Jorge Mario Bergoglio, quien asumió la dirección de la Iglesia católica el 13 de marzo pasado, consideró que los propios seres humanos son considerados bienes de consumo que pueden ser utilizados y desechados.
El Obispo de Roma estimó que incluso en los llamados países ricos la alegría de la vida es cada vez menor, la indecencia y la violencia van en aumento y la pobreza es cada vez más evidente.
Francisco señaló que en tales naciones la gente también tiene que luchar para vivir y, con frecuencia, vivir de una manera indigna.
"Nuestra relación con el dinero, y nuestra aceptación de su poder sobre nosotros mismos y de nuestra sociedad" es una de las causas de esta situación, afirmó.
Para el Sumo Pontífice, el origen de la crisis financiera está en una profunda crisis humana.
En tales situaciones, la solidaridad, que es la riqueza de los pobres, a menudo se considera contraproducente, porque se opone a la lógica de las finanzas y de la economía, opinó.
La renta de una minoría crece a gran escala, mientras aumentan las necesidades de una mayoría pobre, todo ello por las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, declaró el papa de origen argentino.
Con todo ello, niegan el derecho de control de los estados, encargados de salvaguardar el bien común, argumentó.
La ética, al igual que la solidaridad, también molesta, se considera contraproducente; demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y el sometimiento de la persona, subrayó.
Medios de prensa locales destacan aquí que el Santo Padre por primera vez se pronuncia en profundidad sobre las causas y consecuencias de la crisis financiera.
FUENTE: Prensa Latina |