Affleck, George Clooney y Grant Heslov, productores de la mejor película del año según los académicos, bromeaban sobre la velada entre bastidores mientras Jennifer Lawrence, ya con su Óscar como mejor actriz ("Silver Linings Playbook"), intentaba relajarse tomándose una copa.
Y es que la joven de 22 años protagonizó una de las anécdotas de la noche al tropezarse subiendo la escalera para recoger su premio. Con su impresionante vestido Dior "strapless" que tan mala pasada le jugó al dirigirse al escenario, en ese momento le habría encantado gritar "esa palabra que no debe decirse y empieza por f", confesó.
Daniel Day-Lewis, coronado como mejor actor ("Lincoln"), fue el primero en dejar en el suelo la pesada estatuilla, de cuatro kilos. Al fin y al cabo, es su tercer Óscar, así que no sorprende que no se aferre tanto a él como el resto de compañeros. "Me gustaría no hacer nada durante un tiempo", dijo el actor irlandés. Y por ahora, se acabaron los personajes históricos, añadió.
Si la de Day-Lewis era una victoria anunciada, todo lo contrario sucedió con Christoph Waltz: En un déjà vu de lo que había ocurrido en 2010, la Academia volvió a coronar al austríaco como mejor actor de reparto por un nuevo trabajo junto a Quentin Tarantino. Pero mientras que su Óscar por "Inglourious Basterds" estaba cantado, el de "Django Unchained" lo dejó sin palabras, dijo Dpa.
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