Conoció a un tipo relacionado con el cartel de Medellín, un tal Roberto Alciano, que le ofreció encargarse de regularizar el dinero de sus millonarios negocios. Blanqueaba unos 10 millones de dólares a la semana.
En el negocio más lucrativo de su vida, brindó con champán junto a Escobar el día que blanquearon con éxito 40.000 millones de dólares
Hacía tan bien su trabajo que el mismo Pablo Escobar quiso tenerle a su lado. Pronto se convirtió en uno de los empresarios más importantes de la alta sociedad. En su casa de estilo colonial recibía a las más importantes personalidades del narcotráfico. En el negocio más lucrativo de su vida, brindó con champán junto a Escobar el día que blanquearon con éxito 40.000 millones de dólares, con la estrecha colaboración del Banco de Crédito y Comercio Internacional de Panamá (BCCI), que tenía pocos escrúpulos cuando se trataba de dinero. Los que le conocían le admiraban y le temían, y los tratos que cerraba arrojaban cifras que rozaban el millón de dólares.
Una boda de película
Compañero de negocios, fiestas, reuniones… uno más de la familia. Cuando se casó celebró el enlace con las más altas personalidades del cártel colombiano, narcotraficantes y banqueros de negocios turbios con los que había entablado amistad. Fue una boda por todo lo alto. Todo parecía perfecto pero, al final de la noche, una redada invadió la mansión y docenas de miembros del cártel y distribuidores de alto rango fueron detenidos en una de las operaciones más importantes contra la droga de Estados Unidos. Los cimientos del cártel colombiano se pusieron patas arriba.
Musella consiguió que no le cogieran. Porque estaba muerto. Bob Musella había estado muerto todo el tiempo. Un pobre diablo perdido en el cementerio cuyo cadáver nunca reclamó la familia varios años atrás.
La persona que se escondía detrás de esa identidad era Bob Mazur, agente federal de control de drogas y aduanas de los Estados Unidos (IRS). El tipo que se codeaba con el narcotraficante más conocido del mundo y que había tratado familiarmente con todo el entorno del narcotráfico en Medellín durante dos años, fue uno de los responsables de las mayores redadas contra el narcotráfico internacional de la Historia.
Ahora su vida será llevada a la gran pantalla con el título 'The Infiltrator', de la mano de Bryan Cranston, el celebérrimo actor protagonista de la serie ‘Breaking Bad’, que encarnará una vida llena de hoteles de lujo, Rolls Royce y traiciones en un filme dirigido por Brad Furman, del que ya está disponible el trailer y que promete ser un buen bastión del género negro.
La película está basada en la autobiografía de Mazur, aunque, a día de hoy no se deja fotografiar, y en las únicas apariciones públicas que ha hecho, ha permanecido en el anonimato, con la cara y la voz distorsionadas.
Verdadera amistad con el cártel
Junto a otros agentes, entre los que se encontraba su esposa, también infiltrada, Bob Mazur detuvo a más de 85 personas relacionadas con el cartel de Medellín, en el marco de la operación C-Chase y cerraron el BCCI por las múltiples corruptelas que los agentes ayudaron a destapar.
Cuando ingresó en la IRS, pronto descubrió que infiltrarse era mucho más peligroso de lo que había podido imaginar, cuando el mercenario de una banda de narcotraficantes le citó una noche a solas y se presentó con una ametralladora Mac-10 con silenciador, una granada de mano, un revólver y unos guantes quirúrgicos.
No fue mejor cuando fueron a buscar a un camello que les debía dinero, el tipo lo metió en una tumba recién cavada y comenzó a enterrarle vivo. Por suerte el hombre pagó sus deudas antes de que la tierra le cubriera por completo.
"Estar tan cerca de ellos tiene un precio emocional, de algún modo me hizo susceptible al dolor"
En su libro ‘My Secret Life Inside the Dirty Banks Behind Pablo Escobar's Medellín Cartel’ (‘Mi vida secreta dentro de los bancos sucios detrás del cártel de Medellín de Pablo Escobar) cuenta, además de esta y otras anécdotas, cómo el trato durante tan largos períodos de tiempo con los miembros del cartel le llevaba a entablar relaciones humanas con ellos. Le contaban sus problemas, conocía a sus familias, recibía su afecto… “Hay personas que lo ven como una señal de debilidad, pero simplemente forma parte de mi trabajo; es una especie de daño colateral cuando estás infiltrado durante meses o años”, afirma el propio Mazur. “Estar tan cerca de ellos tiene un precio emocional, de algún modo me hizo susceptible al dolor. Pero siempre tuve claro quién era y por qué estaba allí”.
En sus años como infiltrado ha conocido la adrenalina que da el peligro muy de cerca. Desde acudir con micrófono a reuniones donde no se andarían con rodeos si le descubrían hasta pasar toda una noche encerrado en un armario para sobrevivir. La de Bob Mazur es, sin duda, una vida de película; una vida a la que ahora, gracias a Bryan Cranston, podemos poner rostro.
FUENTE: Virginia Carbajo - http://www.elconfidencial.com