAS SEMANAS LOS EXCELENTES TRABAJOS PERIODÍSTICOS DE LOS DANIELES EN INFORME25.COM

lunes, 16 de octubre de 2017

(España) Arde Galicia: los árboles no votan en referendos ni ondean banderas

Más de 30 muertos y miles de hectáreas calcinadas en la última ola de incendios que asola Galicia, Asturias y Portugal. La oposición critica la gestión del gobierno de turno. Las administraciones competentes y la opinión pública despiertan porque creen ver un episodio excepcional. El presidente gallego Alberto Núñez Feijóo manifestó este lunes: "Galicia no arde, a Galicia la queman. Son terroristas".
Álvaro Garcia, fiscal de Medio Ambiente de Galicia, sin embargo, se muestra cauteloso: "Nunca hemos encontrado una trama organizada de incendiarios y tenemos que seguir investigando para dilucidar lo que ha pasado". Cuenta a este diario: "Está claro que se ha dado un cóctel de intencionalidad y de condiciones meteorológicas adversas, como en otras ocasiones, pero no podemos hablar aún de grupos organizados".

Efectivamente, la memoria es corta. En octubre de 2011 se produjo un fenómeno similar en un contexto de sequía, altas temperaturas y fuertes vientos. Sólo en Ourense hubo entonces 11 incendios de más de 500 hectáreas. También en otoño de 2015 cientos de fuegos devastaron parte de la cornisa cantábrica. Fatídico fue asimismo 2006 para los montes gallegos cuando se quemaron casi 100.000 hectáreas.
Las estadísticas de lo que llevamos de siglo XXI hablan por sí solas: las cuatro provincias gallegas están entre las primeras en superficie quemada y el 80 por ciento de sus incendios fueron intencionados, según cuenta la investigación especializada España en Llamas. Además, de los 100 municipios con mayor número de incendios, 72 son gallegos y 21 son asturianos.
La realidad, sin embargo, es que en los programas de los partidos para las elecciones generales de junio de 2016 el espacio dedicado al sector forestal y a la lucha contra los incendios fue escaso y las propuestas brillaron por su vaguedad.
Entre los partidos más votados, el Partido Popular, el PSOE y Unidos Podemos dedicaron muy pocas líneas a los incendios y a una buena ordenación del sector forestal para evitar las llamas descontroladas. Ninguno ofreció medidas concretas que sirvieran de guía para mejorar la gestión del monte o fomentar un un desarrollo rural que contribuya más al PIB. En el caso de Ciudadanos, de los 350 ‘soluciones’ de su programa, solo dos mencionaron la promoción del sector forestal, pero ninguna se refirió a la lucha contra los incendios.

Raúl Quílez es doctor en Incendios Forestales y exbombero jefe de Valencia. Asegura que existe un problema serio porque “el conservacionismo urbanita y el cortoplacismo de los políticos impiden un pacto de Estado para que los efectos de los grandes fuegos que van a ocurrir sí o sí por el cambio climático se palíen”. Añade este experto que la ‘mediterraneización’ del cuadrante noroeste peninsular “exige crear las infraestructuras para planificar dónde queremos parar los fuegos y que no afecten a los núcleos poblados como ha ocurrido recientemente en Portugal, California o Chile”.
Cuando los políticos se ponen a pensar, llega algún grupo ecologista que se les echa al cuello y se frenan para no perder el voto
Quílez agrega que “los políticos siguen viviendo en los años noventa, sólo se fijan como objetivos aumentar una masa forestal descuidada y en mejorar la capacidad de extinción, pero la despoblación de las zonas rurales y sin actividades provoca superficies muy arboladas preparadas para arder”. Se muestra pesimista este investigador: “Cuando los políticos se ponen a pensar, llega algún grupo ecologista que se les echa al cuello y se frenan para no perder el voto”.
En esas ideas insiste Javier Madrigal, analista de incendios forestales y editor del blog especializado FuegoLab: “Existe una desconexión entre la clase política y el mundo rural. Para el político, el sector forestal es un follón en el que intervienen muchos actores y factores que no entiende, por esa razón se queda en políticas cortoplacistas”. En el caso concreto de Galicia, parte de la España vacía, “la cultura del fuego está muy arraigada en un contexto de despoblación y falta de actividades económicas, por lo que los incendios -afirma Madrigal- son en realidad un problema social: se favorece que casi todos vivamos en las ciudades y que los pocos que habiten el campo estén desconectados de las labores propias del medio rural”.

Uso político del fuego
Los analistas insisten en que no hay nada que sea más perjudicial para la lucha contra los incendios que el uso instrumental que se hace en el juego político.
“Los incendios son muy jugosos para dar leña al adversario político y usarlos como arma cuando Galicia está en estado shock. Se repite el drama tantas veces escenificado, pero eso no soluciona las políticas cortoplacistas de las administraciones”, argumenta Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace España.
Los políticos solo se interesan por el medio rural cuando se ven casas quemadas por televisión. Los árboles no votan
Yolanda Díaz, diputada en el Parlamento gallego por En Marea, no perdía la oportunidad de hacer oposición este lunes mediante un tuit.


La confirmación de que a medio millar de brigadistas de Galicia no les renovaron sus contratos desde finales de septiembre llega por boca de Vanessa Molina, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Bomberos Forestales. “Se veía venir lo de Galicia, sin embargo los despidieron”. Pero para Molina el mayor obstáculo en la lucha contra los incendios está en que “los políticos solo se interesan por el medio rural cuando se ven casas quemadas por televisión. Los árboles no votan”.

FUENTE: Con información de MARCOS GARCÍA REY - https://www.elconfidencial.com

LEA...

 

LO + Leído...