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lunes, 12 de noviembre de 2018

(España) ¿Dónde está el Nani? El ladrón que desapareció hace 35 años con 40 kilos de oro

El 13 de noviembre de 1983 Santiago Corella, más conocido como 'el Nani', fue detenido y llevado a los calabozos de la Dirección General de Seguridad, centro de detención y tortura durante el franquismo y hoy sede de la Comunidad de Madrid. Ese día entró, pero nunca se le vio salir. De aquello se cumplen 35 años sin que su caso se haya resuelto, ya que nunca encontraron su cadáver. Y sin él, no hay asesinato. El motivo, la desaparición de 40 kilos de oro que escondió y que a día de hoy nadie sabe dónde están. Un ajuste de cuentas que desveló la existencia de una mafia policial en una democracia que apenas había echado a andar.

Su desaparición fue mediática y uno de los grandes misterios sin resolver tras el fin de la dictadura de Francisco Franco. El Nani fue un ladrón de poca monta que se inició cuando estaba en la veintena. Natural de un pequeño pueblo de Guadalajara, se trasladó a Madrid junto a su familia en los años sesenta en busca de trabajo y una vida mejor, sobre todo cuando su padre les abandonó. Con tan solo 11 años comenzó a trabajar y al poco de cumplir la mayoría de edad ya pisó la cárcel por robar en un supermercado y atropellar a la salida a un policía, Victoriano Gutiérrez Lobo. Por aquel entonces, al Nani no le sonaba de nada este nombre, pero unos cuantos años después sería condenado a casi 30 años de cárcel por su desaparición.

El gran golpe que la mafia no le perdonó
A su salida de prisión, el Nani se convirtió en todo un personaje de la España más oscura y trabajó a las órdenes de una mafia policial dedicada al robo y a la extorsión. Esta mafia se ponía en contacto con delincuentes encarcelados para todo tipo de robos, especialmente joyerías. Es aquí cuando entra en juego otro personaje de esta trama: Francisco Venero, un joyero de Santander que durante años fue confidente de la policía. Este pasaba a los agentes todo tipo de información útil, como armas, horarios o lugares, para que los delincuentes a sueldo cometieran atracos en joyerías. Nunca eran detenidos. Años después, Venero se sentó en el banquillo de los acusados y describió que aquello era "una mafia policial en toda regla".

El 'modus operandi' era sencillo. Una vez robaban y se llevaban todo tipo de joyas, estas eran entregadas a Venero, que fundía el oro para convertirlo en lingotes que luego vendía con el resto de piezas. Él se quedaba una parte considerable del botín y el resto lo repartía entre los policías corruptos que formaban parte de esta mafia.

Tras un par de golpes buenos en León y Bilbao, su atraco más sonado fue perpetrado en una joyería en Banafarces (Valladolid), donde se hizo con un botín de 48 kilos de oro que ocultó bajo tierra. Lo hizo a espaldas de este entramado policial, algo que jamás le perdonaron. El 12 de noviembre de 1981, ingresó en prisión. Allí le interrogaron y confesó que escondió 40 kilos muy cerca del lugar del robo, aunque no precisó dónde. Decenas de agentes se traslaron hasta aquel pequeño pueblo vallisoletano y lo pusieron todo patas arriba. Registraron viviendas, tiraron muros e incluso hicieron varias excavaciones. No encontraron nada. Tampoco los ocho kilos restantes.

Según parece, cuando el Nani estaba en prisión, uno de sus compinches con el que trabajaba mano a mano en los atracos aprovechó el nuevo paso de este por la cárcel para llevárselos, aunque nunca se ha confirmado este extremo.

"Canta, Nani. ¿Dónde está el oro?"

Ya en libertad, la mafia policial le propuso un nuevo atraco. Volvió a verse con el joyero santanderino Francisco Venero, que le ofreció asaltar una joyería en la calle Tribulete, en pleno barrio madrileño de Lavapiés. Sin embargo, no salió adelante. ya que no logró compañeros que quisieran dar el golpe con él, así que dijo no al encargo. Y es aquí donde comienza el final del Nani. Poco después de su negativa, un grupo de tres personas atracan esa misma joyería. En el forcejeo, además de llevarse casi seis millones de pesetas, le pegan un tiro al dueño, Pablo Perea Ballesteros.

Solo hubo un testigo. Sin rueda de reconocimiento y enseñándole cuatro fotografias, entre ellas la del Nani, señaló en la que este aparecía. Pero lo cierto es que él jamás estuvo allí aquel día. Años después, Juan Sánchez Gómez, el testigo, reconoció que le indicaron qué fotografía debía señalar. Cuando lo hizo, la policía detuvo al Nani y a varios miembros de su familia, entre ellos a su esposa.

El 13 de noviembre de 1983 entró en la Dirección General de Seguridad, donde fue interrogado. Varios testigos aseguran que solo se le escuchaba gritar y pedir ayuda y que cuando le vieron apenas podía ponerse en pie tras ser torturado durante horas. "Canta, Nani. ¿Dónde está el oro?", le preguntaban de manera insistente. Sin respuesta, desapareció de la faz de la tierra tras ser visto por última vez en un descampado de Vicálvaro con un grupo de policías. Hasta se le buscó en varios pantanos de Jaén y Córdoba, sin éxito.

Cal viva, la implicación de vizconde...
Los verdaderos autores del atraco de Lavapiés fueron detenidos poco después, momento en el que la prensa comenzó a hacerse eco de la desaparición dell Nani, lo que obligó a las autoridades a poner en marcha una investigación que dio un impulso definitivo en 1986, cuando un conocido estafador, Luis Miguel Rodríguez Pueyo, acusó al aristócrata Jaime Mesía Figueroa de haberse hecho cargo del cadáver del Nani —que murió a causa de los golpes— y arrojarlo en el pantano de Guadalén (Jaén). Bisnieto del primer conde de Romanones y vizconde de los Palacios de Valduerna, Mesía Figueroa era colaborador habitual de la mafia policial, por lo que su implicación no era nada descabellada. Sin embargo, los investigadores no pudieron probar nada y fue exonerado de todos los cargos que se le imputaron en una sentencia firme de 1996, ya que no hubo ninguna prueba que determinase que había tenido algún contacto con el cuerpo del Nani.

Sin embargo, la versión ante el juez del joyero Francisco Venero dio el enésimo vuelvo al caso. Tras asegurar en un principio que el Nani fue enterrado en un descampado de Vicálvaro en cal viva, cinco años después cambió su versión afirmando que el cuerpo estaba en la finca de Mesía Figueroa en Campo de Alto (Córdoba). Pero ahí no había nada.

En septiembre de 1988, la Audiencia Provincial de Madrid condenó al comisario Javier Fernández Álvarez y a los inspectores Victoriano Gutiérrez Lobo —el mismo al que el Nani atropelló cuando apenas tenía 20 años tras atracar en un supermercado— y Francisco Aguilar González a 29 años. Entre los delitos de los que fueron acusados estaban falsedad documental, detención ilegal y torturas.

En 1996, la entonces jueza de Primera Instancia número 65 de Madrid, Blanca Escalonilla, declaró el fallecimiento legal del Nani, al haber transcurrido el plazo de más de 10 años desde su desaparición, lo que permitiría a su esposa pedir una pensión de viudedad. Un total de 35 años después, no se ha encontrado su cuerpo. No se encontró en aquel descampado de Vilcálvaro. ¿Dónde está? ¿Y los 48 kilos de oro?

FUENTE: Con información de SARA DE DIEGO - https://www.elconfidencial.com

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