
Rajoy y Fernández, que mantuvo un semblante especialmente serio durante el acto, evitaron el saludo público y tampoco aprovecharon esa ocasión de cierta intimidad para conversar acerca de los posibles avances que se están produciendo en el debate interno del PSOE de cara a una futura investidura. Todas las miradas estaban puestas en los barones socialistas, que optaron por hacer piña en una de las esquinas de la sala. Los dirigentes del PSOE optaron por la prudencia, “ayudar a Javier en todo lo que se pueda” —aseguró la presidenta andaluza— y esperar a los acontecimientos de los próximos días. Eso sí, la sensación de que finalmente habrá un acuerdo de investidura que evitará las terceras elecciones era clara en todas las formaciones políticas allí presentes.
También en el caso de los socialistas, que todavía no han fijado una fecha concreta para el comité federal en el que necesariamente fijarán su postura, aunque la apretada agenda institucional de este mes sitúa ya el domingo 23 como único día posible para el cónclave. El debate sobre cómo articular la abstención no será sencillo, “el enfermo sigue grave” en palabras de García-Page, pero los socialistas no esconden que evitar otros comicios es ya la prioridad.
El optimismo, aunque contenido, reinaba todavía más en los corrillos que protagonizaban los dirigentes del Partido Popular. Su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, que ya demostró buena sintonía con su homólogo socialista en el desfile militar compartiendo paraguas y conversación, reconoció que según los datos que maneja “las cosas van bien” mostrándose confiado sobre que a últimos de mes el desbloqueo será efectivo. El presidente en funciones, fiel a su propia instrucción de guardar silencio hasta el comité federal, despachó a los periodistas allí presentes con un “lo mejor que puedo hacer ahora mismo es callar”. Eso sí, Rajoy mostró un aspecto relajado y tono distendido dejando caer que su nuevo interlocutor socialista —el presidente del Principado de Asturias— está facilitando un clima de mejor entendimiento y cordialidad. Si finalmente hay una investidura exitosa y la legislatura echa a andar, el jefe del PP reconoció con sorna que será “estupenda” en referencia a las dificultades que supondrá gobernar en minoría.
El gran ausente de la jornada volvió a ser por segundo año consecutivo el líder de Podemos, Pablo Iglesias. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que en la pasada edición se convirtió en la verdadera estrella del acto, repitió este año junto a los diputados y miembros de la Mesa del Congreso —Ignacio Prendes y Patricia Reyes— y como no podía ser de otra manera charló con los periodistas sobre la situación de bloqueo y el crucial papel del PSOE. En la formación de centro también impera una sensación de avance, aunque la duda de cómo afrontarán los socialistas la abstención -si lo harán sólo aquellos necesarios o el grupo parlamentario en su conjunto- sigue siendo objeto de duda.
El comedor de gala del Palacio Real se convirtió en cuestión de minutos en un hervidero de gente. El Gobierno en funciones estuvo presente casi al completo pese a que tres de sus carteras no están actualmente representadas. La extitular de Fomento, Ana Pastor, actual presidenta de la Cámara Baja estuvo en todo momento acompañada de la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina. Alfonso Alonso -exministro de Sanidad- en calidad de portavoz del PP en el País Vasco también estuvo presente como Fátima Báñez, Rafael Catalá, Pedro Morenés e Íñigo Fernández de Vigo. Luis de Guindos acudió al desfile, pero no al cóctel en Palacio.
Los presidentes autonómicos acudieron todos menos Ximo Puig -de viaje en Cuba- y Alberto Núñez Feijóo -que alegó motivos personales-, y obviamente, los presidentes de Cataluña, País Vasco y Navarra. El presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán tampoco acudió a Palacio Real tras el desfile y la presidenta balear Francina Armengol optó por retirarse de las primeras. Cristina Cifuentes acaparó una vez más gran parte de las miradas, primero en e desfile con un paraguas con la bandera de España y después en los corrillos, una vez más, mostrándose convencida de que el bloqueo acabará pronto. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, también se dejó ver muy cerca de Rajoy en uno de los extremos de la sala.
Además, otras autoridades autonómicas y locales -muchos alcaldes, la regidora en funciones Marta Higueras sustituyó a Manuela Carmena, de viaje en Colombia- y embajadores como el estadounidense James Costos. Esperanza Aguirre estuvo entre los invitados como también el exalcalde de Madrid y exministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón, alejado del foco público desde hace mucho tiempo. También el mundo empresarial tuvo representación como el expresidente de Telefónica, César Alierta. Sin duda, el sector con representación más amplia fue el mediático, con decenas de periodistas, tertulianos, presentadoras de televisión como Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, y de la radio como Carlos Herrera y directores de periódicos. En la esfera social destacó la presencia del duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo y en la cultural actrices como Ángela Molina.
FUENTE: Paloma Esteban - http://www.elconfidencial.com